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viernes, 12 de enero de 2024

Los eternos soldados de terracota



 

El emperador chino Qin Shi Huang soñó una vida después de la muerte rodeado de todo lo que lo protegió y disfrutó en su vida como el hombre todopoderoso que era, quien además no solo construyó el primer imperio chino después de derrotar a numerosos reyes y dinastías vecinas entre el 221-206 AC. (La continuaría la dinastía Han desde el 206 AC al 25 DC), también se las ingenió para construir gigantescas obras que perduran hasta hoy. 

En su visión sobre la vida en el próximo mundo de los muertos,   hizo construir un mausoleo que en realidad no debía ser visto por las futuras generaciones porque pertenecía a otra dimensión, es decir al reino de los muertos. Por eso fue enterrado con cierta profundidad para esconderlo de los ojos de los vivos. La superficie del nuevo reino de ultratumba de Qin, descubierto por casualidad por unos campesinos que excavaban en el terreno en 1974, abarca  2,13 kms2, pero todo su conjunto comprende nada menos que unos 60 kms2, donde se alternan parques y diferentes espacios en honor al emperador y, resguardando la seguridad del imperio, las tumbas de los 8000 soldados de terracota listos para defenderlo; además también están allí el personal de distintas categorías del palacio, animales de granja o de pura decoración. Incluso allí se encuentra la tumba colectiva de miles de obreros, orfebres, escultores, artesanos de todo tipo que sucumbieron durante aquellas casi cuatro décadas de trabajo.  Se calcula que durante ese periodo trabajaron unos 700 000 obreros de todas las categorías y género. Brazos, manos e ingenio, de esclavos y hombres libres, recrearon el mundo del emperador, quien con sus campañas militares había derrotado militarmente a todos los otros reyes chinos de otras dinastías vecinas, uniendo así en un solo imperio, lo que se convertiría en el más poderoso reino asiático de la época. Y Qin no se conformó con
ello. También mandó a construir la primera fase de la gran muralla China. Entonces vivían 60 millones de habitantes en el imperio. Fuerza de trabajo no faltaba y tampoco prisioneros de guerra.

Como la mayoría de los emperadores de la Antigüedad, en su grandeza y egolatría, Qin se creyó inmortal, como los faraones o, posteriormente, los emperadores romanos, que también fueron convertidos, convenientemente por sus descendientes, en dioses. Qin quería ser recordado como un verdadero líder inmortal que seguiría reinando en el reino del más allá. 


En una muestra única en este momento en Europa, el museo arqueológico MARQ, de  Alicante, expone esta espectacular muestra de poder, creatividad y destreza del pueblo chino, que lleva miles de años aceptando las reglas del juego que impone el emperador o, en la edad moderna, el partido de turno. Claro, las condiciones son diferentes para quienes hoy se desempeñan en China como asalariados, ya que el poder de compra de los chinos crece cada año, aunque existan lugares como HongKong donde miles de trabajadores viven todavía en  “jaulas” o “ataúdes” como les llaman, de dos metros cuadrados, porque el precio de una vivienda o el alquiler es inalcanzable para la categoría más baja de salarios para los que están empleados en los sectores de trabajos no calificados.  


La China de hoy, con su cultura e historia, muy distinta a la nuestra occidental, muestra también de lo que es capaz de realizar en poco menos de medio siglo, en base a esa férrea disciplina y ambición de convertirse en la nación más poderosa del planeta. Xi Jinping va camino a ello, sin necesidad de las batallas militares del emperador Qin, Bueno, por ahora no parece estar interesado, aunque muestre los músculos a quien quiera verlo. Su estrategia es más sutil. El comercio y las inversiones en los países que le interesan, van tejiendo el camino de la seda, o la telaraña de ese noble material regurgitado por los gusanos, donde todos parecen encontrarse a gusto (menos El presidente Javier Milei y su ministra Mondino de RREE) cuando escuchan retumbar el poderoso Gong , cuyo sonido proviene de Pekín, en las madrugadas, cuando es hora de levantarse para ir a trabajar. Viendo las crisis por las que atraviesan nuestras democracias y otras dominadas por el autoritarismo, guerras, fascismo, neoliberalismo, corrupción, delincuencia organizada, narcotráfico, y mucho, mucho más, probablemente en poco tiempo, todos estemos mirando al Imperio del Sol Naciente, que ya no es Japón, sino su vecino continental con el dragón como símbolo.


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