En el aeropuesto de Carrasco en Montevideo me despedí de mis primos que me acompañaron después de varias semanas de encuentros con familiares, amigos y visitas a distintos lugares. Un viaje muy estimulante donde todos me trataron soberanamente. Caminé entonces hacia la sala de espera después de pasar los controles. A la hora de subir a bordo me puse en la fila y a mi lado un señor mayor sonrió y saludó inclinando la cabeza. Respondí al saludo y le pregunté por un vino que estaba en exposición en una tienda a nuestro lado.
- Mire, la verdad que esa cepa Tannat no me cae bien. Así que no puedo opinar - me dijo mientras parecía buscar en sus recuerdos algún rastro de los vinos de la bodega que lo estaba ofertando. Subimos al avión, y por casualidad nos sentamos uno frente al otro, separados por el pasillo. A mi derecha un joven estaba acomodándose en el asiento al lado de la ventanilla. Las azafatas trabajaban duro tratando de cerrar los compartimentos del equipaje de mano, y la gente charlaba y bromeaba mientras otros trataban de abrirse paso por el estrecho pasillo. Superado este trance siempre un poco caótico en los aviones, partimos rumbo a Madrid.
- Alberto Bogliaccini, me dijo el hombre mayor y me extendió la mano. La estreché y comenzamos a hablar. Cuando le dije que viajaba a Estocolmo se interesó por Suecia y la situación en el país. Le hice un resumen de los problemas que allí son actuales, la llegada de decenas de miles de refugiados sirios entre otros y el "pare" decidido por el gobierno, la marginación en ciertos barrios, los problemas de integración y la ultraderecha que aprovecha cada incidente para añadir más leña al fuego que arde en los sectores más nacionalistas, xenófobos y racistas. Estaba interesado en la escuela, por una razón que más adelante descubriría.
Me contó de su larga carrera como arquitecto en varios países del mundo. Se mudó a España después de ganar junto con dos socios un concurso donde el diseño de una iglesia los llevó a un inesperado cambio de sus vidas. Marcharon junto a sus parejas a la península ibérica, cada uno con billete de avión y algo más. Corría el año 1961 y en España creían que los tres eran italianos por sus apellidos. Me contó que la fama los catapultó después de haber diseñado esa iglesia en Madrid. Desgraciadamente no recuerdo el nombre de la misma. Luego llegaron más contratos hasta que un error de calculo en un proyecto los golpeó muy fuerte y la buena racha se terminó por el momento. Habían propuesto un diseño muy lejos de lo que venían haciendo hasta ese momento, y el interesado rescindió el contrato. Después de este golpe viajaría a varios países de Europa y América para trabajar en distintos proyectos.
Alberto nació en Paysandú en 1934, tiene nacionalidad uruguaya y española, es Dr Arquitecto por la Universidad de Sevilla y tiene el titulo por la Universidad de la República. Ejerció como profesor en diferentes universidades y creó además algo que rompería los moldes de muchos juegos de entretenimiento: el MasterGoal. (mastergoal.com)
Alberto nació en Paysandú en 1934, tiene nacionalidad uruguaya y española, es Dr Arquitecto por la Universidad de Sevilla y tiene el titulo por la Universidad de la República. Ejerció como profesor en diferentes universidades y creó además algo que rompería los moldes de muchos juegos de entretenimiento: el MasterGoal. (mastergoal.com)
El juego, concebido a partir de su arraigado pacifismo, es el resultado del sueño de su juventud: juego de alta estrategia, colectivo y no destructivo. Un metegol para los chicos de las escuelas, liceos y para los mayores también. Tiene tres niveles y cuenta con un éxito internacional ya incontestable. Y entonces entendí su interés por la escuela sueca, quería promocionarlo en el país escandinavo. Quedamos en comunicarnos.
A mi derecha el joven miraba una película y una vez finalizada le pregunté si era sueco. El acento de su castellano sonaba como lo pronuncian los suecos a mis oídos, pero no era así.
- Soy suizo, me dijo, y me llamo Lucio. Soy de la Suiza italiana.
Me contó también que era carpintero y que había trabajado en la construcción de una gran casa de madera en el campo de un estanciero. La misma había sido importada totalmente de Alemania. Ahora, después de haber trabajado un mes serruchando y martillando, se dirigía a tomar unas vacaciones junto a su novia en Tenerife.
- Hablo cinco idiomas, al español lo aprendí charlando, me contó orgulloso de su talento. Y realmente que lo tenía, aunque me dijo que en el campo uruguayo no entendía nada cuando la gente le hablaba. "Especialmente una señora que hablaba hasta por los codos", dijo sonriendo.
¿Quién me tocaría en el vuelo de Madrid a Estocolmo? Pues otro joven compatriota que venía de Montevideo. Comenzamos a charlar y me contó que trabajaba en la Dirección Nacional de Catastro de Suecia, analizando las fotografías satelitales de los campos de los productores para ajustar las superficies de sus terrenos, lo que se planta y las áreas cubiertas de bosque entre otras cosas. La Dirección General Impositiva saca un gran provecho de esas fotografías, me dijo sonriendo. Me contó que se llama Alejandro o algo así, el ruido de la cabina distorsionaba un poco la voz. En todo caso si entendí que su apellido era Pallas, y residía en Gävle. Su familia en cambio vivía en Uppsala. En el aeropuerto lo esperaba un taxi para llevarlo a la casa de su madre que cumplía años ese día. Con la falta de sueño que ambos sufríamos no parecía muy estimulante llegar a un cumpleaños antes que a la cama.