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martes, 20 de marzo de 2018

Ambición sin límites. La otra cara de Facebook.

El mundo de la inteligencia artificial nos rodea y nuestra integridad se vuelve cada vez más vulnerable. Facebook (FB) es un excelente ejemplo de cómo en el mundo de los negocios privados se puede hacer fortuna o ampliarla sin remordimientos. El intermediario de este negocio ha sido la británica Cambridge Analytical que a su vez vende la información personal de los abonados a FB a un candidato político que paga jugosas sumas por ello. En este caso se trata, cómo no, de Donald Trump, quien en esta nueva vuelta de tuerca se descubre que durante la última campaña electoral los datos de 50 millones de abonados a FB fueron a parar a los jefes de campaña del actual presidente norteamericano.  Sí, nuestro simpático FB, esa plataforma en la que millones estamos afiliados creyendo que todo es tan inocente  y simple, a quien  descubrimos muchas veces cuestiones personales que son utilizadas para manipularnos, o por lo menos intentarlo.

Del actual presidente de EEUU ya nada puede sorprendernos, y probablemente todavía conocemos la punta del iceberg, pero que los jefes de su campaña se hayan introducido subrepticiamente por la "puerta de atrás" para influir en los electores con información muchas veces falsas, fabricadas  o montadas lleva a convencernos cada vez más que las antiguas reglas del juego para ser representados políticamente han sido arrojadas al basurero por lo peor de la Humanidad. Es decir, los grandes consorcios y corporaciones internacionales que en su ambición de aumentar sus ganancias nos llevan a ese mundo distópico, con una proyección hacia individuos obedientes, sin pensamiento crítico, sumisos, dependientes de lo que el Poder nos ordene, y obedecer cuando todavía creíamos que éramos libres.

Los seres humanos han pasado y pasan por esas experiencias donde los totalitarismos han ensayado distintas formas de sometimiento a lo largo de la historia, a través de la religión, de la política y de las    más diversas formas de manipulación que experimentamos en esta época. Lo más triste es que mientras la opresión política o religiosa la sentimos en carne propia, la nueva nos envuelve en la ilusión de que consumiendo satisfacemos nuestras necesidades y no debemos preocuparnos por nada más. Mientras muchos de esos gerentes y directores de empresas aplaudían al Pepe Mujica por su discurso por una humanidad menos consumista y más dedicada a una vida plena en emociones, sentimientos y convivencia, decidían todo lo contrario en sus oficinas de cristal.

El escándalo de FB y Cambridge Analytica pone de manifiesto que no hay límites ni respeto por la integridad de los individuos. Solo el interés por ganar dinero y hacer más fuertes a los poderosos. Cambridge Analytica no sólo ha intervenido en el proceso electoral norteamericano, ahora
se revela que también lo hizo en Argentina, República Checa, India y 200 más, según revelaron sus propios jefes a Channel 4 de Inglaterra.
El primer impacto en FB fue la caída en picada del precio de sus acciones en la Bolsa d Nueva York y el llamado del director general Mark Zuckerberg a declarar ante una comisión investigadora del Congreso. Mark y su estilo informal y dulce ( su apellido significa Montaña de Azúcar)  parecía querer hacer nuestras vidas grises más luminosas. Sin embargo hay que pensar hasta donde vale la pena seguir siendo parte de esta montaña que no es dulce ni de azúcar.

