Harald Edelstam, un embajador fuera de serie. |
En diciembre de 1973 fue expulsado de Chile cuando la junta militar comprendió la audacia del embajador que se presentaba allí donde sabía que había refugiados latinoamericanos para rescatarlos y enviarlos a Suecia. Conocí a algunos de ellos que contaban con agradecimiento con ojos brillantes, que encontrándose en el estadio nacional en Santiago, y cuando parecía que todo estaba perdido, apareció el grupo de diplomáticos suecos encabezado por Edelstam para argumentar con los oficiales de turno que esos prisioneros estaban bajo su protección y debían ser entregados. Finalmente su firmeza y seguridad desarmó a los uniformados que accedieron a entregarles a varias decenas de prisioneros de diverso origen latinoamericano que se habían refugiado en Chile escapando de las dictaduras de sus países. Entre ellos 54 uruguayos y muchos bolivianos y brasileños entre otros. Luego llegaría el turno de los chilenos perseguidos a los que también la embajada protegió, incluso después que Harald Edelstam fuera expulsado del país.
Pero Edelstam no sólo se atrevió a rescatar a esos prisioneros. También tuvo la valentía de ocupar, con su personal contratado entre algunos suecos que se encontraban en Chile, la embajada y consulado cubano, las que habían sido atacadas y baleadas por los militares. El embajador sueco hizó la bandera sueca sobre esas residencias y declaró a los militares que se atrevieran a penetrar en esos recintos que estaban violando la soberanía sueca, y que eso además podía llevar a un conflicto armado con el país escandinavo. Una amenaza que sonaba a fanfarronería, pero que dió resultado. Esos edificios sirvieron de refugio a otros miles de refugiados que fueron llegando a pedir protección.
Este año se celebraron los cien años del nacimiento de Harald Edelstam, que falleció en 1989. Gracias a su arriesgada y espontánea valentía miles de perseguidos políticos salvaron la vida. Hoy se manifiesta el repudio a aquél golpe de estado que derrocó al presidente Salvador Allende. Pero hay espacio también para agradecer al "caballero del clavel negro" por haber rescatado a tantos refugiados de las mazmorras y de los pelotones de fusilamiento de Pinochet.
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