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miércoles, 31 de enero de 2024

Un cementerio gigante a orillas del mar Mediterráneo

 

Duele escribir sobre estos temas cuando la dimensión de una tragedia crece por cada día que pasa. La franja de Gaza se ha convertido en una gigantesco cementerio donde los cadávares son sepultados en jardines, patios traseros y cualquier otro terreno libre que pueda excavarse en medio de la destrucción masiva de los edificios y hospitales. Ya se han sepultado a más de 26 500 personas, el 70% mujeres y niños, mientras que los combatientes de Hamas, se cuentan hasta ahora en unos 9 000, según fuentes israelíes.  Es decir, una tercera parte de las víctimas son combatientes, el resto bajas colaterales, como les llaman los señores de la guerra. 

A pesar de haber transcurrido más de dos meses de la invasión a Gaza, no parece que Hamas haya sido derrotada militarmente, y hay serias dudas de que su final político esté cerca. Al contrario, nuevos frentes militares en Medio Oriente se abren, con ataques a militares de EEUU y a barcos mercantes desde Yemen, Irak, Jordania, Líbano, lo que exige represalias y así ¿hasta cuando?

En ese infierno de metralla y balas, la población civil testimonia, impotente, acorralada por fronteras inexpugnables, cómo los 365 kms2 del territorio de Gaza se convierten en ese campo de exterminio en nombre del derecho a defenderse de Israel por los 1200 muertos israelíes y los más de 200 rehenes que tomó Hamas aquel día de octubre. Pero detrás de la decisión de defenderse del terrorismo de Hamas, hay una intención colonialista que cada día queda más clara, la de convertir a los sobrevivientes de esta masacre, que muchos llaman genocidio, en una zona de zombies, viviendo entre los escombros por largo tiempo, sometidos y obedientes a las normas que imponga el gobierno de Israel. Esa es la intención, si lo logran sin causar una guerra aún más extendida en la región, algo que está por verse. El control que Netanyahu y sus aliados de extrema derecha y ortodoxos religiosos creen tener sobre los acontecimientos, se les puede escapar de las manos, y los daños directos e indirectos a la población de Israel, pueden ser aún mayores que la seguridad que creen les brinda esta guerra contra Hamas y los palestinos. El miedo a morir es el sentimiento dominante en ellos hoy, pero el odio de las nuevas generaciones hará aún más profundo en el futuro este conflicto con consecuencias imprevisibles.

 A esto podemos sumarle la hipocresía de algunos países occidentales, entre ellos Suecia, EEUU, Gran Bretaña, Alemania, etc. de suspender la ayuda humanitaria a UNWRA (Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente) ante una denuncia de Israel de que doce de sus funcionarios participaron en el ataque terrorista a Israel de Hamas el 7 de octubre pasado. UNWRA tiene en todo Medio Oriente unos 30 000 funcionarios (1200 en Gaza) que trabajan en varios sectores de la ayuda, educación escolar, salud, alimentación, alojamiento, etc. en los campamentos de refugiados palestinos. Que una buena parte de esa ayuda arriesgue ser paralizada por la acusación a esos doce funcionarios de haber participado del ataque, es pura demagogia y un oportuno golpe para acorralar aún más a los civiles palestinos, con la colaboración de las cacareadas democracias occidentales que, al mismo tiempo le exigen a Netanyahu y a su gobierno, que acepte la solución de los dos estados. Es cierto, no serían excluyentes, pero mientras que esta última es abstracta y sin resultados hasta ahora, la primera arriesga a ser una máquina excavadora más para agrandar ese gigantesco cementerio a orillas del Mediterráneo.

Si este espacio te parece interesante te agradezco que lo reenvíes a personas que se preocupan por estos temas, ya sea que estos sean tratados con un carácter serio o en tono humorístico. Las vergüenzas del poder también tienen su lado jocoso o muy serio cuando se desnudan por haber sido exhibidas descaradamente. Otros fenómenos sociales también cobran actualidad. O deja un comentario si deseas aportar una opinión sobre el tema. Aquí abajo hay posibilidades de hacerlo. Gracias por tu interés. Y suscríbete, es gratis.

jueves, 25 de enero de 2024

Encuentros casuales y confesiones sinceras

 La suerte de los inmigrantes en cualquier país que se encuentren depende, entre otros factores, de su habilidad para adaptarse a la nueva realidad, a su propia capacitación, educación y resilencia ( palabra tan de moda) y, también, la suerte en encontrarse con otras personas que quieran ayudarles a iniciar su nueva vida o, por el contrario, pongan piedras en el camino. Recorriendo el sur de España, me encontré por casualidad con dos  mujeres colombianas en distintos ámbitos y pude conocer de cerca las situaciones y las circunstancias en la que se hallaban como inmigrantes.