Channel 4 muestra en las entrevistas a altos jefes de Cambridge Analytica como se ufanan de usar sobornos, prostitutas y otros métodos para atraer al candidato que quieren eliminar, lo filman y ponen en internet la grabación con el rostro velado del candidato, y así quitarlo del medio ante la amenaza de "correr el velo".  Cada uno puede sacar conclusiones sobre lo que puede ocurrir o está ocurriendo en los paises donde se aproximan las elecciones.
Y es muy difícil no sospechar que el impeachment contra Dilma Roussef y el juicio a Lula en Brasil, con la intención de impedir que sea candidato en la próxima contienda electoral, no sea parte de esa conspiración en las redes que le está devolviendo los gobiernos a la derecha retrógrada y corrupta en el continente americano. Antes usaban a los militares, ahora usan internet.


lunes, 19 de marzo de 2018

Cuentos en la Nube LA INICIACIÓN

Las primeras experiencias sexuales de los varones pueden llegar a ser un complicado proceso enlazado con los prejuicios sociales, los tabúes, la protección justificada a las jóvenes, la ignorancia sobre el sexo y sus consecuencias; si el amor está implicado o no, y no menos importante si por el debut sexual se paga por el acto de acostarse con una mujer. El siguiente relato es una historia perteneciente a mi generación, aquella que se debatía entre "el amor libre" o ir al quilombo porque no había otra alternativa.

LA INICIACIÓN

El grupo de amigos iba subiendo por una calle empinada entre bromas, empujones y risas estrepitosas. Eran cinco y estaban alegres por el vino que habían tomado en el bar y parrillero del Cangrejo. Nacho era el más joven de todos. Apenas diecisiete años cumplidos y en realidad ya debía haber regresado su casa como los padres le habían ordenado desde que le permitían salir a reunirse con sus amigos un rato por la noche. Pero hoy Nacho se sentía más alegre que nunca en compañía de ellos. Eran bastantes mayores que él pero las tempranas inquietudes de Nacho por el cine, la literatura y la cultura en general, le había abierto las puertas al grupo. Julián, Miguel, Pocho y Humberto tenían entre veinte y veintinco años. Ellos le llamaban Benjamín, y él estaba feliz porque lo habían aceptado a pesar de la diferencia de edad. 
Julián y Pocho fumaban y todos bebían cerveza, vino si cenaban carne asada en algún parrillero, espinillar cuando salían de parranda. Nacho había empezado con las primeras pitadas, pero no compraba cigarrillos. No tenía plata para hacerlo y se conformaba cuando alguno de los dos fumadores le ofrecía un pitillo. O le alcanzaban una cerveza para que los acompañara cuando sentados en el bar preferido del Cangrejo pasaban las horas del sábado charlando con otros amigos.

Esa noche sabatina habían salido del bar y se encaminaban a otro lugar alejado del centro. 
Vamos a festejar tus diecisiete en lo de Alma - dijo Julián pasando el brazo por el hombro de Nacho.
Vas a entrar por primera vez a un quilombo a tomarte una cerveza con amigos- se rió Miguel mientras le daba una cachetada amistosa en la mejilla y le hacía una guiñada a los otros.
Y si no nos gusta el ambiente cruzamos a lo de Blanche, agregó Humberto. 

Nacho sabía que eran los prostíbulos legales del pueblo, pero nunca había pisado esos lugares porque era menor de edad. Alma y Blanche, las propietarias, regenteaban con mano dura los locales que estaban ubicados uno frente al otro. Había un bar en cada una de las esquinas con espacio para unas mesas y una pista de baile que los clientes usaban para bailar con las mujeres que ejercían la prostitución. Esa noche el bar de Alma estaba muy frecuentado y la música llenaba el salón. Un trío improvisaba milongas, tangos  y cumbias al son de una guitarra, un acordeón y un bajo. 

Te tenemos una sorpresa, Benjamín - dijo Pocho al llegar y detenerse en la puerta del local. En ese momento sonaba el tango Te acordás hermano” y dos parejas quebraban el talle muy concentrados en el baile. 
No me digas? Me van a invitar con un ron? - preguntó Nacho sorprendido y contento porque creía que iba a probar por primera vez la bebida fuerte que los amigos le habían prometido cuando una oportunidad propicia se presentara.
Ya verás, pero tenés que prometer que no te vas a arrugar, eh? 
Por supuesto que no - respondió con voz segura,  aunque no pudo simular que un temblor imperceptible tintineaba detrás de las palabras si alguien tenía el oído atento. Pero no fue así porque la música y las risas ocultaban lo matices de las voces. 

