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viernes, 26 de marzo de 2010

Cuando los DDHH se tiñen de ideología

Asumir la defensa de los DDHH en el mundo es un principio universal que sobre todo la gente militante o simpatizante de la izquierda democrática, los progres, defienden ardientemente frente a la derecha totalitaria


La razón es simple: no debe permitirse que las dictaduras opriman a la sociedad civil e impidan o prohiban la libertad de expresión, de organización, de prensa y otras libertades inherentes a cualquier sociedad libre.

Un estado democrático posee una constitución y leyes que respaldan dichos principios y existe un estado de derecho que aún con sus limitaciones y defectos, le da al individuo o a un colectivo, la oportunidad para expresarse y buscar soluciones por diferentes canales a los conflictos inherentes a toda sociedad : esos canales pueden ser a través de la política, sindicales, periodísticos, la cultura y/o jurídicos. Fuera de ese marco está la calle donde también se expresa el descontento cuando esos canales se cierran.




Por eso es muy curioso como esos valores que se defienden a ultranza cuando se trata de los atropellos a esos derechos por regímenes de derechas, pierden actualidad cuando llega la hora de hablar por ejemplo de Cuba y de lo que allí ocurre.
El caso de Orlando Zapata y los disidentes presos es un diáfano ejemplo de esa forma de reaccionar.


Muchos líderes y militantes de izquierda latinoamericana (y también europea, caso de España) olvidan de pronto que los derechos que con fervor pedían se respetaran cuando Franco o Pinochet detentaban el poder en sus países, son de pronto metidos en un cajón cuando se trata de personas o grupos como las Damas de Blanco, que reclaman por la libertad de sus esposos o familiares, algo que el gobierno de Cuba por supuesto desaprueba.


La razón de ese conflicto es que esos disidentes o "conflictivos" , están en desacuerdo con muchas cosas que ocurren en Cuba y con las decisiones verticales que toma ese gobierno en manos del Partido Comunista y de su máximo líder, y sufren largas penas de cárcel por desafiar una forma de pensar y gobernar.


Cuando George W Bush expresó aquélla deplorable frase: "O están conmigo o están en mi contra", todos los demócratas y progres saltamos como empujados por un resorte, oponiéndonos a tal maniqueísmo que intentaba manipularnos para que viéramos la realidad en blanco y negro como Bush deseaba que la viéramos.

Cuando el gobierno de Cuba le pide a los militantes y simpatizantes de izquierda que haga lo mismo, un buen porcentaje de esos aliados "estratégicos" que están fuera de fronteras se ponen la capucha y forman fila obedientemente y si tragan como sapos los principios y valores que se han comprometido a defender, la situación se torna inexplicable.

En la cabeza de estas personas hay una especie de chip alojado en el cerebro que reacciona encendiendo automáticamente una lámpara roja en su interior. Bien programado ese chip enciende las alarmas cuando la violación de un derecho afecta a un individuo o grupo que critica a un gobierno como el cubano, y justifica su represión porque hay detrás de esa decisión una causa más importante. La lucha contra el imperialismo. Aunque ese imperio sea el principal proveedor de alimentos y de otros bienes de consumo con los que el gobierno de Cuba hace negocios, y además por razones geográficas y de migración está condenada a dialogar, le guste o no.


Esa reacción de la izquierda iberoamericana es un resabio de los tiempos en que la guerra fría dividía el campo ideológico en dos frentes. En España como en Uruguay los mismos que luchaban por el derecho a expresarse libremente y defendían ese derecho para que toda la sociedad pudiera asumirlos, callan o murmuran a regañadientes, y como el avestruz esconden la cabeza en la arena.


Un claro ejemplo en el caso del disidente cubano Orlando Zapata, quien haciéndole honor a su apellido, decidió resistir a la injusticia e inició una huelga de hambre que terminó con su vida en la cárcel.

Izquierda Unida (IU) en España y el Frente Amplio (FA) en Uruguay, han tenido en sus manos la oportunidad de levantar las banderas de aquéllos valores universales para defender los derechos inalienables del humanismo como en el caso de Orlando Zapata, una persona que convencido de que su lucha era por una Cuba mejor, decidió pensar críticamente y enfrentarse a la verdad establecida con el resultado que conocemos. Sin embargo los que debían defenderlo antes que nadie se tragaron la versión oficial de que Zapata era un delincuente común. Si hay algo que nos une a todos los que nos educamos en la escuela pública uruguaya erigida bajo el pensamiento de José Pedro Varela, es defender el derecho de todos los Zapatas a pensar y opinar distinto. Ni más ni menos. Mi derecho a pensar libremente y expresarlo de la forma que como individuo me parezca más razonable: la política, la música, el periodismo, la literatura, etc.


Claro que se lamentó la muerte de Orlando Zapata, pero esas lágrimas de cocodrilo antes de caer al suelo, y en el mismo giro, defendieron la soberanía de Cuba, como si esa soberanía fuera tan frágil que un grupo reducido de personas la hiciera derrumbar sólo por apuntar a las carencias del régimen, y un sólo individuo con su huelga de hambre y su muerte, la hiciera tambalear por criticarla. Un razonamiento completamente hueco, que por suerte en Uruguay fue contrarrestado por un grupo de intelectuales de izquierda que publicó una crítica carta abierta "A no Callar" firmada entre otros por Alma Espino, Gerardo Caetano, Álvaro Díaz Maynard y otros.
Y en España dentro de IU también se levantaron voces criticando las violaciones a los DDHH en Cuba y al silencio de IU por la muerte de Zapata.


