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viernes, 29 de octubre de 2010

Siesta (Cuento)

El coche rodó silenciosamente sobre el pavimento y quedó detenido bajo un frondoso olmo y un gigantesco pino. El lugar no podía ser más ideal. Mario bajó la ventanilla del coche y escuchó el rumor de las hojas del olmo. Un brisa fresca con olor a hierba y flores invadió el interior del coche . Mario miró a su alrededor y no vio a nadie. A esa hora de la tarde, y con 32 grados de calor nadie andaría rondando por allí. El edificio de ladrillo rojo parecía desierto; el único movimiento era el del gallo de hierro en su cúpula y los mirlos que picoteaban en el suelo.

Mario bajó el respaldo del asiento, y se recostó cómodamente en él. Cerró los ojos y los pensamientos comenzaron a agolparse como un tropel de búfalos perseguidos por leones en la sabana africana. Sonrió y suspiró. Vio a sus tres hijos jugando en el patio interior del edificio de apartamentos, cada uno concentrado en patear la pelota, recibirla, dominarla y hacer alguna pirueta antes de entregarla al próximo. Hasta Romina, su segunda hija, desafiaba a sus dos hermanos varones, Matías y Fernando.

Se imaginaba el futuro, y se preocupaba. Qué sería de ellos? Cómo podría ayudarlos para que siguieran el buen camino? La mayor, Jacqueline, estaba estudiando en París, y sabía lo que quería. Pero a los tres más chicos hoy nada de eso les preocupaba, pensaba Mario mientras el sueño parecía deslizarse por su cuerpo como un fino manto de niebla. A ellos sólo les preocupaba quién los llevaría hasta el próximo pueblo para disputar el campeonato relámpago de fútbol; o el último juego para la computadora; la fiestita para los compañeros de clase, o si les podían comprar los últimos jeans de moda. Las tareas de las escuela iban bien. Sí, ahí había un buen indicio de que estaban bien orientados, confirmó Mario. Aunque con Ilda no descansaban siguiendo día a día la actividad escolar, las tareas que traían a la casa, y vigilando sobre todo las nuevas amistades. Mario sabía que esto era muy importante, ningún pendejo iba a torcerle el camino recto que quería enseñarle a sus hijos, pensó. Era una suerte que Ilda por el momento no tuviera trabajo a pesar de haber estudiado tantos años. Podía ocuparse de ellos más tiempo. Pero por otro lado le obligaba a él a trabajar extra, para compensar la pérdida económica. Aquí también debía ocurrir un cambio, sin dudas. Su mujer debía comenzar a trabajar si querían cumplir el sueño de la casa propia, recordó Mario saliendo otra vez del sueño. Ese tema también lo obsesionaba y abrió los ojos unos segundos.

De todas formas él lograba renovar sus fuerzas y la fe en su familia con las visitas a la iglesia que hacían juntos todos los domingos. Allí estaban a primera hora y conversaban con las monjas que cuidaban de la catedral. Mario siempre llevaba su guitarra y con sus hijos y otros chicos, alegraban las reuniones con canciones religiosas y otras populares. Los sacerdotes estaban satisfechos con esa actividad, aunque Mario no estaba muy contento con el último cura llegado de España, ya que había confesado con voz muy arrogante pertenecer al Opus Dei.

Mario acomodó mejor su espalda para relajarse en el asiento, pero cuando otra vez estaba por dormirse, su pensamiento se dirigió una vez más a otro tema que lo obsesionaba en esas últimas semanas. No era otra cosa que los vecinos que se habían mudado recientemente y que habitaban el piso pegado al suyo. La música atravesaba las paredes mal aisladas del apartamento a toda hora, y nadie podía descansar en la casa. Él que trabajaba hasta doce horas por jornada en algunas ocasiones estaba cada vez de peor humor y nervioso. Poder dormir era su único placer cuando después de trabajo caía rendido junto a su Ilda. La siesta era además un pequeño paréntesis en la mitad de la jornada, y ya no podía hacerlo en la casa porque hasta en ese momento la música le robaba el silencio.