Los cinco amigos entraron finalmente en el bar, saludaron a Alma que estaba sentada detrás de la barra del mostrador, aparentemente semidormida. No obstante todos sabían que detrás de esa apariencia vigilaba con ojo de halcón todo lo que pasaba a su alrededor. Los que bebían, los que bailaban y los que se iban a las habitaciones acompañados con las chicas. Nadie conocía su edad. Al igual que su rival al otro lado de la calle, había llegado siendo niña del Líbano cuando el Imperio Otomano comenzó a perseguir a los cristianos, había leído Nacho en un libro. Eran inmigrantes sirios-libaneses que huían de la guerra y la miseria entreverados con armenios y otras nacionalidades. Todos les llamaban turcos” indistintamente, porque tenían pasaportes de aquél país. Nacho trató de leer en aquél rostro marcado por profundas arrugas, donde una nariz prominente dominaba como un peñón circundado por una cabellera negra y crespa que ensombrecía aún más su severo aspecto. Huellas que  hablaban de las penurias pasadas durante la huida junto a su familia con destino a Montevideo, pensó Nacho, cuyos pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de Julián.
 Sírvanos espinillar a todos -pidió Julián al barman que sonrió levemente al mirar fijamente a Nacho. 
No te preocupés, que está con nosotros y solo lo vamos a invitar con una copa -agregó Julián mientras levantaba el vaso y pronunciaba las tres palabras del ritual.
Salud, Amor y Fortuna!
Sea! - dijeron todos a la vez.

En eso se acercó al grupo una mujer de mediana edad, algo entrada en carnes pero con los vestigios de una belleza 
pasada que con el tiempo se había ido apagando entre los destellos que todavía relucían en sus ojos y la dura vida de 
prostituta en los lupanares.
 Esta es Pati, la sorpresa que teníamos para vos, Benjamín - dijo Humberto que había conversado con la mano derecha de Alma, la tana Rosario, una cincuentona con brazos de luchador. Nacho dio un respingo y un paso atrás cuando Pati se acercó él sonriendo y abrazándolo le dió un beso tronante en la mejilla. Se puso colorado contra su voluntad y quedó rígido frente a la mujer. Sin embargo Pati siguió sonriendo y con voz dulce le dijo:
Que pintún que sos nene. Tengo ganas de comerte todo… Vení, vamos a divertirnos juntos -y Pati lo tomó de la mano y lo arrastró fuera del local. Él se dejó llevar porque en ese momento no sabía que hacer.

Vení guachito con mami. Te voy a enseñar algunas cosas que todavía no has aprendido -dijo ella riendo bajito y algo coqueta.

Nacho sintió que aquéllo estaba escapando de su control porque había creído que era una broma de sus amigos en connivencia con Pati. Pero no era así. Ella seguía arrastrándolo a través de un patio de baldosas blancas y negras, sombrío y lleno de susurros provocados por otras parejas, quizás discutiendo algún precio o hablando simplemente sobre temas de los que Nacho no tenía la menor idea.

Dale nene, caminá más rápido que tengo clientes esperando - mencionó con voz urgente Pati que de todas maneras no había perdido el tono cariñoso. Entraron en una habitación iluminada levemente. Una cama de dos plazas prolijamente tendida ocupaba el centro de la habitación. La sobrecama de color rosa viejo hacía juego con dos lámparas cuyas  pantallas expandían una luz roja en las paredes. En un rincón había un tocador con dos botes de cremas y dos frascos de perfumes baratos, y elevándose sobre ellos, un espejo que reflejaba la cama y los almohadones de pluma. En el otro rincón una palangana de porcelana con agua tibia descansaba sobre un trípode de hierro forjado.

