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lunes, 29 de diciembre de 2014

Fiestas navideñas con sabor amargo

Los que tuvimos la suerte de celebrar la tradicional fiesta cristiana de Navidad junto a la familia y la cercana fiesta pagana de Año Nuevo lejos de las guerras pero no ajenos a los conflictos sociales que nos rodean no podemos dejar de ignorar las penurias por la que pasan muchas personas marginadas del sistema. El debate constante entre la izquierda y la derecha es de qué forma se puede terminar con esa marginalidad, como integrar al individuo que fracasó en su recorrido por los institutos de enseñanza, si tuvo la fortuna de recorrerlos, y luego sin más oportunidades quedó colgado de la brocha, al decir de un viejo amigo. Aquí en España se da ese fenómeno donde su gobierno  anuncia todos los días el final de la crisis y la exitosa recuperación económica con cifras que solo muestran los niveles macroeconómicos que les anima a mentir cuando afirman que tiene el mayor crecimiento del PBI de Europa cuando en realidad es el quinto, según las estadísticas de la EU. Y a nivel del ciudadano común poco se nota ya que los ricos se vuelven mas ricos y los pobres mas pobres, una ecuación que no parece tener solución.

En muchos hogares españoles se ha comido lo que las campañas de solidaridad han podido reunir en sus intensos esfuerzos humanitarios que al final le sirven para amenguar la frustración y el desencanto de los que perdieron el trabajo, la vivienda y su dignidad. El nivel de frustración puede llevar a ciertas personas a hacer justicia por propia cuenta, aún siendo esa "justicia" desproporcionada a los ojos de las mayorías. Pero la impunidad lleva a muchos a retorcerse el cerebro para castigar a los responsables de tanta corrupción, arrogancia y mentiras. Tal es el caso del joven madrileño que cargado de dos garrafas de butano estrelló su coche en la sede del PP de la calle Génova en la capital. O la acción criminal de un afroamericano que mató a balazos a dos policías que patrullaban en Nueva York, acción que justificó antes de matarse como venganza  contra las autoridades policiales que en distintas partes de los EEUU han matado a afroamericanos sin motivo y han quedado libres de culpa. Francia también fue conmovida por casos similares de ataques sin aparente motivo o por algún "lobo sanitario" como denominan los ataques yihadistas que tienen otros motivos.

Los caminos de la frustración, el odio y la acción nihilista de destruir lo que mejor representa en ese momento la opresión  y al sistema puede convertirse en un fenómeno cada vez más frecuente cuando las personas se sienten acorraladas. La otra es huir como lo hacen miles de jóvenes a otros países donde le ofrecen trabajo y posibilidades de seguir desarrollándose en sus profesiones u oficios y con salarios más altos. La socialdemocracia que fue la fundadora del estado de bienestar cayó en la trampa del neoliberalismo en priorizar ante todo el tema de que el estado no podía endeudarse por encima de su PBI, con el costo social que eso ha significado al final del camino de esa estrategia.
"Austeridad es una palabra que Europa ha prostituido, hablemos en cambio de sobriedad" ha dicho el presidente uruguayo José Pepe Mujica a los que han querido escucharlo. El mercado y los capitalistas hacen caso omiso a estas palabras, conscientes o no que ese camino no tiene retorno. Ni la colonización de Marte y la Luna salvará a este maravilloso proyecto que ha sido la humanidad y la naturaleza que la rodea. Feliz Navidad! es un concepto cada vez más vacío de contenido si cerramos los ojos a lo que ocurre a nuestro alrededor.



jueves, 18 de diciembre de 2014

Una ley con tufo franquista

    España se tiñe cada vez más con los colores pardos característicos del fascismo. Ahora con la Ley de Seguridad Ciudadana la pone a la vanguardia de la UE en la represión de las protestas de sus propios ciudadanos. Es que el mal llamado Partido Popular desde que llegó al poder a fines del 2010 ha aprobado medidas tan impopulares cuyas consecuencias han dejado nuevas oleadas de desempleados que llegan a la escalofriante cifra de 5 millones de parados, decenas de miles de desahuciados, derechos laborales recortados, sueldos rebajados, sólo para nombrar algunas de las consecuencias. Ahora, con la gente en la calle protestando a menudo sin permiso de la autoridad, el gobierno de Mariano Rajoy y su mayoría parlamentaria, decidió ponerle mordaza a las protestas populares aún con el abierto rechazo de toda la oposición minoritaria. Y no solo con garrote.