A pesar de golpearles la puerta y rogarles que bajaran la maldita música con ritmo de salsa, ballenato y tantas otras expresiones musicales caribeñas,todo había resultado inútil. Simplemente se cagaban en los demás, pensó y la ira invadió su mente. No le quedaba otro camino que denunciarlos. Ya había otros vecinos que pensaban lo mismo. Juntos podrían influir para que, o bien respetaran las reglas o se marcharan. Mejor esto último, pensó Mario. El día anterior uno de los hijos mayores de la familia lo había amenazado porque les había pedido que bajaran la música. Eran unos patoteros, no, lumpen era la mejor palabra, sentenció. Por eso estaba ahí, en el coche, bajo ese frondoso olmo, escuchando el rumor del viento, entrando en el túnel del sueño, lejos del bum, bum de esos mal educados, y los gritos y risas de sus hijos. Sí, este lugar era ideal: un mirlo entonaba su mejor canción, el aroma de la hierba, las hojas temblorosas del olmo, que mejor sitio que este para dormir esa hora de descanso que tanto necesitaba? La siesta, no había nada mejor en un día de calor.

De pronto sintió unos pasos detrás del coche. Los pesados párpados demoraron en abrirse, y cuando por fin decidieron permitirle ver la luz, descubrió un rostro ante la ventanilla del coche que lo miraba con curiosidad.

- Hola, dijo el hombre canoso, que llevaba unas herramientas de jardinería en ambas manos y vestía un mameluco azul ya desteñido por los años.

- Hola - respondió Mario frotándose los ojos.

- Disculpe, pero que hace aquí? - le preguntó el hombre sin que en su tono se escuchara más que una sincera curiosidad.

- Mire, verá Ud. –respondió Mario algo confundido - La verdad es que en mi casa hay tres chicos que son un infierno y unos vecinos que parecen estar de fiesta durante el día y la noche. Simplemente no puedo dormir, así que decidí buscar un lugar tranquilo. Y como este no creo que haya otro igual en el barrio.

- En eso le doy la razón. – dijo el hombre con tono compungido - Perdone que lo haya despertado, pero no podía dejar de preguntarle. No es común ver aquí coches con gente tendida en su interior. Ud comprenderá, ocurren tantas cosas en la ciudad que uno nunca sabe...

- Tiene razón, y yo le pido disculpas –le interrumpió Mario. - Voy a quedarme una media hora más, si no le importa. Y después me marcho.

- Claro, no hay problemas. Siempre que quiera, es bienvenido - respondió comprensivo el hombre del mameluco, y se volvió sobre sus pasos rumbo al cobertizo donde seguramente guardaba las herramientas e instrumentos de jardinería.

Mario se sintió feliz. Ahora sí que podría conciliar el sueño. El hombre del mameluco había comprendido su situación, e incluso le dió luz verde para que viniera a descansar cuando quisiera.

Miró a su alrededor las filas de lápidas de granito y mármol donde estaban tallados con letras doradas el nombre de sus nuevos vecinos. Estos sí que eran silenciosos. Cerró los ojos y sólo escuchó el latido de su corazón.

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domingo, 24 de octubre de 2010

La ceguera del Tío Sam

Una vez más Wikileaks ha demostrado con el material del propio transgresor, unos 400 000 documentos calificados de secretos por el Pentágono, qué ocurría con muchos de los sospechosos o culpables que caían en las cárceles del nuevo régimen iraquí. Si las violaciones a los DDHH por parte de Saddam Hussein eran una vergüenza para la humanidad, las que han cometido sus sucesores no son de menor calibre. Y los que podían haber detenido ese desenfrenado apocalipsis contra civiles e incluso combatientes, no sólo miraron para el costado, sino que alimentaron con su indiferencia una máquina de triturar que no ha conocido límites.
Se afirma que contra los fanáticos islamitas no cabe otra forma de actuar para que confiesen sus presuntos o reales  crímenes, pero la tortura no sólo denigra al torturado, también a quiénes la ejecutan.

La guerra, cualquiera que sea, lleva a un grado de deshumanización a los que la ejecutan por órdenes de sus superiores y gobernantes, y su impacto posterior en el ejército norteamericano se refleja en el índice de suicidios de que los están o estuvieron allí, lo presenciaron y probablemente actuaron por órdenes o por iniciativa propia. Esos soldados que decidieron quitarse la vida, por más entrenamiento que hayan tenido y por más intentos de lavarles el cerebro antes y después de su misión, esconden en sus conciencias valores que aprendieron en su niñez y juventud, y muchos no pueden cargar con esa culpa. De los más de 30.000 suicidios que se producen en este país cada año, 20 por ciento, es decir 6000 son de ex combatientes, según el departamento para Asuntos de Veteranos (AV) de EEUU.

