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domingo, 19 de abril de 2020

UN DÍA OSCURO CASI NEGRO EN TIEMPOS DE PANDEMIA


El planeta está harto y furioso
hoy castiga al mundo
y al principal filibustero
ese de las barras y las estrellas
y para los más débiles 
terremotos y desastres naturales
se suman y golpean a esta Humanidad
mientras un virus invisible
dragón con lengua de fuego
devora a los más débiles
porque las élites han sido implacables
 y persisten en no darle tregua
 a un planeta malherido
desde que se emborracharon 
con petróleo, esnifan gas y cocaína
polvo de oro y de diamantes
se arrastran por el limbo de la avaricia
vuelan por el espacio persiguiendo las estrellas
 total
 Marte, Venus y Júpiter nos esperan
 para seguir destruyendo sin pausa
 nuestro sistema solar
que observamos en las noches estivales
parpadeando como un grito oculto
 hasta que el sol de pura bronca
 se apague para siempre…
 y como los dinosaurios
 no seamos más que tristes esqueletos 
en un museo del futuro
de una civilización desconocida
en una galaxia que Hubber
nunca descubrió.

miércoles, 1 de abril de 2020

Cine: La pandemia del siglo pasado no era necesariamente un virus.


Las películas A Hidden Life (2019) de Torrence Malik y Mr Jones (2020) de Agnieszka Holland, en esta época de angustias y temores por el Coronavirus, son magníficas creaciones cinematográficas que muestran las dos caras de una misma moneda: de cómo el totalitarismo fracasa en torcer la voluntad y la fe de las personas que buscan incansables y tesoneramente una verdad, su verdad, al mismo tiempo que aquellos devoran las vida de millones de personas.

En la película A Hidden Life se reúnen varios elementos que forman un magnífico cuadro poético de la vida campesina en región alpina de Austria, en un relato de tres horas que se va transformando de una historia romántica en un drama que no podía terminar de otra forma que en tragedia cuando Franz Jägerstätter, (August Diehl) un joven austríaco de profunda fe religiosa, desafía el poder del nazismo en su pueblo, nazismo que va ganando adeptos en la población hasta formar un cerco asfixiante para la familia, y donde Fani  (Valerie Pachner) resiste junto a Franz el aislamiento social a la que son condenados por no jurar fidelidad al Adolf Hitler y su partido.

El drama de Franz y su lucha tiene como base su fe religiosa cuyo principio es no matar a otro ser humano ni permitir que le quiten la vida. Cuando presenta su cuestionamiento a los líderes de la Iglesia lo único que recibe es verdad pero mejor adaptarse a la realidad y obligación que el régimen exige. La tensión que vive la pareja, la madre de Franz y sus tres hijas pequeñas rodeados por el odio de los campesinos fanáticos, que antes eran los simpáticos vecinos, tiene su fin cuando lo llaman a filas del ejército, y se niega a enrolarse. De ahí en adelante son meses de torturas, humillaciones, vejaciones e intentos de manipulación psicológica para que cambie de idea, y al final para que salve su vida. Nada de eso quiebra su fe, y con el apoyo de Fani que lo va a visitar a la cárcel por primera y última vez, es ejecutado con el instrumento que parecía haber desaparecido hacía ya mucho tiempo: la guillotina.