El gobierno de Rajoy ha demostrado con esta ley la permanencia del franquismo entre los sectores sociales y sus representantes políticos de la derecha rica, arrogante y a menudo corrupta. Se han decidido a usar mano dura contra los ciudadanos perjudicados por esas políticas que ya no pueden quedarse sentados en el sofá de su casa, si aún la tienen, y se deciden a demostrar su ira y rebeldía contra decisiones que por ejemplo, hacen a los bancos dueños y señores de los millones de vidas arruinadas por las hipotecas, contra los patrones que despiden impunemente a sus trabajadores, la privatización de la educación y la salud pública, y la extendida corrupción entre viejos y nuevos ricos que todos los días pueblan los medios. El mejor ejemplo para mostrar el poder absoluto que ejercen los bancos sobre las personas es la ley que les permite seguir cobrando la hipoteca aún cuando la persona haya entregado la vivienda al banco cuando la deuda no puede ser pagada. Una deuda que lo persiguirá el resto de su vida ya que los bancos tienen esa posibilidad, y hasta ahora no han renunciado a ella.


Las decisiones de aprobar entonces la llamada ley mordaza persigue poner fin a lo que los escudos y garrotes de la policía no pueden detener. El gobierno del PP piensa que la gente ante la amenaza de un nuevo mazazo económico se ponga por propia voluntad y miedo la mordaza y los grilletes ante el riesgo de tener que pagar entre 30 000 y 600 000 euros, (sí esas son las sumas mínima y máxima) dependiendo de dónde y porqué se le ocurrió protestar sin el permiso policial. De esta manera se le da además a la policía la posibilidad de decidir por cuenta propia como si fuera la de tránsito, la suma con la que el manifestante deberá pagar por su atrevimiento de desafiar al régimen. Los jueces no tendrán oportunidad de intervenir. Una indefensión total del ciudadano ante un estado policial que crece a medida que el pueblo se vuelve más díscolo y demuestra su rebeldía en la calle. El mal llamado Partido Popular debería denominarse Partido del Postfranquismo, así sus siglas PP coinciden mucho mejor con su verdadera identidad. Y la gaviota reemplazarla con un buitre. Pero hasta en esos detalles los ”populares” son unos verdaderos farsantes.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Las trampas del subconciente

Se va a convertir en un clásico de los refranes "enrocados". El hecho fue el siguiente. Uno de los tantos imputados del Partido Popular de Valencia, Juan Cotino, ex-presidente de las Cortes Valencianas, que pasó por el despacho del juez José Ceres, miembro del Tribunal Superior Valenciano por haber beneficiado a la llamada trama Gurtel cuando el Papa Benedicto XVI visitó Valencia en 2006. Resulta que la organización del evento le costó a los contribuyentes valencianos  7,4 millones de euros cuando los cálculos más correctos lo fijarían en 3 millones de euros. A la salida de su encuentro con el juez Ceres, Juan Cotino declaró a las medios que él estaba limpio de cualquier sospecha y que nunca había contribuido a la presunta estafa que fueron objeto los valencianos.

En una de sus respuestas y para dejar bien aclarada su inocencia declaró en tono jocoso: "Puedo haber metido la mano en la lata pero nunca la pata". Inmediatamente trató de corregirse al darse cuenta que el refrán era " Podremos meter la pata pero nunca la mano en la lata" . Una mala jugada del subconsciente si es que está mintiendo descaradamente a los valencianos, a la justicia y al propio Dios de la iglesia católica del que se dice ser fiel creyente.

Juan Cotino tiene todo el derecho y el crédito de ser tratado como inocente hasta que no se compruebe lo contrario. Pero su rol en la organización de aquél evento era clave y es prácticamente imposible no sospechar que tenía que conocer la magnitud de la presunta estafa que se estaba organizando. Tal vez él personalmente no se benefició ni con un euro, pero si fue cómplice de la estafa mirando para otro lado cuando debía tener y conocer todos los elementos y costos que significaba la visita del Papa, y como presidente de las Cortes Valencianas haberla detenido, habla mucho del grado de corrupción que carcome el sistema político de este país. Muchos se preguntan: Cuando terminarán de salir los cadáveres  del guardarropa de la sociedad española?