Irak es un ejemplo más de cómo la "democracia" instaurada desde arriba, termina siendo un lodazal donde invasores e invadidos salen embarrados hasta las orejas. Nunca sabremos la total y verdadera dimensión de la tragedia de Iraq desde que Bush y su gobierno decidieron que Saddam estaba involucrado en los atentados del 11-S. Y no sólo por la cantidad de muertos. El retroceso que ha sufrido la sociedad iraquí en su tejido social después de la invasión la ha llevado a tener que enfrentar el riesgo de nuevas guerras civiles entre los diferentes grupos que la conforman, constantes intentos de desestabilización y más represalias y torturas contra culpables e inocentes.

El hecho que las propias tropas de EEUU estuvieran involucradas en esas torturas a prisioneros como ha quedado demostrado en documentos y juicios posteriores a los culpables, o en esos frecuentes tiroteos con víctimas civiles inocentes cuando las tropas norteamericanas disparan sobre ellos por no obedecer órdenes que muchos seguramente no comprenden, aumenta aún más la sensación de que estamos ante una de las tragedias más detestables provocadas por los propios seres humanos en los últimos tiempos. Las bombas que hacen explotar los miembros de la resistencia iraquí contra mercados o mezquitas, con el alto número de víctimas como resultado, es el otro lado de la moneda del terror en que ha estado inmerso ese país.

Eran pocos los que podían creer que esa aventura bélica terminaría bien, más allá de lo que Bush, Blair y Aznar creyeran y desearan.
Tampoco eran muchos más los que creían que esa guerra desatada no le haría pagar al pueblo iraquí un altísimo precio por los intereses geopolíticos y económicos de EEUU. El resultado está a la vista. Y el presidente norteamericano, premio Nobel de la Paz 2009, ha tratado de cerrar un capítulo afirmando que sus tropas comenzarán a retirarse y la misión está terminada, y busca desesperadamente una salida decorosa del otro pantano donde está metido: Afganistán.
¿Pero la habrá realmente?

Si la historia la contaran sólo los vencedores, probablemente quedaría esa invasión a Iraq y la posterior a Afganistán como capítulos de la lucha por la "democracia" en el mundo de una nación occidental. Por suerte no es así, y en la historia de EEUU quedará la guerra de Irak, junto a la de Vietnam y la que se lleva a cabo en Afganistán, como tres repudiables episodios bélicos de las últimas décadas donde el ideal de la democracia se ha teñido con los peores colores de las dictaduras corruptas y sanguinarias.

De la La Pax Americana deben cuidarse todos los pueblos. El precio a pagar por una "democracia" instalada desde arriba tiene un efecto letal. La Casa Blanca actualmente parece estar dando manotazos de ahogado en un mundo que cambia aceleradamente, y donde su predominio se viene debilitando inexorablemente por los nuevos actores emergentes que desafían su rol, no sólo de policía internacional, sino en su papel de primera potencia económica.
Wikileaks a puesto al descubierto una vez más hasta dónde están dispuestas a llegar las autoridades norteamericanas para ocultar la dimensión de sus aventuras bélicas y conseguir sus objetivos. De lo contrario habría que esperar 50 años para que se desclasificaran esos documentos según las rutinas del Pentágono. Todo el honor a Wikileaks, a los que se atrevieron a filtrar esos documentos, y a la prensa que a pesar de las presiones, se atreve a difundirlos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

El retorno del Hombre del Láser

A comienzos de los 90 un hombre conocido con el nombre "El Hombre del Láser" puso en jaque a los inmigrantes de este país -y a la policía que tardó seis meses en identificar al individuo que armado con un rifle con mira láser, disparaba sin aparente motivo contra personas indefensas. El hecho que todos tuvieran origen inmigrante hizo suponer a la policía que el motivo del asesino era el odio que tenía contra los inmigrantes, sobre todo aquéllos que no tenían origen europeo. Después de infructuosas pesquisas, el autor de los atentados cayó en la red policial luego que fracasara su intento de robar un banco. Una vez detenido confesaría ser autor de once atentados, uno de ellos con un trágico final, ya que la víctima murió a causa de los disparos. Algunas de las otras víctimas sufrieron daños que los marcaron para el resto de sus vidas. El motivo era el que se sospechaba: su odio al inmigrante.