Cuba tiene todo el derecho a la autodeterminación y a su independencia. Pero todo eso es letra muerta cuando a los ciudadanos de ese país se les niega los derechos más fundamentales y universales. Los cubanos deben conquistar por cuenta propia el derecho a organizarse y exigir la libertad de poder pensar en una sociedad distinta a la que el PC cubano mantiene con una fuerte represión y vigilancia al mejor estilo estalinista y cuyos resultados muestran el fracaso de ese modelo. La realidad lo demuestra día a día: sueldos de 20 dólares mensuales, colas interminables para adquirir, cuando hay, los artículos de primera necesidad como papel higiénico y crema dental, el arroz, la carne, y una interminable lista que condenan a la humillación y al trueque a decenas de miles de cubanos que pierden horas cada día a la caza de esos artículos. Prohibiciones para viajar donde a uno se le ocurra si no es con el permiso del estado. Y así se pueden seguir sumando esas cosas más elementales que los cubanos no tendrían porqué pasar después de décadas de recibir promesas de una vida mejor. Ni siquiera materialmente este gobierno le ha dado a los cubanos esa alegría, escudándose en una sola razón: el bloqueo.




Da sinceramnete pena ver como los cubanos que salen al exterior y tienen que volver a su país muestran las dos caras de Jano con las que tienen que vivir permanentemente si quieren regresar y no ser condenados como gusanos y a otras humillaciones. Públicamente aplaudir la política oficial. En privado, hablar mierda de lo que tienen que afrontar diariamente si es que no son parte de la nomenclatura.




El destino de Cuba es pronosticable. El PC y su sostén las FFAA y la policía de seguridad seguirán manteniendo el poder seguramente por un tiempo que nadie puede predecir, pero corren el riesgo que todo se desmorone como un castillo de naipes como ocurrió con la URSS. Y no por la acción del imperialismo que por supuesto aprovechará la coyuntura, sino por los propios cubanos hartos de ser manipulados y humillados cada vez que se les ocurre criticar al régimen abiertamente y querer una Cuba más libre y abierta al mundo.



Si el gobierno de Cuba no implementa un diálogo con los opositores dentro de Cuba y abre un proceso para ir sumando fuerzas que defiendan las reformas más justas obtenidas en estos años, como los recursos que afirman cuentan la salud y la educación, el final no estará muy lejos.



El aislamiento por ser una isla a servido para que el gobierno pueda mantener a la población en jaque aunque a veces han tenido que abrir la válvula para que la presión afloje como en el caso del Marielito y otros sucesos parecidos. Una población que huye despavorida incluso por los medios más descabellados que se le pueda ocurrir a un ser humano sin esperanza, da la pauta de cómo se sienten muchos cubanos. Que después el régimen reúna a unos cuantos militantes para acosar a las Damas de Blanco en las calles de la Habana con la pretensión de querer mostrar fuera y dentro de Cuba , el apoyo que el gobierno tiene de la gente, es una treta bien conocida. Los famosos comités de defensa de la revolución son una herramienta muy utilizable en estos casos.



Irónicamente el turismo como en la época de Batista, se ha convertido otra vez en la fuente de ingresos que cuenta el gobierno para adquirir dólares y euros. Un círculo que se cierra aún más irónicamente después de más de medio siglo de "revolución", y que ayuda al gobierno a mantenerse a flote para comprar con esos mismos dólares los alimentos que la propia Cuba no puede producir por la ineficacia de sus unidades agrícolas, la burocracia y los controles descabellados para impedir que se cree una clase campesina independiente.


Al mismo tiempo ayuda a socavar la paciencia y la conciencia de los cubanos que son tratados como ciudadanos de tercera clase frente a los turistas que llegan con sus tarjetas de plástico y pueden consumir lo que para propios cubanos está prohibido. Un turismo que una vez más se caracteriza por empujar a la prostitución a mujeres y hombres como en los mejores tiempos de Giancana y sus socios de la mafia. Esa farsa de la lucha contra el capitalismo que argumenta el gobierno cubano se cae por su propio peso cuando ese motor ideológico que sostiene al estado, se alimenta materialmente del propio capitalismo que dice repudiar ya que le da el oxígeno que necesita, en una simbiosis contradictoria pero lógica.




Cuba ha perdido sin embargo otro capital que cuesta mucho recuperar: el de formar individuos libres y críticos, creativos y valientes. En su lugar a creado una sociedad de ciudadanos acríticos, temerosos y desconfiados con algunas excepciones como la bloggera Yoani Sánchez y otros tantos más dentro o en el exilio. Una sociedad así no puede llegar muy lejos - y el peligro es que va a seguir empobreciéndose política y espiritualmente para terminar siendo una sociedad de oportunistas y farsantes.


La ceguera del poder a veces no deja ver la realidad a quienes lo detentan por tanto tiempo. Que la historia de la humanidad y de sus dictadores no le enseñe a quienes en su momento también lucharon contra la opresión, es un enigma que algún día verá luz cuando haya gente que desde el interior de la nomenclatura se atreva a contar porqué, como el caso delTitanic, el capitán no escuchó las voces de alarma ante el desastre que se avecinaba.




Por eso fue una pena que en España como en Uruguay, así como en tantos otros lugares del mundo, no se aprovechara la oportunidad de apoyar esa lucha por las libertades, libertades que hoy existen en España y Uruguay y que la izquierda democrática misma conquistó con su lucha por una sociedad más justa contra la derecha rapaz y totalitaria.