Vamos, bajate los pantalones y sacate los calzoncillos. Vamos a lavar el pito, nene. No te quedes ahí parado. Vení te digo
Está bien, ya voy - respondió Nacho en voz baja y atragantándose, mientras con paso vacilante caminaba hacia la palangana donde Pati removía el  agua con sus dedos llenos de anillos. Ella se enjabonó las manos y tomó el desfallecido miembro y empezó a lavarlo con cuidado. 

Ves nene? Esto hay que hacer cuando estés con tu novia antes de coger. Siempre bien limpita la verga, sabés? Mirá 
que la tenés bastante grande, atorrante. Las mujeres tienen la concha muy sensible a las enfermedades que los hombres pueden transmitirles, claro que a veces sin saberlo, ta? Por eso tenés que usar condón. Es lo más seguro. 
Ta? Tomá, ponételo.
Sí, Pati - balbuceó Nacho mientras se secaba la entrepierna con la toalla que le había acercado la mujer y trataba de ponerse el forro como le llamaban sus amigos. Pati se dio cuenta que era la primera vez que lo hacía y lo ayudó a ponerlo en su lugar. 
Ahora vení a la cama, que vamos a follar como dicen en España. Conocías esa palabra?
No, no sabía que decían así.
Nosotros decimos coger, pero en otros países usan otras palabras, algunas muy divertidas - le decía Pati de espaldas mientras se desnudaba sentada en la orilla de la cama.

Nacho vio la desnudez de la mujer iluminada por las luces rojas de la habitación y reflejada en el espejo que devolvía la imagen de sus senos protuberantes de pezones oscuros, el vientre con dos pliegues que subían hasta sus pechos, los muslos todavía firmes y en medio de ellos un bosque oscuro donde palpitaba el sexo con el que había soñado infinidad de veces en sus fantasías de adolescente mientras se masturbaba. De rodillas en la mitad de la cama Nacho sintió entonces que lo invadía un calor gratificante y que su sexo comenzaba a cobrar vida, ya no estaba laxo como antes, sino que empezaba a crecer y a endurecerse. Pati se acostó de espaldas y tomó entre sus manos el miembro del chico y jugó con él un momento.

Vamos, vamos! - dijo imperativamente al ver que la caricia no daba todo el resultado esperado. 
No pensarás que te la voy a chupar, no? - murmuró Pati mirándolo desconfiada.     
No, es que no estaba preparado para esto. Me gustás pero todo ocurre tan rápido que me cuesta hacerme la idea que realmente vamos a coger - dijo Nacho con voz cada vez más desamparada. Sentía que el deseo de poseerla  se le escapaba nada menos que a través de su sexo, como un globo que se desinfla cuando se suelta la atadura. Se acostó de espaldas zafándose de las manos de Pati, y por primera vez vio las manchas de humedad en el techo de la habitación disimuladas por la tenue luz. 

Que te pasa gurí? Dale! No me hagas perder el tiempo, ya te dije que tengo más clientes esperando, carajo!
El tono cariñoso y sensual había desaparecido de la voz de Pati. Ahora lo urgía y Nacho sintió que la angustia subía por su pecho y lo paralizaba.

Lo siento Pati, no puedo. Me siento extraño contigo y en este lugar - pudo responder con la voz ahogada.
Tus amigos ya me pagaron. Así que si querés vestite y regresá con ellos - dijo fríamente Pati, indiferente.

  Nacho se incorporó de la cama cabizbajo, se vistió y antes de abrir la puerta se dio media vuelta y miró a Pti todaví
recostada en la cama.
Adiós Pati, lo siento.
No lo sientas nene. Para mi fue un ratito divertido y de descanso. Además tus amigos me pagaron, jajaja! - rió con 
alegría fingida. No le gustaba que un cliente se marchara sin que ella hubiera logrado que la penetrara y provocarle un orgasmo. Podía difundirse la noticia del fracaso del chico y convertirse en publicidad negativa para sus intereses. Y se las tendría que ver con Alma.. 
Mirá gurí, no digas a tus amigos que no pudiste coger conmigo. Que quede solo entre nosotros. Ta? 

