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viernes, 27 de febrero de 2015

Machismo a la décima potencia



Uruguay se destaca en el contexto latinoamericano como uno de los países más democráticos.
Sus instituciones públicas escapan en general al alto grado de corrupción que existe en los países vecinos; el nivel de educación, con sus carencias particulares, está de todas formas entre los primeros del continente; sus datos macroeconómicos lo mismo, etc.etc.
Pero hay otro parámetro que pone al país en el primer lugar del continente según las estadísticas de la CEPAL (2014). Se trata de la violencia machista que en estos días la Oficina de la ONU en Uruguay ha puesto sobre el tapete. Esa violencia machista contra la mujer, que también muchas veces se ejerce contra los hijos, eleva el número de homicidios en los dos primeros meses del año a diez víctimas mortales . En números absolutos comparados con otros países puede parecer una cifra baja, pero proporcionalmente para un país de casi 3,5 millones de habitantes es un altísimo número. Lo ideal por supuesto es que la violencia hogareña no existiera. Pero no es así. Si este promedio se mantuviera en los doce meses del año la cifra de víctimas del machismo serían unas 60 mujeres asesinadas.

Lo paradójico es que un país donde tantas buenas reformas se han hecho en estos últimos cien años en favor de la mujer la cultura del acoso y la violencia machista no desaparezca y que haya que lamentar tantas víctimas mortales. Y no estamos hablando sólo de asesinatos u homicidios, también se han registrado los daños psicológicos y físicos que puedan quedar en las mujeres como consecuencia del acoso de género. Según la Oficina de la ONU en Uruguay los casos de violencia machista en el año 2013 se elevaron a 650 000 casos, o sea 7 de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia de género.

 Hagamos una comparación. En Suecia con más de nueve millones de habitantes mueren promedialmente unas veinte mujeres al año a manos de su pareja o su ex-pareja. En España mueren unas setenta mujeres anualmente en un país que tiene más de cuarenta millones de habitantes, con tradición conservadora reconocida, donde los sectores de la religión católica más extremos como el Opus Dei le imponen a la mujer sumisión y obediencia. Sin dudas una sola muerte por violencia machista ya es mucho, pero el fenómeno no deja de sorprender porque dadas las condiciones materiales y culturales Uruguay debería estar en el otro extremo de las estadísticas.


No sé cómo explican el problema los sociólogos, psicólogos y el verdulero de la esquina. Lo llamativo es que por debajo de esa pátina de país liberal, con ambiciosas metas de justicia social que poco a poco se han ido logrando, con un debate abierto sobre las causas y consecuencias de esa violencia machista, esa cultura no se esfuma, o por lo menos no da muestras de una tendencia a la baja. ¿Serán las leyes que no son muy severas para castigar a los violentos? ¿Los jueces mirarán con cierto recelo las causas del crimen inculpando en parte a la mujer como la que provocó la situación? ¿No hay apoyo suficiente para esos tipos violentos que les ayuden a encontrar los motivos de su odio, frustración y agresividad? ¿Las autoridades sociales no denuncian a tiempo y con determinación cuando captan que una pareja está cayendo en una espiral de acoso y violencia? ¿La policía hace la vista gorda cuando es informada por esas autoridades sociales de que existe o hay riesgo de violencia física sobre la mujer que puede terminar en una tragedia? Son muchas las preguntas que quedan flotando en el aire. Lo que sí creo es concreto es que los hombres que ejercen esa violencia sobre su pareja, por el motivo que sea, es el más cobarde y ruin de todos los tipos que existen sobre el planeta. 

jueves, 12 de febrero de 2015

El infame listón de la vergúenza


Para la mayoría de los gobiernos no hubo muchas sorpresas  sobre quiénes eran los ciudadanos que figuraban en las cuentas que el banco británico HSBC tenía en Suiza. La lista difundida por Hervé Falcioni  estaba ya desde hace unos años en poder de las autoridades de muchos de esos países. Personas con enormes fortunas que habían elegido Suiza, probablemente entre otras más,  para depositar sus fortunas en cuentas secretas obtenidas o bien ilegítimamente  fruto de actividades dolosas y criminales resultado de una amplia gama de delitos. O de forma legítima si es que verdaderamente existen. Como muchos han expresado, no es delito tener una cuenta en los paraísos fiscales si el dinero ha sido legítimamente obtenido, aunque sí es moralmente repudiable porque la intención de todas formas es ocultar dicha fortuna para no pagar impuestos, restándole así los recursos necesarios al sector público para financiar la educación, salud, pensiones, infraestructuras, etc, etc. 

El banco británico devoraba enormes cantidades de dinero provenientes  de actividades como la venta de droga, el comercio de armas y la prostitución entre otras. O de monarcas o dictadores que expolian a sus países mientras le niegan lo más elemental a sus ciudadanos.Y esto es sin embargo sólo la punta del iceberg. Bancos de este tipo o instituciones financieras que hacen todo lo posible para que sus clientes no paguen impuestos existen en varios sitios del planeta. Intocables por ahora. Las islas Caimán, Panamá, Luxemburgo (ver lista más abajo) son solo tres de las más nombradas. Cuentas secretas donde nadie puede asomar la nariz, y donde Uruguay también fue parte hasta hace pocos años de esos tesoros escondidos por los modernos bucaneros.

