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jueves, 31 de marzo de 2011

Daños colaterales

La "injerencia humanitaria" que la ONU decidió para Libia y que la OTAN hoy lidera comienza a entrar en una fase donde el desenlace es cada vez más incierto.
Así se ha echado combustible a otro conflicto bélico en el mundo cuando la intención parecía ser otra, es decir proteger la población civil de los ataques aéreos indiscriminados contra los habitantes de la ciudad Bengasi, donde empezó todo, y evitar una guerra civil.
Esta estrategia no parece ser una tarea fácil ni exenta de daños colaterales como muchos lo pronosticaban, ya que puede tener consecuencias impredecibles para Libia y la región. Por un lado porque Gadafi tiene apoyo entre una buena parte de los habitantes del país,  y el respaldo de un ejército que todavía es leal a  su líder por la simple razón que la mayoría de los oficiales pertenecen a la tribu de Gadafi. Y por otro, porque esa oposición - los rebeldes- está compuesta por grupos heterogéneos que apenas cuenta con líderes políticos de jerarquía. O de jefes militares que logren organizar debidamente a los voluntarios que no disponen ni de armas ni de entrenamiento militar para una confrontación bélica importante. Solo cuentan con el titubeante apoyo aéreo de la OTAN. Hasta ahora han logrado hacerse de algunas ciudades, pero apenas los aviones de la Alianza desaparecen del cielo vuelven a perder el terreno ganado y huyen despavoridos.

Gadafi ha sido un dictador con un perfil fuerte, exótico y controvertido, a veces payasesco y cruel con sus enemigos,  pero logró entablar acuerdos políticos con las tribus y los clanes que habían sostenido hasta ahora la estructura política y social del país*. No precisó de genocidios para tejer una resistente trama de alianzas con los líderes de esos clanes para mantenerse en el poder. Hasta que algunos de estos líderes locales decidieron rebelarse aprovechando la onda expansiva de las rebeliones de Egipto, Túnez y otros países árabes vecinos. Se habla de miles de muertos a manos de las tropas libias cuando las protestas pacíficas se iniciaron en Bengazi. Lo cual fue el motivo para la intervención internacional. Sin embargo el foreign office británico reveló hoy que sólo han perdido la vida unas 1000 personas hasta ahora en el conflicto libio.
Algunos de aquéllos líderes de las tribus y clanes  le han dado hoy la espalda a Gadafi porque después de cuarenta años quieren más participación en el poder, y más recursos económicos que el petróleo origina y que hasta ahora sólo Gadafi controlaba y repartía según su propio criterio. Durante cuatro décadas logró mantener ese equilibrio entre las tribus, y de ser acusado por instigar al terrorismo por el atentado a un avión de Pan Am que cayó en Lockerbie, Escocia, pasó a ser uno de los líderes árabes más mimados, junto a Mubarak, por Occidente. Su condición de dictador no le preocupó ni a los gobiernos de Francia, España o Italia, ni a los de EEUU en los últimos años,  a la hora de hacer negocios o acuerdos para detener el avance de Al Quaeda o la inmigración ilegal. Al contrario, le compraban el petróleo y le vendían armas, las mismas que hoy destruyen los aviones franceses o británicos. Berlusconi lo invitó a una conferencia del G20 en 2009, y el propio Gadafi recibió a muchos líderes europeos en su famosa tienda, la jaima de campo, donde habitualmente dirigía los asuntos de gobierno. El otro día en Londres el mensaje era otro: "Muamar el Gadafi y su régimen han perdido completamente su legitimidad y tendrán que rendir cuentas por sus acciones" reza el comunicado final.

Los líderes latinoamericanos por distintas razones han mostrado mayoritariamente su rechazo o sus dudas a la decisión de "injerencia humanitaria" de la OTAN en nombre de la ONU, ya que los bombardeos no han sido hasta ahora solo para neutralizar a los aviones de Gadafi como estaba previsto por la resolución 1973, sino que se han usado para bombardear las baterías o blindados gadafistas y apoyar así el avance de los rebeldes. Los aviones libios permanecen en sus hangares o están destruidos. Y esos bombardeos aliados también han causado víctimas civiles a pesar de las promesas de que no habría daños colaterales, es decir víctimas civiles. El Vaticano acaba de denunciar la muerte de 40 civiles en Trípoli.
La neutral Suecia también se ha sumado a la cruzada contra Gadafi y enviará ocho aviones de caza para vigilar las zonas de exclusión aérea aunque no atacarían posiciones terrestres o marítimas. Falta solo el visto bueno del parlamento sueco- que está descontado porque la mayoría está de acuerdo, incluso el Partido de Izquierda  votará a favor. El único que se opone es el ultraderechista Partido de los Demócratas Suecos.
Por otro lado el presidente de EEUU Barack Obama, a insinuado que su gobierno está considerando entregarle armas a los rebeldes, aunque hay información contradictoria sobre este asunto. Un desliz de la administración Obama que ahora se quiere tapar?
Una vez más la teoría de que la democracia y la libertad se pueden conquistar interviniendo desde afuera, con la excusa de que debe protegerse a la población civil u otro argumento parecido, demuestra el cinismo de las potencias occidentales cuando por un lado hacen negocios con las dictaduras y las apoyan mientras les conviene, y luego les dan la espalda y las bombardean en nombre de la libertad y de ese pueblo al que hasta hacía poco habían ignorado.