Ahora en la sureña ciudad de Malmö la policía trata de encontrar al autor de los disparos dirigidos contra jóvenes inmigrantes en esa ciudad. Las tres últimas víctimas de entre 22 y 29 años de edad sufrieron los ataques en un lapso de dos horas, y los tres sufrieron heridas graves. Ninguno de ellos tenía antecedentes policiales.

La policía de Malmö investiga en total entre doce y quince atentados similares en los últimos meses, y que aparentemente no tienen relación entre ellos y tampoco un motivo aparente. El único vínculo es que son jóvenes, y la gran mayoría son de origen inmigrante o  tienen el aspecto de inmigrantes, aún sin serlo. En el primero que también se lo vincula ahora a la cadena de atentados, murió una joven de 20 años.

El clima de xenofobia y racismo que viene creciendo en Suecia, abre puertas a individuos desquiciados y que probablemente padecen algún tipo de trastorno psíquico. Ocurrió con el "Hombre del Láser", John Ausonius, un frío asesino que recibió prisión perpetua.

La policía  ha logrado detener en las últimas horas a una persona  sospechosa de los atentados. Lo único que ha trascendido es que tiene 19 años de edad.

La pregunta que queda en el aire es cómo la sociedad alimenta las fantasías y traumas de estas personas que en su transtorno creen representar a vastos sectores de la sociedad, y se lanzan a una cacería de personas inocentes por la única razónde que son inmigrantes o hijos de inmigrantes. Europa está una vez más enferma de xenofobia y racismo. Suecia también se contagia aceleradamente. Lo más alarmante es que las opciones para detener ese proceso son cada vez más débiles. A pesar de los esfuerzos de las autoridades, gobiernos, parlamentos, organizaciones populares e individuos, los prejuicios contra el inmigrantes y la inmigración crecen aceleradamente.

Este sentimiento puede ser exagerado, pero en este momento en que se acumulan los ataques contra ciertas minorías étnicas, se repatrian trabajadores y los partidos de la ultraderecha ganan posiciones, no hay lugar para un  optimismo que por el contrario vaticine que los años venideros no estarán marcados por nuevos ataques contra los inmigrantes o las minorías.

sábado, 16 de octubre de 2010

Good News Magazine son buenas noticias

Portada de GNM
En pocos días la revista Good News Magazine (GNM) hará su aparición y se venderá en los quioscos de todo el país como una alternativa a la corriente informativa de los medios que cuentan con más presencia en la sociedad, es decir aquéllos periódicos, programas de radio y televisión, que venden tragedias bélicas, dramas y crónicas rojas entre otras pestilencias que nuestra humanidad se empeña en producir.
El derecho a saber qué pasa detrás de esos fenómenos sin embargo empaña o destruye a menudo en una redacción el entusiasmo por ver el otro lado de la medalla de Jano, el lado donde también esa otra parte luminosa de la humanidad hace el bien, piensa en el prójimo, en la naturaleza, en la totalidad de este planeta y aporta soluciones, ideas y tiende puentes para que el lado oscuro no siga avanzando.
Daniel y Marielle Mendoza son los progenitores de este proyecto que vienen elaborando desde hace años. Conocí a Daniel de una forma atípica,y lo invité a comer en el restaurante de mi trabajo, y ahí me enteré no sólo del "palacio" que estaba construyendo, de su familia y que casualmente eramos compatriotas, aunque la diferencia de edad está a  mi favor. En ese primer encuentro en el verano del año pasado, me enteré entonces de su proyecto, de cómo lo venía amasando y viéndolo crecer junto a otros colaboradores. Mi primera impresión fue que probablemente ese proyecto naufragaría en el océano de las publicaciones que muestran el lado oscuro de la sociedad, y donde esas "buenas noticias" apenas son una columna en alguna página perdida que pocos leen. Tanto nadar para morir en la orilla, pensé, ¿pero cómo transmitir ese pensamiento a alguien como Daniel que es el entusiasmo mismo caminando, y nadando también?

No obstante mi pesimismo, un año después, Daniel y Marielle tienen el orgullo y la alegría de arribar a puerto con su proyecto, reuniendo en ese primer número una serie de artículos donde se destacan personas que decidieron cambiar su vida y darle un contenido distinto a su existencia; o a otra escala, países o regiones que hacen apuestas que por ejemplo evitan aumentar a cualquier precio su PBI.