Nacho solo afirmó con su cabeza que estaba de acuerdo. Cerró la puerta, caminó unos pasos y se detuvo en el patio que ahora estaba vacío. Podían sin embargo escucharse gemidos y suspiros desde los cuartos que tenían las ventanas abiertas, y la música del bar. Dudó si marcharse directamente a su casa o ir hasta el bar donde sus amigos lo estaban esperando.  Hizo un poco de tiempo, y pensó que de todas maneras debía agradecer el regalo que le habían hecho. Habían tenido buenas intenciones con el regalo. Querían que debutara sexualmente con una profesional. Y casi lo logra, pero se sentía vacío y humillado, aunque le costaba reconocerlo.  Entró en el bar para encontrarse con ellos, allí estaban todavía. Pocho bailaba con una de las mujeres mientras los otros bebían cerveza parados frente al mostrador.

Aquí viene el machocabrío, el sátiro poronguero! -dijo Julián al verlo entrar.
Epa! qué rápido que pegó la vuelta, amigo! Cómo fue eso? - preguntó Humberto.
Te gustó la experiencia, Benjamín? - martilló Miguel en los oídos de Nacho que todavía dudaba que iba a decirle a sus amigos.
Sí, fue muy bueno. Pati es maravillosa -mintió mirando el piso.

Los amigos callaron por un momento. El silencio puso aún más incómodo a Nacho que no sabía qué decir. Al final se le escapó un suspiro y atinó a decir:
Tiene las tetas grandes como melones! Un coro de carcajadas apagó por unos segundos el bullicio del local. Después Nacho y sus amigos regresaron calle abajo en silencio, mientras la música se iba apagando a sus espaldas. Y Nacho juró para sí mismo que no visitaría jamás un quilombo, allí donde estuviera.



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jueves, 8 de marzo de 2018

Cuentos en la Nube LUCHA DE CLASES y ALGO MÁS

La desigualdad entre hombres y mujeres cobra actualidad cada año el 8 de Mayo en buena parte del mundo, por lo menos allí donde las mujeres hace décadas enarbolan banderas reivindicativas y muestran la desnuda realidad. Este cuento lo publiqué hace un tiempo, pero creo que es un buen ejemplo de cómo se reproducen esas desigualdades, incluso allí donde sería más fácil verlas y cambiarlas.

Todavía había una luz natural debilitándose lentamente a las cuatro de la tarde cuando Cecilia atravesó la calle solitaria castigada  por el viento y la nieve, donde la noche muy pronto sembraría mantos de sombras. Iba pensando en el resultado de la última reunión del sindicato y el tema que más le interesaba, los derechos de la mujer y la igualdad salarial, donde a pesar de la retórica y las palabras bonitas de sus compañeros, poca cosa había cambiado. Y de esto hacia décadas. Entró en un bar y pidió una copa de vino tinto de la Rioja,  y abrió su libreta de apuntes. La repasó cuidadosamente y se dio cuenta que de una forma velada los otros miembros de la dirección del sindicato evitaban el tema mocionando sobre otros asuntos y relegando el suyo. Ya se vería reflejado en el protocolo de la reunión dónde lo habían situado, pero no le cabía dudas que en el último lugar, olvidado. Estaba acostumbrada a esas maniobras que parecían justificadas a los ojos de los demás. O sea, sobre su propuesta de discusión, poco o nada, pensó convencida del mal trago que la esperaba. Todo el mundo en la reunión querían marcharse temprano a sus casas.

Se aflojó el cinturón del abrigo negro que le estaba causando ya mucho calor y lo colgó en el respaldo de la silla. Miró a su alrededor y vio que Víctor se acercaba a su mesa. Él también había participado de la reunión, y entre el grupo de hombres que integraban la dirección del sindicato, era con el que podía discutir sin prejuicios los temas de la igualdad entre los géneros en la empresa.

- Hola Cecilia -saludó Víctor a su compañera. - Pensé que estarías aquí antes de irte a casa.