El relato de Malick sigue el mismo hilo poético en esta película anti-bélica que la también inolvidable La Delgada Línea Roja (1988), donde un soldado de EEUU atraviesa el periplo de la guerra en una isla ocupada por los japoneses, con las mismas preguntas existenciales que la pareja protagonista de A Hidden Life por momentos se hacen. Allí relatan voz en off sus sentimientos, dudas y certezas mientras transcurren frente a los ojos del público los increíblemente bellos o amenazantes paisajes alpinos de las primaveras y veranos o el duro e inhóspito de los inviernos. No menos realista es el trabajo en los campos, todavía no mecanizado en su mayor parte, que es realizado con increíble realismo, principalmente por Fani y su hermana, dos mujeres invencibles y tenaces a pesar del cerco de odio de los vecinos. Terrence Malik nos entrega otra vez una obra poética llevada a la pantalla que en esta época del virus es un bálsamo a pesar del contradictorio drama de luces y sombras que desarrolla en otra época de pandemia, el genocidio. Cabe mencionar que tanto Otto Ganz, actor alemán en el rol de presidente de un tribunal militar que juzga a Franz como Michael Nyvkist, actor sueco, en el rol de un cardenal cómplice del régimen, realizan unas cortas intervenciones poco antes de ambos fallecer.
En Mr Jones, dirigida por Agnieszka Holland y basada en un hecho real, el que se lleva en esta película el premio a la tenacidad, es el periodista y escritor Gareth Jones (James Norton) que en su papel de investigador y asesor para uno de los miembros del entonces gobierno británico, David Lloyd George (Kenneth Cranham) tiene como pluma en el sombrero haber entrevistado a Adolf Hitler y a otros dirigentes del arrollador aparato del partido nazi. Una vez de regreso quiere convencer a los políticos británicos de que Hitler es una amenaza potencial para los países democráticos, Gran Bretaña en particular, sobre lo que se burlan los miembros de las cámaras de los Lores y Comunes, ya que solo ven la buena posibilidad de hacer negocios con al nueva Alemania que crece en poder e influencia sobre sus vecinos.
En ese desarrollo donde la geopolítica va acomodando las piezas que mueve cada país aparece la resplandeciente e imparable URSS, donde la sociedad se transforma a un ritmo enloquecedor mientras los otros países europeos apenas se sostienen después de la debacle de fines de la década de los ´20 y comienzos del ´30. Gareth Jones, ni corto ni perezoso, se pregunta porqué ese desarrollo inusual en un país que no salía del atraso hacía apenas una década atrás. Por eso plantea la posibilidad de entrevistar a Stalin de la misma manera que lo hizo con Hitler. Aquí tampoco encontró eco en los políticos británicos. Sin embargo consigue la visa que le permite visitar Moscú, al mismo tiempo que se entera por otro colega que su amigo Paul Kleb con quien había quedado de encontrarse, había sido asesinado a pocos pasos del Hotel Metropol donde se alojan los periodistas extranjeros, dos días antes de que él llegara. Kleb fue asesinado de cuatro balazos en la espalda al parecer víctima de un asalto, pero la verdadera razón era que estaba investigando de dónde procedían los medios y recursos que financiaban la increíble velocidad del desarrollo de la industria soviética, algo que quería compartir con Jones. 

En Moscú Jones tuvo que buscar entonces la ayuda y los consejos del periodista del New York Times, el norteamericano Walter Duranty (Peter Sarsgaard), años atrás premio Pulitzer, para buscar la oportunidad de entrevistar a Stalin. Pero el asesinato de su amigo Paul Kleb, lo lleva por otras pistas que llevan a Ucrania, a pesar de que tratan de disuadirlo tanto Duranty como otros colegas. Sin embargo Jones se las ingenia y recibe la invitación de visitar es república soviética de un lato cargo del partido, y con la ayuda de la periodista Ada Brook (Vanessa Kirby),  colaboradora de Walter Duranty y el NYT, logra encontrar  información confidencial sobre lo que ocurre en Ucrania, con una realidad muy diferente a la que hasta entonces pintaban sus colegas: la hambruna (Holodromo) y el sacrificio de los campesinos y pueblos enteros, que debían entregar por la fuerza las riquezas del campo, al precio de sus propias vidas. Años después se constataría que en ese proceso murieron  3 millones depersonas a causa del hambre en Ucrania. 
El esfuerzo de Jones en busca de la verdad no le valió de nada. Escapó por poco de ser fusilado por las negociaciones diplomáticas entre Gran Bretaña y la URSS al precio de que debía negar lo que había visto. Los soviéticos además habían arrestado a diez ingenieros británicos acusándoles de ser espías, para hacer más presión contra las historias de Jones y obligar a los políticos de Londres a rechazar todo lo que Jones afirmara.
Hay que recordar que Gran Bretaña y EEUU hacían negocios con la URSS, que empleaba ingenieros británicos para su creciente industria y compraba armas para una posible guerra que se pintaba en el horizonte, y preferían que estos hechos en la lejana Ucrania no se conocieran. La tozudez de Jones termina interesando al entonces magnate de la prensa estadounidense de visita en Londres, William Random Hearst, (Mattew Marsh) quien accede a publicar la historia de Jones provocando una crisis entre ambos países.De todas formas cuando el pacto entre Alemania y la URSS se rompe, los americanos reanudad el comercio militar con el país invadido por Hitler. Lo interesante de la narración es que paralelamente a los esfuerzos de Jones por conocer la verdad de lo que ocurre en Ucrania, aparecen momentos en que el escritor George Orwell (Joseph Mawle), relata pequeños episodios de su famosa novela Rebelión en la Granja, cuyo dueño es un tal Jones.