Cuando la realidad obliga
Ayer recorrió el mundo la noticia de que el gobierno cubano había decidido liberar a 52 presos luego que la iglesia católica y el gobierno de España lograran negociar con el presidente Raúl Castro la libertad de estos presos. El gobierno cubano dice que no existen presos políticos en la isla, sin embargo lo paradojal y hasta embarazoso para los hermanos Castro, es que después de negarlo durante años, ahora han decidido, a regañadientes, negociar la libertad de estos presos de conciencia, acusados como traidores y agentes de un poder extranjero.
Las acusaciones de este tipo son muy usuales en todos los regímenes totalitarios que han existido sobre el planeta, sean del color ideológico que sean. Siempre se usan contra aquéllas personas que por pensar y querer actuar en consecuencia, oponiéndose a la propaganda del partido o al pensamiento del máximo líder, pretenden difundir sus ideas y contrastarlas con la ideología dominante. Los que pasamos por las experiencias de las dictaduras militares derechistas en América Latina conocemos también esas medicinas.
Las debilidades de los sistemas totalitarios son muy evidentes, ya que tienen un permanente temor que las ideas subversivas se expandan entre la población, que las nuevas ideas críticas contra la opresión, debilidades y abusos del régimen , abran una brecha en la conciencia de la gente y al final todo se derrumbe como un castillo de naipes. Quien tenga los suficientes años para haberlo conocido y vivido, sin dudas recuerda cómo se vinieron abajo la URSS, Rumania y el resto del campo socialista, y también las dictaduras latinoamericanas.
Suena casi patético que hombres que en su momento derrocaron al dictador Batista, teman a personas por el hecho de pensar distinto y pedir cambios y reformas, decidan encarcelarlos mientras los familiares son humillados por pedir la libertad de sus hijos, hermanos o esposos. La huelga de hambre de Zapata, que le causó la muerte, y la de Farías que apenas ha sobrevivido, y la de otros más, abrió de todas formas una brecha en los que parecía un monolítico cierre en las filas del gobierno cubano. El presidente Raúl Castro parece obligado por las circunstancias de la crisis global y el empobrecimiento cada vez más evidente de Cuba, a romper con el cerco que USA mantiene desde hace décadas y las frías relaciones con la UE.
El gobierno de España aprovechó su presidencia de la UE para tratar de destrabar los cerrojos que mantenían a Cuba en el congelador, y el canciller español Ángel Moratinos pudo junto con el presidente Castro, disfrutar del partido España - Alemania después que la suerte de los 52 presos de conciencia estuviera sellada: España les otorgará permiso de residencia a todos, y según ha trascendido, las autoridades cubanas les darían el status de emigrantes, es decir que en teoría podrían volver a Cuba.
Quedan todavía más de 100 personas encarceladas y condenadas por similares "delitos". Muchos cubanos dentro y fuera de Cuba son escépticos a creer que después de este reconocimiento y puesta en libertad de los presos, el gobierno cubano esté dispuesto a realizar las necesarias reformas que lleven a una democratización de la sociedad cubana. Otros por el contrario, se muestran optimistas y piensan que la debilidad de los hermanos Castro debido al fracaso de su proyecto socialista los obliga a reformar las bases mismas del sistema.
La cuestión es si Cuba marchará por una senda de cambios en paz , con reformas que permitan el pluralismo político, es decir que el partido comunista abandone el poder absoluto que hoy detenta, o que se derrumbe aparatosamente como el antiguo bloque socialista europeo. El modelo chino de partido único y economía de mercado no parece muy realizable en una sociedad con una tradición cultural tan distinta a la china.
Es de desear por el contrario una transición donde el gobierno ponga lo suyo junto a la oposición que pretende cambios pacíficos en la isla. Que el gobierno cubano abra las puertas a la libertad de ideas, que realice reformas necesarias para que Cuba y sus ciudadanos recobren lo que hace ya muchas décadas han perdido: el derecho a decidir sobre su propio destino en un medio social y político donde el pluralismo y las libertades sean respetadas por todos y para todos. Y eso no es venderse al imperialismo.
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