- Hola. Sí vine a poner orden a las ideas después de esta reunión tan poco fructífera.

- ¿Que fue lo que más te molestó? -preguntó Victor, sondeando el estado de ánimo de su compañera mientras se quitaba la chaqueta de cuero y la gorra vasca con la que acostumbraba a cubrir su cabeza.

- Deberías saberlo tan bien como yo - respondió con voz tensa Cecilia. - La indiferencia hacia el tema de la mujer en nuestro lugar de trabajo me causa una terrible decepción. Y a nivel nacional no es distinto. En estas reuniones siempre hay una mayoría de hombres que echan para atrás  mis planteos. 

- No deberías ser tan dura. Es difícil para estos veteranos, que todavía son mayoría, pensar en cambiar las reglas de juego a favor de las mujeres

- ¿Pero como es posible que no vean la injusticia en la diferencia de salarios entre hombres y mujeres? ¿Acaso no hacemos el mismo trabajo? ¿No se llenan la boca con el igualitarismo y la explotación injusta del obrero? - dijo Cecilia convencida que ese argumento debía ser decisivo para que se comprendieran que sin mujeres los hospitales, las escuelas, las fábricas y otros muchos servicios más elementales donde trabajaba una buena parte de la mano de obra femenina, se paralizaría.

Víctor se rascó la mejilla derecha y bebió un sorbo de su whisky. Se aflojó la corbata de color rojo y suspiró disimuladamente.  Sabía que Cecilia tenía razón, pero él había adoptado una posición neutral a la hora de discutir los temas salariales y las diferencias en las condiciones de trabajo entre hombres y mujeres. Sabía que los patrones presionaban a la dirección sindical para que obviaran el tema del salario igualitario, aunque resultara escandaloso a la vista de los resultados y las protestas. La prensa publicaba cifras sobre esas diferencias que en algunos sectores de la economía eran verdaderamente incuestionables. 
La espada de Damocles que tenían los sindicatos era la amenaza de la patronal de retirarse de la mesa de negociaciones. O en el peor de los casos, el cierre de las fuentes de trabajo.Y el gobierno temeroso del fantasma de la inflación, siempre amenazando en el horizonte, presionaba a su vez a los patrones y sindicatos. Nada de aumentos salariales descontrolados, era la advertencia que bajaba desde el palacio de gobierno.

- Reconozco la injusticia que viene de muy lejos -dijo Víctor. Pero estas cosas no se cambian de un día para el otro. Como miembro del partido de gobierno tengo que atender las razones políticas que frenan esos reclamos. La dirección del sindicato quiere que suavices el mensaje. De lo contrario la organización puede dividirse.

 - Sé que te debates entre una posición de apoyo a mis argumentos y a las razones que tiene el sindicato y el partido para seguir frenando nuestro reclamo - le dijo Cecilia. - Y tal vez seas sincero. Pero no te olvides que las mujeres somos las tres cuartas partes del personal de la empresa. Tenemos la fuerza potencial para causar un buen sacudón, pero todos especulan que somos débiles a la hora de de unirnos y enfrentarnos con la patronal, que todavía no somos un puño cerrado como los hombres cuando se organizan y luchan. Sin embargo te digo que voy a hacer todo lo posible para revertir esa situación. ¡Y al carajo con bajar el tono! - dijo con un grito contenido Cecilia con un mesiánico  brillo en los ojos.

 - Estoy convencido de que lo harás, pero será como luchar contra los molinos de viento. Los sindicatos, y el nuestro en particular, son menos fuertes de lo que parecen, - afirmó Víctor desesperanzado. - Y solo con una revuelta femenina no alcanza. 

 - Pues ya veremos-. Adiós. Te veo mañana en el trabajo - se despidió Cecilia furiosa mientras se ponía su abrigo negro de grueso paño y sacaba de uno de los bolsillos un gorro de piel que le cubría la cabeza y buena parte de la cara.