Torrox Costa. Andalucía.

Con la primera coincidimos en el mismo autobús que nos llevaba de la pequeña Torrox Costa a Málaga. Yo venía de visitar a unos amigos y me había sentado junto a la ventanilla para observar el paisaje andaluz, cuando un grupo de pasajeros llegó a último momento, atrasando la partida con la buena voluntad del conductor. Varios de ellos pasaron de largo del  asiento libre a mi lado, hasta que una mujer, en cambio, me preguntó si podía sentarse en el lugar que estaba libre. Por supuesto, respondí, y acomodé la mochila que estaba ubicada en el asiento en mi falda. Calculé que por su apariencia y tono de voz era sin dudas colombiana, no tendría más de treinta años, de piel negra azabache y pelo crespo sostenido por un pinzas y broches de vivos colores.

Para mi pesar, la joven sostenía una conversación telefónica que no había cortado al subir al autobús, y siguió hablando en voz bastante alta sin guardar reparos, a pesar de que se trataba de un tema familiar. Después de unos  kilómetros recorridos, llegamos a Torre del Mar, y esta vez cambió de interlocutor por medio del modo de charla por vídeo. Cuando finalmente apagó el celular, no pude ocultar cierta irritación que disfracé con buen tono, y le dije que me estaba enterando de su vida privada, si esto no la molestaba. Para mi sorpresa ella sonrió despreocupada, y me pidió disculpas. Tuve que suponer que del lugar de donde venía, esas conversaciones también eran públicas, sin que a los implicados no les importara que los demás escucharan. Mi hermetismo rioplatense recibió una cornada.


Roto el hielo de mi parte, la muchacha se presentó extendiendo la mano. “Me  llamo Valery y disculpa si te he molestado” dijo todavía sonriendo despreocupada. Me preguntó si era argentino, algo común cuando la gente no distingue entre porteños, uruguayos, salteños o entrerrianos. Tenemos expresiones y ciertas palabras en común y alcanza para confundirnos. Pronunciar la “elle” como “y” tampoco pasa desapercibido. Para mí, que conozco a muchos colombianos por haber estado allí, y trabajado con algunos de ellos, no fue difícil ubicar su procedencia, aunque no podía deducir de qué lugar venía ella de la extensa Colombia. Después del rutinario intercambio de detalles de orígenes y el destino del viaje, Valery me contó que era de Cali, “del valle”, recalcó con énfasis. ¿Una distinción importante para los caleños? Sea como sea, iba a Málaga para arreglar algunos asuntos personales y preparar su viaje de regreso a Colombia para asistir a una hermana enferma, me contó.


Eso era una sólo una parte de una situación más dramática, me enteraría después por esta Valery tan abierta para la comunicación. Se había quedado sin trabajo a causa de un incendio en el restaurante donde había trabajado hasta hacía pocos días. Sospechaba que su patrón, también colombiano, había sido víctima de un atentado por parte de algún grupo mafioso, por deudas, negocios turbios con bandas criminales o, en última instancia, un incendio provocado por él mismo para cobrar el seguro y escapar de un negocio que no marchaba del todo bien, deducía ella sin ocultar su frustración. La policía tal vez aclare las causas de ese incendio y la suerte de su antiguo patrón, le dije a modo de consuelo. Sonrió descreída. En todo caso, como trabajaba en negro por estar ilegal, no recibirá ninguna compensación por su cesantía. Su estado de ánimo era la de una persona que pasaba  de un presente oscuro y un futuro incierto, pero, con ese espíritu optimista caribeño, tejiendo nuevas expectativas sin rendirse, es decir continuar luchando por su supervivencia , si no era en España, sería en EE.UU. Al parecer, tenía una posibilidad en caso de que fracasara ingresar a España en febrero, cuando pensaba regresar. Una vez que le sellaran el pasaporte de salida en Barajas, el regreso sería imposible por estar ilegal con la visa vencida. Sin embargo, especulaba que si entraba por un tercer país de la UE, tal vez lograra atravesar la frontera por el País Vasco, Cataluña o Extremadura. Tenía que pensarlo bien, me dijo al despedirse en la estación de autobuses de Málaga. Preocupada, pero optimista, se alejó con paso decidido.


