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lunes, 20 de junio de 2022

Vientos de cambio y de retroceso

Resuenan las trompetas del triunfo en Colombia de la izquierda progresista con promesas de  reformas que elevan la esperanza de establecer una sociedad más justa. 
La Marsellesa se escucha en muchos rincones de Francia con renovadas voces y bríos que tal vez obliguen al presidente Emmanuel Macron a rever sus políticas neoliberales.


 Las imágenes de los avances de la izquierda y otros partidos progresistas que ocurren en estos países nos producen una satisfacción y una esperanza de que es posible revertir las tendencias más funestas que venía empujando a la derecha de todos los colores ideológicos a liderar sectores populares descontentos con gobiernos que no contemplaban las expectativas ni la confianza que habían depositado en ellos. 


 El triunfo de Gustavo Petro y Francia Márquez desborda el río Magdalena, no solo por el triunfo de la izquierda y el progresismo en uno de los países donde la derecha y sus paramilitares regaron de sangre por siglos ese simbólico río y territorio. Sino porque despliega en el país una nueva agenda de cambios que veremos, con el tiempo, cuánto logra establecer en temas como la justicia social, la justicia ambiental y perspectivas de paz, que tanta necesidad tiene ese país desde hace siglos, y que promete el nuevo dúo gobernante. 


Como sabemos dependerá de las alianzas en el parlamento y la fuerza del estado como tal para que se cumplan. Una tarea nada fácil en un país donde la extendida corrupción corroe a las autoridades estatales y regionales,  en general, salvo excepciones, las que han respondido por ende a los intereses de una clase terrateniente y de grandes empresas que les han marcado el paso. Un gran desafío tienen por delante Petro y Márquez para romper esas secretas y sumergidas alianzas, y lograr que las necesarias reformas con beneficios también para los más desposeídos puedan llegar a buen puerto.


En Francia la unión de los partidos de izquierda y verdes demostró que ese es el camino para que en este caso particular, quitarle la posibilidad al presidente Macron de seguir imponiendo políticas neoliberales mientras un buen porcentajes de la población sucumbe a la crisis. Ahora Emmanuel Macron tendrá que elegir si se vuelca a recibir el apoyo del progresismo de Jean-Luc Mélenchon para gobernar, o al revanchismo reaccionario de Le Pen. Una nueva cohabitación es posible. Veremos a quien elige Macron como pareja en la cama del Palacio del Elíseo.


Por último es difícil dejar mencionar y reconocer el triunfo del Partido Popular en Andalucía, la región más poblada de España. Superada la etapa donde parecía que la profunda corrupción que había -y todavía sacude a este partido-  y el advenimiento del ultraderechista Vox, vaticinaban tal vez un poder compartido. Sin embargo el PP no sólo ganó las elecciones andaluzas sino que lo hizo con mayoría absoluta, imponiéndose también al PSOE que registró el peor resultado en esta provincia desde el restablecimiento de la democracia. Si la unión hace la fuerza como en Colombia y Francia, el divisionismo y la atomización producen la debilidad de las fuerzas progresistas como se comprueba en Andalucía. El franquismo en sus nuevas modalidades sigue vivo en la España, y pocos entonan todavía con Miguel Hernández ”Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos?”…

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