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miércoles, 3 de julio de 2024

Cambio de estrategia en Uruguay


    
A la izquierda Álvaro Delgado y Valeria Ripoll (PN)
y a la derecha Carolina Cosse y Yamandú Orsi (FA)
Al Partido Nacional no le resultó las estocadas de Romina Celeste Papazzo, con sus intentos de torpedear la campaña de Yamandú Orsi, del Frente Amplio, con la denuncia por una supuesta violencia contra una trabajadora sexual, sumadas a tantas otras acciones que venía cometiendo a lo largo de los años, acosando a militantes y tratando de boicotear actos del FA. Al final terminó entre rejas, imputada por los delitos de difamación, calumnia y asociación para delinquir, y esperando el juicio. Ante este fracaso, claro que nadie lo va admitir en el PN por una supuesta implicancia en este escándalo para originar un "law faire" contra Orsi. Posiblemente esos tentáculos estaban fueran del partido, pero de todas maneras buscaban beneficiarlo, sin lugar a dudas. Después de conocido el resultado de las internas del domingo, Álvaro Delgado, el más votado y elegido como candidato a presidente en el PN, dio un giro inesperado para varios sectores dentro de su partido, y en lugar de elegir como candidata a vicepresidenta a la segunda más votada, es decir a Laura Raffo, eligió a Valeria Ripoll, la ex sindicalista, expresidenta de ADEOM  (empleados municipales) a quien presentó como la figura que, según Delgado, tiene una "alta sensibilidad social". Es decir que el PN reconoce indirectamente que sumergió a decenas de miles de familias e individuos por debajo de la línea de pobreza, y ahora necesita una mujer con “sensibilidad social” para convencer al electorado, que se le escapa, en las capas sociales más vulnerables y de la clase media baja, por las políticas neoliberales del presidente Lacalle. Ahora sí van a invertir fondos para revertir los casi cinco años de saqueo a esos sectores para beneficiar a los mencionados "malla oro". Incluso le ha puesto una suma: unos hipotéticos 200 millones de dólares, una tímida suma después de todo lo que le  han sustraído de los presupuestos durante este período y que no sirven ni para tapar los agujeros del techo que han dejado en tejado del país. Muy por el contrario, el FA eligió con una inmensa mayoría, más de 410 mil votos, a Yamandú Orsi y Carolina Cosse como los candidatos del FA, superando todas las expectativas.

Los estrategas del PN, porque a Delgado no se le ocurren muchas ideas más allá de sentirse un hombre de campo y hasta ser “colono rural”, como alguna vez simuló ser en los papeles del Instituto de Colonización, necesitan a Ripoll para alcanzar a ese electorado fugitivo, y enfrentar al FA con una mínima retórica similar a la que desarrolla esta oposición progresista, cuando habla de la necesidad de cambios en las políticas sociales, educación, salud y otras áreas que este gobierno ha gestionado recortándolas con el hacha, con políticas muy beneficiosas para las élites y en perjuicio para las mayorías, como ya señalamos y las que pocos ignoran, o simulan ignorarlas.

Los abucheos y las puteadas que recibió Delgado en el momento del anuncio de Ripoll como su acompañante, frente al local partidario de la plaza Matriz, en la Ciudad Vieja, fueron una señal muy clara del rechazo de algunos grupos del PN de elegir a una candidata a vicepresidenta con apenas algo más de seis meses de militancia, con un pasado en el Partido Comunista, que abandonó oportunamente, hace ya muchos años, para hacer carrera política en la derecha, pero que a los blancos tradicionalistas les importa un bledo y, sin dudas, les rechinan los dientes, mientras que el viejo Aparicio Saravia se retuerce en la tumba clamando por su poncho y su caballo, y los muertos en la batalla de Masoller se levantan en polvaredas de cenizas, empuñado las tacuaras, para dejar bien en claro que no están de acuerdo con la inesperada jugarreta de última hora.

Pero sabemos que el núcleo duro del herrerismo en el PN tiene la estrategia bien diseñada para mantenerse en el poder, o intentarlo al menos, sin importarle el patealeo de los grupos minoritarios dentro del partido, y en el peor de los casos, asfaltarle el camino de regreso al Gran Luis, para 2029, ya que es "tan popular" como ninguno en sus filas. El asunto es frenar la sangría y debilitamiento por la gestión del actual gobierno, sí, la del Gran Luis, que, paradójicamente, le siguen dando al presidente Lacalle una relativa alta popularidad (más del 40%, aunque no por su gestión, sino por su "simpatía" y personalidad. ¿"De gorrión de basurero", como dijo una vez Pepe Mujica?) a pesar de que el gobierno se ha visto envuelto en verdaderos escándalos, que todavía están bajo investigación por causas de ex ministros y funcionarios implicados en escándalos y posibles graves delitos de corrupción, donde el presidente puede estar salpicado o en el peor de los casos implicado. 

La meta neoconservadora dentro de los dos partidos tradicionales, el Partido Nacional (124.000 votos) y el Partido Colorado (80.000 votos), y las figuras de sus nuevos líderes, Alvaro Delgado (PN) y Andrés Ojeda (PC), mantienen en una nebulosa lo que pretenden hacer, pero qué diferencia puede haber cuando representan lo más granjeado del neoliberalismo, claro que "a la uruguaya". Se enfrentan, sin embargo, a la fuerza política del FA, cuyos gobiernos la mayoría de la gente tuvo oportunidad de conocer y beneficiarse,  dándole al país la oportunidad de crecer económicamente con redistribución de la riqueza. Claro que quedaron flecos y sectores sociales que no pudieron ser beneficiados, por carencias propias de sus políticas o la lucha en minoría en el parlamento contra la oposición y, a veces, con votos propios dentro del FA que le impidieron seguir con las reformas. Esto impidió que no pudieran cumplirse nuevas metas de redistribución y derechos que estaban en el programa. La esperanza es que en octubre, cuando se realicen las elecciones nacionales, se pueda retomar esa senda y Uruguay vuelva a ser un país con desarrollo económico, justicia social y, culturalmente, una país para que florezcan miles de girasoles que iluminen el camino hacia una sociedad mejor en todos los aspectos posibles. Es política progresista, muchachada. Vamos que vamos.

1 comentario:


  1. Un mundo que contiene color esperanza.
    Un Uruguay enfrentado a un proceso electoral el cual será enmarcado dentro de mentiras, injurias, supuestos escándalos que ya estamos acostumbrados en los países del primer mundo. El mundo democrático, pluralista y donde los derechos del ser son respetados (según sus capacidades).
    Uruguay no escapa a las coyunturas ya experimentadas en Brasil con Bolsonaro y el actual presidente argentino Milei.
    Ya podremos ver una campaña electoral con muchos matices.
    Es el deber de los uruguayos ponerle freno a las injusticias y darle paso a un futuro de color esperanza.

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