Mercado de Benalúa. Alicante.

A Sara, la segunda colombiana, la encontré en el mercado del barrio de Benalúa, en Alicante. Estaba curioso por conocer ese lugar. Nunca lo había visitado, y pensaba que sería una colmena de humanos alrededor de los puestos de venta, curioseando y comprando los productos que se ofrecían. Apenas atravesé la puerta de vidrio corrediza de entrada, la desilusión fue muy grande al ver lo pequeño que era y la poca gente presente. En mi fantasía había recreado un ambiente muy grande y concurrido por los clientes curiosos y entusiastas por adquirir   carnes, verduras, frutas, quesos y otras delicias del campo. En verdad me esperaba algo más grande, con más clientes en busca de una alternativa más barata y de mayor calidad que la que ofrecen los supermercados, pero no fue así. Poca gente a esa hora, cerca del mediodía, y muchos puestos cerrados y la mayoría de reducido tamaño. 

De todos modos di una vuelta alrededor de los puestos abiertos para ver qué ofrecían y, como había hecho una larga caminata de más de una hora, me detuve en uno de los que servían cerveza, para tomarme una caña y aplacar la sed que me raspaba la garganta.

Detrás del mostrador con forma de ele, estaba Sara, me enteraría después de su nombre, una mujer de unos cuarenta años, rostro redondo, donde por sus rasgos conviven una mezcla de genes de blancos e indígenas mezclados, pude deducir con riesgo a equivocarme, por supuesto. Ella estaba parada en un cubículo de no más de tres metros cuadrados, rodeada de una máquina de café expreso, algunas botellas de vinos, vermut, vodka y ron, en un estante empotrado en la pared, una heladera pequeña en un rincón, el dispositivo para servir cerveza de barril junto al mostrador y, a un costado, en la parte delantera, detrás de un vidrio algo opaco por el tiempo, y sobre un pequeño estante, una pálida tortilla de papas y una tarta de espinaca que esperaban algún cliente con apetito.


Me senté en uno de los altos taburetes frente al reducido mostrador y pedí la cerveza que mi garganta me pedía a gritos. Tenían una sola marca, la Estrella Damm, de origen catalán, fábrica fundada por un alemán, que bautizó modestamente con su apellido a esta generosa bebida, en 1876. 

Pedí unos maníes, o cacahuates en la jerga local, y le pregunté rutinariamente de dónde venía, y confirmó mi sospecha de que era colombiana. Completados los intercambios de nombres y procedencias, ella venía también de Cali, “del valle”, también enfatizó . Le pregunté porqué estaba tan poco concurrido el mercado ese día y, curiosamente, casi la mitad de los puestos cerrados. Según me contó, hacía apenas dos meses que ella estaba en España, y quince días que se movía en aquel cubículo de reducidas dimensiones. Los días lunes la concurrencia de clientes mermaba, había podido comprobar en esas pocas semanas que estaba allí. La gente volvía los martes o miércoles y preferentemente los jueves, y los fines de semana también, aseguró. 

Tenía familia que, aunque no precisó de quienes se trataba, estaban también implicados en el pequeño negocio. La marcha del mismo no era muy promisoria por el momento, pero tenía esperanzas de que se reabrieran los puestos cerrados desde hacía un tiempo en el mercado, con nuevos propietarios y ofertas de productos; la clientela regresara en mayor número al local y su propio puesto marchara mejor. Los mercadillos de los jueves, en la calle vecina, animaban también a los visitantes a consumir más en su puesto ese día, así que “por ahora se las apañaba”, dijo con voz esperanzadora. Eso sí, extrañaba a su ciudad natal y a la familia que dejó atrás, madre y padre, así como otros familiares. Pero lo mismo que Valery, no encontraban en Colombia posibilidades de poder salir adelante con sus vidas, en un ambiente muy complicado debido a la corrupción, la violencia y la debilidad de las autoridades en controlar la situación. ¿El gobierno de Petro no le había despertado alguna esperanza? Le pregunté. Pues no, todavía no se habían notado cambios y la intención de subir los impuestos, que creía que era inminente, impedía a los pequeños emprendedores a continuar con sus actividades. Probablemente esos nefastos augurios eran más producto de la desinformación de la oposición que una realidad. Pero cuando los medios operan en contra de un gobierno que pretende reformar el viejo régimen, las noticias falsas invaden la atmósfera mediática. Esto desplaza temas como las consecuencias del accionar del crimen organizado, las funestas políticas neoliberales que azotaron a Colombia a lo largo de su historia, los asesinatos entre bandas criminales, el desplazamiento de los campesinos por los grandes capitales en el campo, etc. No obstante, la desconfianza a los políticos y a las instituciones, a veces justificada por las duras experiencias que muchos han vivido,  es visceral. Valery tenía la misma opinión, a pesar de haber sufrido durante toda su vida gobiernos que explotaron al máximo a sus poblaciones sin ofrecerles más que la oportunidad de abandonar el país. 