Gadafi, después de cuarenta años en el poder debería dejar vía libre a nuevas formas democráticas   de gobernar a su país. Pero deben ser lo libios los que funden esas nuevas bases políticas y de poder en consenso, y no las potencias extranjeras que si no nos equivocamos, sólo intervienen cuando el abastecimiento de esa substancia negra y espesa está amenazada, de lo contrario miran para otro lado y dejan que las empresas sigan haciendo negocios lucrativos, es decir business as usual.


* En Libia existen 32 tribus poderosas (Hay unas 140 tribus y grandes familias influyentes) con diversos clanes.

miércoles, 23 de marzo de 2011

La frontera invisible


La carretera asfaltada es una serpiente negra entre el verde de la selva y las plantaciones de caña de azúcar y banano que se extienden a ambos lados de la ruta 34 en el valle del Zenta donde está asentada la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán en la provincia de Salta, Argentina. Un nombre sugestivo que rememora los años de la conquista española cuando Ramón Gracía de León y Pizarro la fundó allá por 1794. Casualmente Pizarro había nacido en Orán, Argelia. La ruta 34 o la ruta de "los bagayeros"  termina en el puente sobre el río Bermejo, un caudaloso y torrentoso río que en este lugar se desliza entre altos cerros de apretada vegetación. Cruzando el puente nos encontramos en territorio boliviano, en la localidad de Bermejo, una ciudad que ha crecido al impulso del comercio con el país vecino. El puente construido hace poco, une a las dos naciones y es atravesado por miles de personas cada día en ómnibus, autos y camiones que esquivan peligrosamente a ese otro grupo de personas que prefiere llevar sobre sus hombros los pesados bultos con productos de diverso tipo envueltos en fuertes telas plásticas. O los transportan en carritos de dos ruedas cuando la carga es más pesada. Todos vienen del extenso mercado en que se ha convertido la localidad de Bermejo, principalmente para los argentinos, aunque también de otras partes de Bolivia. Las crisis políticas y económicas de ambos países han tenido sus flujos y reflujos, afectando ese comercio, pero en general son los argentinos, con mayor poder adquisitivo, los que se desplazan hasta Bermejo para comprar a bajo precio ropa, zapatos, enseres de cocina, electrodomésticos, computadoras, teléfonos móbiles, televisores, etc.

Antes de llegar al puente hay dos puestos de la gendarmería argentina, donde se controla la identidad de los viajeros y sus equipajes. Una vez del lado boliviano se controla también por soldados bolivianos quiénes llegan y quiénes parten del país, un trámite que suele ser rápido y sin mayores contratiempos. Cuando estamos frente a la barrera que baja y sube un soldado se detiene frente a nosotros un pequeño autobús del cual desciende un grupo de mujeres jóvenes que están vestidas como europeas y nocomo las indígenas bolivianas.

