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domingo, 26 de mayo de 2019

Elecciones Europeas: Lo que se juega

Un planeta colapsado climáticamente es una de
de las amenazas que los ciudadanos europeos deberían
impedir con su voto.
Este domingo 26 de Mayo se realizan las elecciones para elegir a los candidatos que representarán a los partidos y a los países de la UE en el Parlamento Europeo. Una elección en la que participarán 425 millones de votantes para elegir 751 parlamentarios. Una elección que en general está signada por cuestiones fundamentales como el cambio climático, la inmigración, derechos humanos y sociales, euroescepticismo y ultranacionalismo, Brexit, solo por nombrar unas pocas.

Aquí se enfrentan esas dos visiones, esos dos paradigmas de quienes quieren refugiarse en el nacionalismo reafirmando el eslogan Nuestro país Primero! frente a los grandes desafíos que implica el cambio climático y sus consecuencias, la inevitable emigración causada por estos cambios que obligan a millones a emigrar empujados además por los conflictos bélicos que azotan a unas cuantas regiones del planeta. A problemas globales soluciones globales. Esto suena mal a los oídos del rancio nacionalismo europeo que una vez más levanta banderas emulando el nazismo y las otras corrientes pardas del siglo pasado. Y no hay mejor defensa contra esos problemas para combatir sus  consecuencias que levantar muros reales a lo Donald Trump o burocráticos para frenar lo que mayoritariamente los mismos países - sobre todo los más ricos- han ayudado a originar durante siglos.

Europa confirmará hoy hacia dónde se inclina el fiel de la balanza. Hacia una dispersión del voto y de las estrategias o un cierre de filas de los que comprenden que sólo con más cooperación y coordinación en asuntos políticos, científicos y tecnológicos, de seguridad contra el crimen organizado, medio ambiente, derechos laborales y sociales y tantos otros como la cultura, la educación y la salud, son el puente que une a esta parte del planeta que ha evitado una nueva confrontación bélica desde que decidió unirse después de la 2aGM.

El tic-tac del reloj que nos acerca a situaciones límites sólo puede ignorarse por quienes han decidido sacar partido equivocadamente de cualquier catástrofe que ocurra. Una vuelta al nacionalismo feroz es aumentar las posibilidades de que ocurra lo peor, que nos envuelva el caos y la violencia, primero entre individuos, después entre las clases sociales y luego entre las naciones. Y nadie puede ignorar quiénes sobrevivirán al final debajo de esas cenizas, no serán los proletarios, los más desposeídos ni quienes creen representarlos, como sueñan los que abrazan la teoría del caos para justificar sus métodos. Matteo Salvini en Italia o Víctor Orbán en Hungría, representan mejor que nadie las fuerzas que hoy han capitalizado el temor de la gente prometiéndoles lo que el ultranacionalismo junto a sus proyectos económicos no puede cumplir: salvarse ellos solos de las amenazas que penden sobre nuestras cabezas como la espada de Damocles.

Como afirma el historiador Yuval N. Harari (1): la humanidad tiene hoy al menos tres enemigos globales: la guerra nuclear, el cambio climático y la disrupción tecnológica, es decir una ruptura brusca con el paradigma tecnológico existente que puede acarrear buenas perspectivas para el futuro de la humanidad... o calamidades nunca vistas.
Entre esas dos visiones los ciudadanos europeos de la UE deberán elegir hoy pensando en el mañana y en la deuda que tenemos con las nuevas generaciones.

(1) 21 lecciones para el Siglo XXI. Yuval Noah Harari.

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