Estas dos personas obligadas a emigrar, son un ejemplo más de la inmensa brecha que separa a los pueblos de América Latina  de las élites que todavía campean a sus anchas en el continente, a pesar de los esfuerzos que algunos proyectos progresistas de izquierda han tratado de llevar adelante para corregir tremendas desigualdades. Y si estamos a 90 segundos como señala el “reloj del fin del mundo” de la destrucción de la civilización humana a causa del cambio climático y los conflictos bélicos que pululan por algunas regiones del mundo, no hay mucho espacio para el optimismo, aunque muchos no se enteren. Continuar con las rutinas  diarias nos ayuda a seguir remando junto a los seres queridos o en la soledad para no sucumbir. El conformismo es parte de nuestra humanidad, aunque siempre hay algún resorte de rebeldía escondido y que ojalá, salte algún día por los aires.

 ¿Retomaremos el camino de la cordura, la empatía y la solidaridad con los que están tirados en la lona? ¿O seguiremos en el horno hasta achicharrarnos finalmente en Gaza, Ucrania, Yemen, Líbano, Israel, Irán, solo para empezar?

viernes, 12 de enero de 2024

Los eternos soldados de terracota



 

El emperador chino Qin Shi Huang soñó una vida después de la muerte rodeado de todo lo que lo protegió y disfrutó en su vida como el hombre todopoderoso que era, quien además no solo construyó el primer imperio chino después de derrotar a numerosos reyes y dinastías vecinas entre el 221-206 AC. (La continuaría la dinastía Han desde el 206 AC al 25 DC), también se las ingenió para construir gigantescas obras que perduran hasta hoy. 

En su visión sobre la vida en el próximo mundo de los muertos,   hizo construir un mausoleo que en realidad no debía ser visto por las futuras generaciones porque pertenecía a otra dimensión, es decir al reino de los muertos. Por eso fue enterrado con cierta profundidad para esconderlo de los ojos de los vivos. La superficie del nuevo reino de ultratumba de Qin, descubierto por casualidad por unos campesinos que excavaban en el terreno en 1974, abarca  2,13 kms2, pero todo su conjunto comprende nada menos que unos 60 kms2, donde se alternan parques y diferentes espacios en honor al emperador y, resguardando la seguridad del imperio, las tumbas de los 8000 soldados de terracota listos para defenderlo; además también están allí el personal de distintas categorías del palacio, animales de granja o de pura decoración. Incluso allí se encuentra la tumba colectiva de miles de obreros, orfebres, escultores, artesanos de todo tipo que sucumbieron durante aquellas casi cuatro décadas de trabajo.  Se calcula que durante ese periodo trabajaron unos 700 000 obreros de todas las categorías y género. Brazos, manos e ingenio, de esclavos y hombres libres, recrearon el mundo del emperador, quien con sus campañas militares había derrotado militarmente a todos los otros reyes chinos de otras dinastías vecinas, uniendo así en un solo imperio, lo que se convertiría en el más poderoso reino asiático de la época. Y Qin no se conformó con
ello. También mandó a construir la primera fase de la gran muralla China. Entonces vivían 60 millones de habitantes en el imperio. Fuerza de trabajo no faltaba y tampoco prisioneros de guerra.

Como la mayoría de los emperadores de la Antigüedad, en su grandeza y egolatría, Qin se creyó inmortal, como los faraones o, posteriormente, los emperadores romanos, que también fueron convertidos, convenientemente por sus descendientes, en dioses. Qin quería ser recordado como un verdadero líder inmortal que seguiría reinando en el reino del más allá. 


