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jueves, 23 de junio de 2011

El día más largo del año

Danza alrededor del majstång
Midsommarafton. La víspera del solsticio de verano. O sea el día más largo del año en el calendario del hemisferio nórdico y que aquí en Suecia se festeja con canciones, arenques en escabeche, danzas con raíces en la antigua ofrenda al sol y a la fertilidad, alrededor del majstång, o cruz de mayo, como algunos la denominan en castellano.
El origen de esta fiesta ancestral tiene sus raíces como tantas otras  en el campo y en la llegada del verano, en la fructífera estación donde la naturaleza ofrece sus frutos al esfuerzo del trabajo, y el vientre de la mujer se hincha para darle hijos a ese campesino que vive de la tierra. Y al rey sol, que calienta estas frías tierras para hacer germinar la semilla que luego será el sustento de los seres humanos que con tanta dedicación la cuidaron y protegieron.
Pero además era la noche en que las jóvenes soñaban con su amado y la próxima unión que las llevaría a la felicidad de estar juntos y disfrutar de las delicias del amor,  tejiendo una corona de flores silvestres que todavía llevan tradicionalmente. Y los jóvenes con el corazón palpitante hacían votos para que aquélla boca que tanto deseaban besar murmurara el   al momento de declararle su amor. Esa tradición perdura más en la leyenda que en la realidad como una fórmula que encierra de todas formas una esperanza y un deseo que está más allá de las miserias humanas que en su momento pudieran existir.
La iglesia católica a medida que los pueblos nórdicos fueron incorporándose al cristianismo hicieron todo lo posible por bautizar  con el nombre de Juan El Bautista o San Juan para terminar con esa festividad ancestral, y celebrarla permanentemente el 24 de junio, pero sin mayor éxito. Los caprichos de la naturaleza obligan a que el día más largo del año sea además un poco inquieto, y por eso esa fecha se mueve como un péndulo entre el 19 y el 25 de junio.

Hoy en día ese ritual en honor fertilidad se ha convertido en otra cosa, que tiene sus lados simpáticos, pero también un lado oscuro, como la luna esconde una superficie oscura. Ese lado oscuro es protagonizado por un elemento que siempre ha estado en el origen de las fiestas paganas, es decir la festividad del dios Baco, o como se le llamara en otras culturas.
El aguardiente es una bebida clásica en los países nórdicos y Rusia, denominado como el cinturón de  las “bebidas blancas”, donde el vodka y el aguardiente han sido protagonistas de tanta alegría, y también desgracias. Lo suecos en este caso beben en estos días intensamente, llegando desgraciadamente a romper los límites no sólo de lo que en general uno mismo se permite, sino que el hecho de consumir tanto bebida produce un mayor número de accidentes en la carretera;  la violencia en lugares públicos y privados se multiplica y los hospitales reciben más pacientes que de costumbre por causa de tanto desenfreno y violencia.
A veces la policía  informa  que el tiempo lluvioso, que es frecuente en esta época, ha impedido mayores incidentes, y esto hace que muchos padres y madres deseen fervientemente que caigan rayos y centellas esta noche para que impidan a los jóvenes celebrar al aire libre el midsommar. Porque es en los parques y en los espacios abiertos donde se producen los mayores incidentes.

Si en los países latinos el carnaval es una fiesta donde también ocurren cosas negativas como contrapartida de la alegría que despierta en la población, esta también ancestral celebración en honor a la fertilidad, la fiesta de midsommar, tiene ese lado oscuro que a pesar de todas las advertencias realizadas por los medios de comunicación y las autoridades,  es inevitable que se produzcan lamentables tragedias, aunque las mismas hayan estado escritas en las estrellas y nadie pudiera descifrarlas.
Así es cuando la gente pierde todo criterio sobre los riesgos que conlleva la ebriedad, para sí mismo y para los demás.
Según Systembolaget, la empresa del estado que monopoliza la venta de bebidas alcohólicas, el consumo de de cerveza, vino, aguardiente y otras bebidas de alta graduación alcohólica,  llegará a los 14 millones de litros este año, para una población un poco mayor de 9 millones de habitantes. Si le descontamos a ese número de población  los 2 millones de niños y otros dos de ancianos y enfermos así como otro número de personas que no beben alcohol, podemos calcular sin mayor riesgo a equivocarnos que la mitad, o sea 4,5 millones de habitantes consume promedio unos tres litros de alcohol durante esa víspera de Midsommarafton. Por supuesto que la gran mayoría bebe con moderación y las borracheras no siempre terminan en tragedia, pero aún siendo un pequeño porcentaje los que beben copiosamente, los episodios que lacónicamente son comunicados por la prensa un día después de la fiesta , y que tienen un final trágico, demuestra que el precio que pagan las víctimas es demasiado alto por la irresponsable actitud frente a la vida de los demás,  y la propia que tienen quienes con tanto desprecio por las consecuencias empinan el codo hasta el cansancio.
Mujeres y niños son a menudo las víctimas directas de los que cruzan el límite que lleva de la  sobriedad a una nube alcohólica donde las barreras de lo prohibido se derriban como los castillos de arena barridos por las olas del mar. Al final lo que iba a ser una fiesta donde todos esperaban divertirse, finaliza en muchos casos en un drama o peor, en una tragedia, donde el rey sol se apaga para siempre cuando estaba en lo más alto del zenit y la esperanza todavía estaba viva para los que pagaron con su salud, o con su vida, el billete a una fiesta donde ni siquiera estaban invitados.


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