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lunes, 9 de marzo de 2020

Pateando el hormiguero no es la forma.

La estrategia que el nuevo gobierno de la coalición multi -"espectros" ha diseñado en Uruguay, creyendo que con patear el hormiguero iba a obligar a los delincuentes a meterse en los más profundo de sus covachas está causando un creciente malestar y rechazo en la sociedad. La élite estaba convencida que esto bastaría para que los privilegiados que estaban tan atemorizados por la delincuencia vivieran sin miedo. Ese miedo que se había infiltrado en la mayoría de la población, aunque no fuera víctimas de delitos, en base a la campaña de los medios afines y dirigidos por los los mismos que querían recuperar el Uruguay de la patria gaucha, de los privilegios y además sin inclusión financiera.
El despliegue policial usando el acoso agresivo contra la gente que hasta ahora podía hacer malabarismo en una esquina, o tomar mate en una plaza, reuniones de jóvenes en las tardes o noches de verano, transitar solos por las calles, o no verse rodeados de policías a la salida de sus locales de enseñanza, creó en pocos días una atmósfera de inseguridad permanente. Hablaban de Venezuela? Ahí la están reproduciendo mejor que nadie.
Los delincuentes con experiencia saben cómo protegerse, ellos están acostumbrados a la persecución policial, tienen sus rutinas y saben cómo eludirla. O enfrentarla como es el caso de la joven policía muerta hace pocas horas en un enfrentamiento. Los otros delincuentes, los de cuello blanco o botas de montar, los agroexportadores, no sufren esos acosos, salvo algún error en la red de contactos oficiales u otro cartel enemigo que quiera arruinarles el negocio. Usar la labor de inteligencia, infiltración, prevención, vigilancia y luego cuando es necesario represión, es el método policial más efectivo, lo usan los países ricos donde todavía se respeta (no siempre) el estado de derecho para todos, en la lucha constante contra el delito. Porque siempre hay gente dispuesta a desafiar el poder del estado y de la ley.
Las personas que en cambio no están en ese submundo de corrupción, desesperación y riesgo, no pueden admitir que la policía les exija mostrar su DI sólo por estar en uno de esos lugares públicos sin haber cometido una falta. Crea inseguridad, miedo y odio. Sobre todo entre los jóvenes que venían de vivir un ambiente de libertades que ponían al país entre los más democráticos y libres del mundo. La dignidad de las personas jóvenes y mayores, se aprende desde la infancia. Cuando un ministro como Larrañaga sale en los medios prometiendo y poniendo en marcha una máquina represiva sin parangón desde la dictadura militar, que no diferencia entre los civiles al delincuente y a la persona honesta, sino que los trata a todos por igual, es el mismo resultado que patear el hormiguero. Y un hombre que se dice de campo debería saberlo mejor que nadie. Pero la arrogancia ha sido más fuerte, y si esto no para, y no parece que lo haga, se le llenará el zapato de hormigas, a él y al presidente que gusta también disfrazarse de gaucho, es decir de denuncias contra policías e interpelaciones en el parlamento, y violencia contra los uniformados, porque la "embestida baguala" no es la forma. Resultado a más largo plazo: emigración de una generación joven a otros países, convirtiendo a Uruguay en un país de jubilados empobrecidos y fracasados.

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