En una muestra única en este momento en Europa, el museo arqueológico MARQ, de  Alicante, expone esta espectacular muestra de poder, creatividad y destreza del pueblo chino, que lleva miles de años aceptando las reglas del juego que impone el emperador o, en la edad moderna, el partido de turno. Claro, las condiciones son diferentes para quienes hoy se desempeñan en China como asalariados, ya que el poder de compra de los chinos crece cada año, aunque existan lugares como HongKong donde miles de trabajadores viven todavía en  “jaulas” o “ataúdes” como les llaman, de dos metros cuadrados, porque el precio de una vivienda o el alquiler es inalcanzable para la categoría más baja de salarios para los que están empleados en los sectores de trabajos no calificados.  


La China de hoy, con su cultura e historia, muy distinta a la nuestra occidental, muestra también de lo que es capaz de realizar en poco menos de medio siglo, en base a esa férrea disciplina y ambición de convertirse en la nación más poderosa del planeta. Xi Jinping va camino a ello, sin necesidad de las batallas militares del emperador Qin, Bueno, por ahora no parece estar interesado, aunque muestre los músculos a quien quiera verlo. Su estrategia es más sutil. El comercio y las inversiones en los países que le interesan, van tejiendo el camino de la seda, o la telaraña de ese noble material regurgitado por los gusanos, donde todos parecen encontrarse a gusto (menos El presidente Javier Milei y su ministra Mondino de RREE) cuando escuchan retumbar el poderoso Gong , cuyo sonido proviene de Pekín, en las madrugadas, cuando es hora de levantarse para ir a trabajar. Viendo las crisis por las que atraviesan nuestras democracias y otras dominadas por el autoritarismo, guerras, fascismo, neoliberalismo, corrupción, delincuencia organizada, narcotráfico, y mucho, mucho más, probablemente en poco tiempo, todos estemos mirando al Imperio del Sol Naciente, que ya no es Japón, sino su vecino continental con el dragón como símbolo.


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lunes, 8 de enero de 2024

La sociedad de la nieve. Un drama de alto voltaje.

 Hay películas que se te meten debajo de la piel por un buen rato. La sociedad de la nieve es una de ellas. Dirigida por el catalán J.A.Bayona, es un drama sobre la tragedia vivida por el grupo de 45 personas entre jugadores de rugby, amigos y familiares, de los cuales solo sobrevivieron 29 y, con el pasar de las semanas, solo permanecerían 16 con vida, después de estar 71 días atrapados en la cordillera de los Andes. Los detalles de la historia han sido contados muchas veces y mostrados en documentales, otras películas y libros donde los sobrevivientes contribuyeron con su historia. No me voy a detener en los detalles sino en el valor artístico y humano de la producción de Netflix y el trabajo de sus creadores.



Prefiero referirme a eso y destacar en esta crónica el fantástico trabajo de los actores para transmitir la alegría del viaje, el clima de fiesta en la cabina del avión,  romas y manotazos de jóvenes entusiasmados con la aventura del viaje, que luego inesperadamente se intercambia con el dolor, la angustia, el horror, la desesperación, el abatimiento , la esperanza ante decisiones en que les iba la vida, y mucho más. El director J.A.Bayona es un verdadero maestro de la conducción de un equipo de jóvenes actores, con más o menos experiencias en cine, más o menos novatos, pero que se dejan la piel en una filmación que tomó largo tiempo en condiciones ambientales muy exigentes y difíciles. 

Completando la actuación de los protagonistas hay que magnificar el trabajo del fotógrafo uruguayo Pedro Luque, que obtiene de esos rostros magullados, de esos cuerpos vapuleados, la chispa que aún vive o que se apaga en esos jóvenes que no quieren morir en ese desierto de nieve. Son primeros planos que te llevan al interior opresivo de esa cabina destrozada del avión, donde los que logran sobrevivir hacen lo imposible por no morir de frío y de hambre. La iluminación, la música, los efectos de sonido que acompañan algunas escenas son excelentes y complementan una atmósfera donde reina la muerte de amigos y familiares, rodeada del blanco de las montañas y la altura de sus picos que parecen inalcanzables.