- Prostitutas rumbo al mercado bonaerense –constata lacónicamente nuestro acompañante. Apenas a un kilómetro del puente comienza el gran mercado de mercancías que los bermejianos han construido del lado izquierdo de la avenida y que sube zigzagueando hasta el mismo centro de la población. A la derecha de la avenida y cercano al río se encuentran, bajo techos improvisados, una serie de cocinas rudimentarias donde hierven grandes ollas y donde la gente que atraviesa el río en frágiles embarcaciones acostumbra a comer. A un costado se ven grandes neumáticos negros de tractor que sirven de balsas para pasar las mercancías al otro lado del río. Esta es la forma más práctica que usan los bagayeros o contrabandistas para pasar las mercancías hacia el lado argentino, ropa y calzado entre otros, y regresan luego cargados, esta vez con productos alimenticios como harina, azúcar y aceite. El tráfico ilegal es permanente, pero cuando reina la oscuridad se torna imparable. Caravanas de autos, camionetas, colectivos y utilitarios repletos de bolsas y cajas circulan a veces hasta con luces apagadas para evitar los controles de los gendarmes, cuenta la prensa local.
Una actividad que dificilmente pueda escapar a la vista de lagente, incluso a la de los gendarmes argentinos y militares bolivianos que prefieren mirar para otro lado y concentrarse, dicen, en descubrir a los contrabandistas de drogas y armas. Sin embargo, cualquiera que observe con detención los controles descubrirá que la forma como se revisan los vehículos es bastante superficial, y si se trata de descubrir drogas la ausencia de perros entrenados en tal tarea brilla por su ausencia. Probablemente esas mafias de las drogas busquen otros caminos para introducirla a gran escala en Argentina ya que la frontera es larga, inhóspita y de difícil terreno, pero de todas formas las facilidades para contrabandear droga a pequeña escala parece contar con buenas condiciones cuando los que deben vigilar y controlar ese pasaje a plena luz del día simulan no ver el intenso tráfico de embarcaciones y los grandes neumáticos mencionados que atraviesan el río-
 - El soborno es habitual y muy redituable para los que vigilan las fronteras, nos dice nuestro acompañante.

El calor en plena tarde de marzo pega fuerte en la larga galería de puestos que forman un collar multicolor, una larga serpiente con gente adormecida por el calor. Otros con grande bolas de hoja de coca en la boca dormitan y no parecen interesados en la hipotética y escasa clientela que desfila ante sus puestos. Niñas y mujeres adultas son las que preferentemente atienden los puestos y preguntan sin mayor interés - Qué va a llevar? Una cierta antipatía se siente en la atmósfera caliente del mercado cuando los “blancos” caminan a lo largo de los puestos. Se adivina ese malestar de hombres y mujeres condenados a estar sentados en esos sitios de calor insoportable esperando que alguien “del otro lado” les compre justo a ellos alguno de los productos que ofrecen para poder salvar el día. Porque son tantos los puestos y la competencia entre ellos es tan afilada, que los márgenes de ganancia deben ser mínimos. Sin embargo esa actividad está establecida desde hace décadas y parece seguir creciendo. Recuerdo que Bermejo hace veinticinco años era un miserable mercado con apenas algunas casas de material, y los puestos eran frágiles tinglados con hierbas, carne y artículos de cocina colgados al sol y perros flacos deambulando por calles sin asfaltar. Hoy la población cuenta con casas y edificios modernos, oficinas públicas y servicios de agua corriente y electricidad. Es innegable que cierto bienestar material ha traído esta actividad comercial que fluctúa entre lo ilegal y lo legal. Nada detiene en esta frontera invisible la actividad humana de hombres y mujeres que buscan ganarse el sustento ya sea sentados en sus puestos o cruzando el peligroso río que a menudo se lleva para siempre a los más audaces que desafían la fuerza de la naturaleza.

Una vez de regreso y pasado el segundo puesto de control de la gendarmería argentina vemos un grupo de coches a la orilla de la carretera. Hombres impacientes se resguardan del sol a la sombra de los altos árboles y de las miradas de los curiosos.

- Quiénes son esos? –le pregunto a nuestro acompañante.

- Ese es el "hormiguero". Son los que esperan a los que cruzan el río en botes o que arrastran los neumáticos que vimos antes. Eluden los puestos de gendarmería sin mayores problemas y descargan sus bultos aquí. Reciben la recompensa y se vuelven por más carga, nos cuenta el guía.

A nuestro costado desfilan otra vez las plantaciones de banano y caña de azúcar, donde otros hombres tan oscuros como la tierra se desloman por un salario miserable, esperando, quizás, que la fortuna les sonría alguna vez en la vida.


martes, 8 de marzo de 2011

La tía Rosa cumple 100 años


La tía Rosa junto a su nieta Mercedes y su bisnieta Ana Clara
El 12 de diciembre pasado (ayer), en la madrugada, respiró por última vez mi tía Rosa. 102 años llegó a cumplir. Todavía lúcida pero tal vez ya algo cansada de vivir tanto se durmió sin estar agobiada por alguna enfermedad que no fuera el tiempo. Que descanses en paz, tía, y que tu bondad nos ayude a todos a ser más tolerantes y comprensivos. Como vos fuiste a lo largo de tu vida.
 