Afuera persistía el mal tiempo y ya se había hecho de noche cerrada en el mes de diciembre. Sin embargo la comuna había iluminado las calles principales con luces de muchos colores en espera de la Navidad. La gente encorvada por el frío pasaba apresurada cargando paquetes envueltos en papeles brillantes con cintas rojas, amarillas y verdes. Ella todavía no había tenido tiempo para las compras navideñas, pensó sintiéndose  culpable.

Con pasos lentos Cecilia enderezó hacia la parada del bus, pero no podía dejar de pensar en aquél tiempo cuando llegó como refugiada al país escandinavo donde tanto se hablaba de la justicia social, la libertad y la igualdad entre los ciudadanos sin importar el color, el género o sus convicciones políticas o religiosas. Veinte años después, luego de pasar por las distintas instancias por la que atravesaban la mayoría de los refugiados, es decir aprendizaje del idioma, estudios más avanzados para capacitarse en un oficio o profesión, en su caso ingeniera  electrónica, Cecilia comenzó a trabajar en una empresa perteneciente a un consorcio internacional sueco. Allí fue dándose cuenta de las diferencias que existían entre mujeres y hombres. Estos ocupaban generalmente los puestos más altos en la jerarquía de la empresa, y apenas alguna mujer lograba ocupar un puesto de mando.

 - Es un orden estructural que es muy difícil de romper, alentado además por la patronal - le había dicho Irene, la representante de las trabajadoras de la sección donde Cecilia se incorporó  por primera vez.

 - Estadísticamente según la patronal las mujeres hacemos uso de más días libres que los hombres por enfermedad, por el cuidado de nuestros hijos cuando enferman, el estrés, los embarazos y las licencias por maternidad. Todo eso nos mantiene mucho tiempo alejadas del trabajo. Esto lo aprovecha la patronal en nuestra contra para no subir los sueldos.  

- ¿Pero no hay buenos argumentos en contra de esa forma de ver las cosas?  ¿Es que acaso el cuidado de nuestros hijos no es también una inversión de la sociedad para el futuro? Más días de ausencia por enfermedad, ¿acaso cuando trabajamos no producimos tanto o más que los hombres? ¿A que no hay estadísticas sobre esto? ¿No sería posible mejorar la situación de la mujer a través de mayores impuestos a los sectores que apenas los pagan?

- Subir los impuestos es pecado, hablando en términos bíblicos. Actualmente es así, perderían votos ¿y a qué político le gusta perder el poder por una decisión de este tipo? ¿A favor de nosotras las mujeres? Pues todavía no se produjo ese milagro - le comentó Irene, a la que solo le faltaban seis meses para jubilarse.

Los años fueron transcurriendo y en cada negociación salarial Cecilia veía que se repetían las mismas pautas en la negociación. Las mujeres nunca llegaban a alcanzar el nivel salarial de los hombres a pesar que eran la base misma de toda la labor en la producción. Por eso decidió comprometerse y trabajar sindicalmente para tratar de influir en las decisiones del sindicato. Hacía ya doce años de su compromiso. Pero resumiendo todo lo que había vivido a lo largo de esos años, las cosas poco habían cambiado a pesar de su perseverancia.

Cecilia llegó al fin a la parada del bus, y allí esperó hasta que el bus 4 que la llevaba a su casa arribó, y junto a otros pasajeros se apresuró a entrar en el vehículo cuya atmósfera atemperada  los recibió con una caricia. Se bajó en la parada de su barrio, un complejo habitacional de los años 60, y caminó los cien metros que la separaban de su hogar. Allí encontró a Leandro, su marido, mirando la TV y a sus dos hijos, Alejandra y Mariano, jugando y correteando por los pasillos del apartamento.

- Hola cariño - la saludó Leandro - Los chicos no han comido nada desde que llegaron de la escuela. Y ahora dicen que tienen hambre. Compré unas salchichas y hamburguesas que están en la heladera. Cuando quieras podés hacer de comer y cenamos, amor… Yo también tengo hambre.