No obstante, la voluntad inquebrantable de dos protagonistas de aquella tragedia, Nando Parrado y Roberto Canessa, después de una increíble y heroica travesía de diez días a través de las montañas, llegan por fin al lugar donde se encuentran con Juan Catalán, un arriero que se transforma en la tabla de salvación para las víctimas del accidente, y donde comienza la misión de recatarlos, mientras el resto cuyas vidas penden de un hilo y de la suerte de que los encuentren, esperan en el fuselaje destruido del avión.
Sin dudas una película que llega muy profundo, que en ocasiones te quita la respiración, donde el hilo conductor es el relato de uno de los protagonistas, Numa Turcatti, joven estudiante de abogacía, que no pertenecía al equipo de rugby, pero que su amigo Alfredo Delgado lo convenció para que los acompañara. Numa es un personaje interpretado de forma estupenda por Enzo Vogrincic, quien nos conduce a lo largo de la película por medio de su compromiso solidario con el grupo de sobrevivientes y la interacción con los demás protagonistas comprometidos en salir con vida de aquel infierno helado, o posteriormente a través de sus pensamientos, que escuchamos con su voz en off, una voz que si bien es personal, representa la voz de todos, a mi entender, vivos y muertosNo hay dudas, Bayona es un maestro en lograr tocar las fibras más sensibles e íntimas de nuestro corazón.

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viernes, 5 de enero de 2024

Las dos Españas

 

Quien visite en estos días al país ibérico se encontrará con algunos fenómenos que son típicos de esta sociedad en el mes de enero, y que los medios, sobre todo la TV pública y privada, azuzan febrilmente en una frenética ola de reportajes a niños y adultos: la llegada de los Reyes Magos y la lotería de Reyes coinciden en una de las manipulaciones  más retorcidas de todos los tiempos.





La caza del número de lotería que te dará la felicidad es el objetivo de millones de españoles que hacen cola en las agencias de loterías y que, ingenuamente ilusionados, enfrentan a las cámaras con la mirada encendida, pensando que ese número que desean comprar les entregará por fin el premio que se merecían ante tantos sacrificios, seguramente muy reales y penosos. Un fatuo consuelo, pero que los humanos nos hemos inventado para aliviar la herida, cualquiera que esta sea y muy acompasada a los tiempos de pocas certezas y confusión. 


 Lo de los Reyes Magos es otro fenómeno dirigido a los niños y niñas que viven la ilusión de ese regalo que llegará en las bolsas de los tres monarcas, sí monarcas que entregarán a Maria y José los regalos que no quedaron extrañamente expuestos en algún museo para las posteriores generaciones. Aquí la manipulación comercial que se hace de los menores de edad y sus mayores es consecuente con los tiempos de consumismo desenfrenado y donde las astutas empresas multiplican la publicidad adornada con una pátina de santidad y religiosidad, muy conveniente en estos tiempos donde la Iglesia y sus obispos tratan de esquivar el impacto del informe del Defensor del Pueblo sobre los abusos sexuales cometidos por los santos, con y sin sotana, bajo la mirada del Señor que todo lo perdona. Según los cálculos extrapolados por algunos de los abusados y organizaciones que los respaldan, entre 1945-2020 unos 400 000 niños y niñas habrían sido víctimas de la pederastia de los santos varones de sotana o de los laicos que trabajan en organizaciones de apoyo a la iglesia. La BBC en español tiene un excelente artículo sobre la lucha de Miguel Hurtado, quien durante toda su vida de adulto sigue luchando por reivindicar su derecho a que la iglesia reconozca no sólo el abuso sexual del que fue objeto en su adolescencia por un monje en la famosa abadía de Motserrat, en Barcelona, sino que ese delito no prescriba en España.

Y para quitarle dramatismo a esta triste historia de la institución más antigua en occidentew, que ha engañado a tantas familias sobre la santidad de sus hombres de negro, pasamos a la otra febril búsqueda de estos días, el roscón de reyes, que no podía tener otro nombre que no simbolice al monarca, tan caro al imaginario de la gente de este país. Programas enteros sobre este fenómeno de la repostería peninsular, y sus cualidades y variaciones, precios y famas ganadas de las panaderías que los elaboran, llenan relatos ante las cámaras que corren entre las colas de las agencias de loterías a las de las panaderías que venden el roscón.


Estas son las dos Españas, la de la fantasía que alimenta los sueños de ganar a la lotería, comer el mejor roscón del año, recibir un regalo traído en camello y ocultar todo lo posible la pederastia de los hombres de negro de la Santa Iglesia.


Españolito que vienes

al mundo te guarde Dios.

Una de las dos Españas

ha de helarte el corazón.


Antonio Machado


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