GNM será una brisa fresca en la tórrida realidad de los medios y nos dará la satisfacción de que los humanos podemos hacer mejor las cosas, dar un golpe de timón a nuestras vidas, inspirar a otros a buscar nuevos caminos. Gracias chicos, seremos unos activos comensales (no sólo de paellas y asados) en ese menú que seguro nos alegrará el corazón.

lunes, 11 de octubre de 2010

Casa de Dios con tres inquilinos

En esta época en que el islam es objeto de una constante sospecha de inspirar a muchos creyentes a acciones terroristas, una iniciativa en la comuna de Nacka de los representantes de los tres cultos religiosos dominantes, el protestante, el católico y el musulmán han decidido construir una mezquita vecina a una iglesia y separada por sólo cuatro metros. Pero esa separación se anula con la construcción de un vestíbulo que unirá los dos edificios.
Actualmente este proyecto parece ser único en el mundo y hay que remontarse a la época en que Córdoba estaba dominada por los musulmanes, allá por el siglo XII, cuando iglesia y mezquita cohabitaban. O a la ciudad de Damasco aún más temprano, en el siglo VII, cuando también compartieron el mismo techo iglesia y mezquita.

Según el imán Anwad Olwan que vive en el barrio de Fisksätra, en la comuna de Nacka, habitado mayoritariamente por inmigrantes procedentes de países musulmanes, la idea se viene discutiendo desde hace varios años entre musulmanes y cristianos para favorecer el entendimiento, la comprensión y la tolerancia entre las personas que a pesar de sus diferentes cultos, en realidad tienen su fe en un mismo Dios, ya que la raíz de estas tres religiones es la misma.

El obispo emeritus Bengt Wadensjö de la iglesia protestante a sido otro de los impulsores de este proyecto y uno de los que con más entusiasmo ha defendido la finalidad del mismo en una Suecia donde la xenofobia crece a un ritmo alarmante.

La idea tuvo su primer impulso cuando los católicos y los protestantes decidieron compartir la nave principal de la iglesia para sus misas y otros locales para actividades de cada cofradía. Luego se sumaron los musulmanes, que en una etapa muy anterior habían pensado en comprar la mitad del edificio, y luego más ambiciosos, todo el edificio que en una época albergó la Casa del Pueblo (Folkets Hus). La realidad económica y otras circunstancias menos prácticas los convencieron de que era mejor construir su propia mezquita.

Ya hay muchos en Europa que miran con interés esta iniciativa. La necesidad de tender puentes, en este caso techos, hace que esta experiencia despierte la necesidad de ver nuevas vías para que los fieles de estos cultos puedan encontrar físicamente puntos de contacto e iniciar un diálogo entre ellos, sin el aislamiento al que están sometidos actualmente.

En todo caso el proyecto también tiene sus escépticos y críticos en ambos campos religiosos. En una recorrida por ese barrio y una visita a la biblioteca de Fisksätra pude comprobar que la desconfianza también ocupa un lugar en la cabeza de mucha gente. Si bien también hubo respuestas positivas, no escasearon en mi pequeña encuesta opiniones que condenaran el proyecto. "El Corán no lo permite". "Como está la realidad del mundo en el día de hoy no es de confiar que esto resulte". "No confío en ellos", son expresiones que se repiten.

En todo caso los líderes religiosos de esa localidad vecina a Estocolmo tienen una ardua tarea por delante cuando el año próximo comience a construirse la mezquita si todo sale como se espera. Para entonces deberán convencer a la mayoría de sus adeptos a aceptar que la buena vecindad es un buen comienzo para hablar del mismo Dios al que rezan cada día.

viernes, 1 de octubre de 2010

Cuando los marginados no votan

Las elecciones en Suecia del pasado 19 de septiembre trajeron varias novedades, entre ellas el arribo al parlamnneto del  ultraderechista partido los Demócratas de Suecia (SD).
Los medios han analizado hasta el cansancio las consecuencias que implica el hecho que con sus 20 escaños en el parlamento, este partido puede actuar como fiel de la balanza a la hora de votar a favor o en contra de la política del gobierno de centro-derecha que seguirá gobernando, esta vez en minoría, los destinos del país.
Hay otro fenómeno sin embargo que no ha sido muy analizado por la prensa sueca, y es una vez más la baja participación de los inmigrantes en estas elecciones pasadas.
Se esperaba un cambio importante en la conducta de los que después de tres años de estar radicados en el país votaran por los candidatos a gobernar las comunas y las provincias.
No obstante el cambio brilló por su ausencia a pesar de que en la fase final de la campaña los partidos redoblaron sus esfuerzos por llegar hasta los pobladores de esos barrios que han sido catalogados dentro del llamado "programa del millón de viviendas".