Todavía hay valientes como Julian Assange, Hervé Falcioni y Edward Snowden que se atreven a desafiar a verdaderos Goliats con intereses políticos, económicos y militares que hacen cada día más pobre al planeta, humana, moral y materialmente. Si es cierto que el 1 por ciento de los habitantes del planeta son propietarias del 50 por ciento de las riquezas esta civilización camina por la cuerda floja. O está al borde del abismo como se dice frecuentemente. 

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Estos son las ventajas más importantes que ofrecen los paraísos fiscales:

•    Poseen escasos o nulos convenios con otros países, en materia tributaria.
•    Ofrecen a empresas y ciudadanos protección del secreto bancario y comercial.
•    No poseen normas de control de movimientos de capitales (origen o destino). Esto permite el blanqueo de dinero y reciclaje de capitales.
•    Tienen un sistema que permite la convivencia de un régimen tributario para los nacionales y otro para los extranjeros.
•    Poseen una infraestructura jurídica, contable y fiscal que permite la libertad de movimiento de personas y bienes.

Paraísos fiscales
Andorra, Corea,  Anguila, Letonia, Antigua y Barbuda, Líbano, Aruba, Liberia, Austria, Bahamas,  Luxemburgo,    Bahrein, Macao, Barbados, Malasia, Bélgica, Maldivas, Belice, Malta, Bermudas, Islas Marshall, Botsuana, Mauricio, Islas Vírgenes Británicas, Mónaco, Brunei Darussalam, Montserrat, Canadá, Nauru, Islas Caimán, Países Bajos, Islas Cook, Antillas Neerlandesas, Costa Rica, Panamá, Chipre, Filipinas, Dinamarca, Portugal, Dominica, Samoa, Francia, San Marino, Alemania,     Seychelles, Ghana, Singapur, Gibraltar,     España,      Granada, San Cristóbal y Nieves, Guatemala,    Santa Lucía, Guernsey, San Vicente y las Granadinas, Hong Kong, Suiza, Hungría, Islas Turcas y Caicos, India, Emiratos Árabes Unidos, Irlanda, Reino Unido, Isla de Man, Israel, Islas Vírgenes de EE.UU., Italia, EE.UU. ,Japón, Vanuatu, Jersey.

jueves, 5 de febrero de 2015

La intolerancia madre de todos los males

El otro día el jefe del Gabinete del gobierno argentino Jorge Capitanich realizó una acto que los medios de prensa a nivel mundial resaltaron con grandes titulares. Romper ante otros periodistas un ejemplar del diario Clarín fue la estupidez (no tiene otro nombre) más grande que se le puede haber ocurrido a este alto representante del gobierno de Cristina Kirchner. Su gesto, que si no fue estudiado habla mucho del carácter impulsivo y la falta de control de sus emociones de Capitanich, pinta de negro a todo un gobierno necesitado de ofrecer más transparencia y rigor frente a una tragedia como es la muerte del fiscal Nisman.

Capitanich le sirvió en bandeja más agua para su molino a la oposición y a la prensa que diariamente fustiga al gobierno y así seguir machacando la gestión de Cristina Fernández que cada vez pierde más apoyo dentro del país. Incluso cuando después se confirmó lo que Clarín había publicado, es decir que el fiscal Nisman había sopesado en uno de sus borradores la alternativa de mandar a detener a la presidenta, algo que al parecer desechó finalmente. Lo extraño de todo esto es que ya hay pocas dudas que a pesar de los indicios, no hay pruebas concluyentes que la presidenta argentina protegiera a los sospechosos de haber participado del atentado contra el AMIA. Sólo grabaciones telefónicas que no mostrarían nada más que insinuaciones donde no habría más que sospechas de que la presidenta podría estar implicada. Por eso se hace más incomprensible la reacción de Capitanich.


En realidad las reacciones del gobierno son una muestra más de la intolerancia que reina en la sociedad argentina, fruto de una división que persiste desde hace mucho tiempo, sin dudas desde el inicio mismo de este país como nación. Y que los sucesivos gobiernos no han sabido soldar. Al contrario, con los años parece que se profundiza esa brecha incluso en democracia, por eso para los que miramos de afuera lo que allí ocurre no deja de sorprendernos.
Lo que sí vemos es la intolerancia frente al rival político y la falta de respeto en esa historia llena de conflictos entre intereses económicos, políticos, reivindicaciones sociales, gremiales y otros ocultos bajo la superficie. Los compromisos son algo impensable en ese escenario? Hay un detrás de cada político embanderado con la tradición peronista un oportunista o un pichón de dictador como dice la oposición? Son solo "gorilas" los que cuestionan al peronismo y sus planteos referentes a la economía, las libertades y la transparencia?

Sólo los argentinos pueden responder a esas preguntas, los de afuera somos de palo, solo podemos esperar que en algún momento cese la intolerancia, las fisuras históricas y nazca en cambio una sociedad tolerante donde el ciudadano realmente pueda sentirse orgulloso de su país. Porque cuando escuchamos los comentarios de los argentinos sobre lo que ocurre allí, solo percibimos frustración, desilusión y un profundo rencor. Como la del propio Capitanich cuando rompió el periódico en forma provocativa mostrando la peor cara de la intolerancia.