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jueves, 8 de noviembre de 2012

Elecciones no tan limpias como aparentan en los medios


Prendida a los coletazos del huracán Sandy llegó la victoria del presidente de EEUU Barrack Obama sobre el republicano Mitt Romney.  Continuidad en el gobierno de la todavía potencia nr 1 del mundo tranquilizó a muchos líderes políticos en otros continentes. Fueron elecciones muy concurridas y el partido Demócrata ganó por más de 2 millones de votos, y triunfó en aquéllos estados claves como Ohio y Virginia. Si bien no hubieron grandes críticas y cuestionameientos en el país sobre cómo se desarrolló  la jornada electoral, quedó en evidencia sin embargo la intolerancia de algunos estados que impidieron que observadores internacionales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) pudieran cumplir su misión de controlar el desarrollo de la votación.
 
 En ocho estados, Alabama, Florida, Iowa, Michigan, Missisipi, Ohio, Texas  y Pennsylvania,  los observadores no pudieron cumplir su misión porque las autoridades policiales impidieron que ingresaran a los locales de votación. Incluso en Texas la policía amenazó con arrestar a esos observadores si se atrevían a entrar en los locales. La misión de OSCE tenía como fin la de controlar las listas de electores y el control de los votos, entre otras cosas.

Así se encontraron con que más de 50 millones de electores de los 237 que hay en total en EEUU, no estaban registrados. Cuánta resposabilidad le cabe al propio ciudadano y a las autoridades es difícil de dilucidar, pero la cifra es sorprendente. También pudieron constatar que otros estaban registrados en varios estados con la posibilidad de votar más de una vez si se lo proponían. Otro ejemplo es el de las personas que en el pasado fueron condenadas, y por esa razón muchos no se les permitió votar, algo que está en contradicción con las reglas internacionales. Además se constataron ejemplos donde las rutinas de control de identidad eran tan rígidas, que muchos se quedaron sin votar, afirma OSCE.

Dan Everts, que lideraba el grupo de OSCE, quedó decepcionado por la actitud de esos ocho estados que impidieron que los observadores cumplieran con su misión. La actitud de esas  autoridades nos recuerda a los países totalitarios, con la diferencia que esos gobiernos ganan las elecciones con el 99,9 por ciento de los votos. El show electoral costó además miles de millones de dólares, posibilitando a muchos políticos ser elegidos para ocupar cargos no por su carisma, propuestas y capacidad de acción, sino por el capital invertido. Una tendencia que se agudiza, según los observadores. El país que muchos reconocen como el más democrático del mundo parece tener tantas manchas oscuras que ese prestigio no parece corresponderse con la realidad.

 

 

 

 

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