Hoy en el día de la mujer quiero rendirle homenaje a mi tía Rosa que en el próximo mes de julio cumplirá un siglo de vida. Hasta ahora es la más longeva de todos los tíos y tías de mi familia paterna y materna. La conocí de muy chico y por décadas no tuve contacto con ella. Sin embargo sabía por otros parientes de su vida en la ciudad coloniense de Rosario donde se había mudado luego que se casara muy joven. Hace unos siete años me reencontré con ella cuando por primera vez visité Rosario y su casa a las afueras de la ciudad. Allí llegó con su marido como una de las primeras pobladoras de esa zona y nunca cambió de domicilio. Rodeada de campos y una calle sin ningún servicio municipal, ya que incluso hoy día el actual intendente de esa ciudad no ha puesto iluminación en esa calle, crió a sus dos hijos, Freddy y Nelita,  con el amor y dedicación que ya había dedicado a sus hermanos menores cuando niña. Fue la segunda hija después de Ferdinando que nació un año antes en 1910. Y el patriarca Federico, su padre y mi abuelo paterno, heredero de la tradición italiana del honor y la sumisión femenina, decidió que por ser la primera niña de los once hermanos que llegarían después (dos morirían tempranamente) no iría a la escuela para ayudar a su mamá, mi abuela Luisa Margarita, a cuidar los nuevos hijos que irían naciendo en el correr de los años siguientes. Así llegaron Juan José, Maria, Ademar, Nelly, Renée, Santos, Alberico, Julio y Ruben.

No ir a la escuela significó para ella estar relegada a las tareas hogareñas en diversos lugares de la campaña uruguaya, en chacras que el abuelo Federico arrendaba y donde vivirían durantelargos períodos. Años de sacrificio para unos y otros en parcelas de tierras a veces perezosas y reacias a producir lo que se sembraba. Una vida dura, especialmente para los hijos varones que Federico había elegido para que los secundaran en las tareas más rigurosas del campo.
Nunca aprendió a bailar porque el patriarca Federico no consentía que sus hijas fueran a bailar con extraños ya que para él se trataba sólo de un “refriegue”, y no un momento de libertad y diversión para las chicas aburridas o cansadas de esa vida rutinaria en esos campos desiertos. 
Entre sus recuerdos más dolorosos está la muerte de uno de sus hermanos de apenas seis años de edad, que vio morir prácticamente en sus brazos. Un dolor que todavía le atenaza el alma cuando se toca el tema, nos dijo. Rosa finalmente se liberó de esa carga injusta a la que la sometió su padre a través del matrimonio, aunque esta nueva vida tampoco estuvo falta de sacrificios y momentos penosos. Sin embargo ha sobrevivido a todos y a todas esas pruebas. Sus ojos celestes aun conservan la picardía y la viveza de una anciana que se sobrepuso a todas las dificultades que la vida le puso por delante; su memoria a pesar de las lagunas, sigue siendo admiración de todos por los detalles que recuerda y que nosotros hemos olvidado. La tía Rosa llega a cumplir los 100 años con un optimismo envidiable. Porque aunque no fue a la escuela me cuenta Mercedes su nieta,  Rosa fue una autodidacta y casi solita aprendió a leer y escribir con el empecinamiento e inteligencia que la caracterizaba, lo que le dió la oportunidad más tarde de estudiar un curso de corte y confección y se convirtió en una modista que cosía ropa para los que en aquélla época preferían ir a la modista en vez de comprarse los vestidos de confección. Y en la casa todavía adorna el salón la máquina Singer con la que durante largas horas transformaba las telas informes en bonitas prendas especialmente para las damas y niños de la ciudad.

Actualmente vive en un hogar de ancianos muy cerca de su casa. Allí trata de caminar todo lo que puede ayudada por un andador. Con una voluntad de hierro se impone esos pasitos todos los días que le impiden anclarse al sillón donde la mayoría de los otros ancianos terminan sus días.
Cuando le pregunté si tenía muchos amigos en el hogar de ancianos me dijo sarcásticamente que no, ya que todos son unas viejas y viejos “carcamanes” amargados y con miedo a la muerte. Al despedirnos su mensaje no fue “tal vez esta sea la ultima vez que nos veamos” sino que esperaba vernos pronto y lamentaba que no pudiéramos venir a festejar su cumpleaños. Tía Rosa, gracias por darnos una lección de vida, y espero que celebres tu cumpleaños número 100 rodeada de toda esa familia que tanto te quiere y a los que tanto has amado durante estas largas décadas. A la fortuna, a pesar de ser esquiva y no sonreírte a menudo, tuviste el coraje de ganarle la pulseada aún cuando todas las apuestas estaban en tu contra.  Salud tía!