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miércoles, 11 de septiembre de 2013

11/09- Una fecha maldita cargada de recuerdos y también agradecimiento

Harald Edelstam, un embajador fuera de serie.
A nadie se le escapa que el 11 de septiembre se ha convertido en una especie de Idus de Marzo para mucha gente que veía venir el golpe de estado en Chile en 1973. Hoy a cuarenta años de aquélla tragedia muchos recuerdan aquél aciago día, allí donde hay chilenos y otros latinoamercanos que vivieron aquélla experiencia. Aquí en Suecia se recuerda especialmente al hombre que inició el proceso de rescatar a miles de perseguidos políticos de las garras de los militares. Nos referimos a Harald Edelstam, embajador sueco en Santiago, que en aquéllos días de 1973 fue el único diplomático que se atrevió a desafiar a los uniformados. Aún cuando muchos funcionarios del ministerio de RREE reprobaran sus métodos, incluso cuando el entonces Primer Ministro Olof Palme le había dado el visto bueno para proceder como lo hizo.

En diciembre de 1973 fue expulsado de Chile cuando la junta militar comprendió la audacia del embajador que se presentaba allí donde sabía que había refugiados latinoamericanos para rescatarlos y enviarlos a Suecia. Conocí a algunos de ellos que contaban con agradecimiento con ojos brillantes, que encontrándose en el estadio nacional en Santiago, y cuando parecía que todo estaba perdido, apareció el grupo de diplomáticos suecos encabezado por Edelstam para argumentar con los oficiales de turno que esos prisioneros estaban bajo su protección y debían ser entregados. Finalmente su firmeza y seguridad desarmó a los uniformados que accedieron a entregarles a varias decenas de prisioneros de diverso origen latinoamericano que se habían refugiado en Chile escapando de las dictaduras de sus países. Entre ellos 54 uruguayos y muchos bolivianos y brasileños entre otros. Luego llegaría el turno de los chilenos perseguidos a los que también la embajada protegió, incluso después que Harald Edelstam fuera expulsado del país.

Pero Edelstam no sólo se atrevió a rescatar a esos prisioneros. También tuvo la valentía de ocupar, con su personal contratado entre algunos suecos que se encontraban en Chile, la embajada y consulado cubano, las que habían sido atacadas y baleadas por los militares. El embajador sueco hizó la bandera sueca sobre esas residencias y declaró a los militares que se atrevieran a penetrar en esos recintos que estaban violando la soberanía sueca, y que eso además podía llevar a un conflicto armado con el país escandinavo. Una amenaza que sonaba a fanfarronería, pero que dió resultado. Esos edificios sirvieron de refugio a otros miles de refugiados que fueron llegando a pedir protección.

Este año se celebraron los cien años del nacimiento de Harald Edelstam, que falleció en 1989. Gracias a su arriesgada y espontánea valentía miles de perseguidos políticos salvaron la vida. Hoy se manifiesta el repudio a aquél golpe de estado que derrocó al presidente Salvador Allende. Pero hay espacio también para agradecer al "caballero del clavel negro" por haber rescatado a tantos refugiados de las mazmorras y de los pelotones de fusilamiento de Pinochet.

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