Esos barrios construídos en la década del 60 con una arquitectura uniforme y sin mayores relieves, muy funcional aunque carentes del ritmo y la atmósfera viva de un verdadero núcleo urbano, se vieron en pocos años habitados por los refugiados e inmigrantes que llegaban de todos los rincones del mundo y que desplazaron a los trabajadores suecos a otros barrios menos segregados.
Esa concentración, unida a una relativa marginación social que se ha ido profundizando con la llegada de la crisis, han creado verdaderos núcleos de población desplazada del mercado laboral y que sobreviven apenas de la magra ayuda social que hoy reparten las comunas y el estado.

La sorpresa de que la participación de estos relativamente "nuevos suecos" -como una buena parte de los ciudadanos de este país gusta denominarlos - no pasara del 50 por ciento en estas elecciones tomó desprevenido a los que creyeron que bastaban 2 o 3 semanas de agitación en esos barrios para que la gente participara en el acto electoral, imbuídos además en los programas de gobierno de cada partido. Una vana ilusión y la prueba de lo poco que conocen esos partidos la indiferencia con que la mayoría mira el desarrollo político del país.

En una recorrida por uno de esos barrios, el de Rinkeby al norte de Estocolmo, me encontré el otro día con uno de los pocos que pueden ser felicitados por haber logrado un buen apoyo entre el electorado del lugar. Se trata de Awad Hersie, originario de Somalia y candidato por los Verdes a la asamblea del Ayuntamiento capitalino. En el puesto que había instalado en la plaza de Rinkeby había un cartel que daba las gracias a la gente por darle el apoyo.
A Awad Hersie le preocupa sin embargo esa baja participación que se viene repetiendo elección tras elección, y que en el caso más extremo mostró en uno de los distritos electorales de Rinkeby/Kysta un resultado de apenas un 36 por ciento de participación electoral.

Otros que deben estar relativamente satisfechos son los socialdemócratas que en algunos casos alcanzaron un apoyo que osciló entre el 60 y 80 por ciento de los votos emitidos. Pero el talón de Aquiles de estos resultados es que están basados como dijimos en una baja participación electoral de los habitantes de estos lugares. Resultados similares pudieron apreciarse en otras ciudades con numerosa presencia de inmigrantes, como Malmö y Gotemburgo.

Tal vez un modo de revertir esta realidad es lo que intentan los partidos al reclutar para sus filas candidatos que provienen de distintos países y culturas, y que pueden llegar a esos "nuevos suecos" a través de su idioma e idiosincracia allí donde han fracasado los políticos tradicionales. Ese proceso recién empieza, pero de poco va a servir mientras la gente en estos barrios sigan siendo tratados como "extraños" o "forasteros" por los suecos. Allí, en esos barrios, se refugian los índices de mayor desempleo, mayor pobreza, baja escolaridad, peor salud y  mayor delincuencia, sólo por nombrar algunos de ellos.

Sin dudas los que deben sentirse aún más frustrados son los partidos que conforman la Alianza de centro-derecha que gobierna el país. Allí los habitantes les dieron la espalda ya que lograron magros resultados. La sorpresa sin embargo es que en algunos de esos barrios el ultraderechista SD obtuvo más votos que aquéllos partidos de la Alianza. Esto demuestra las profundas contradicciones, prejuicios y rechazos que existen no sólo entre algunos sectores de la sociedad sueca y lo inmigrantes, sino también entre los propios inmigrantes.
La sociedad multicultural pone a prueba a los ciudadanos, pero la mayoría está de acuerdo que con una mayor educación, oportunidades de trabajo y mejoras en las condiciones de vida esas contradicciones tienden a apagarse. Así ha sido antes, la cuestión es si esa fórmula funciona todavía o habrá que encontrar nuevos caminos para que el volcán no entre en una verdadera erupción.