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lunes, 6 de febrero de 2017

La cobardia con rostro masculino

En esta primeras seis semanas de 2017 cinco mujeres han perdido la vida en manos de sus parejas o ex-parejas en Uruguay. La sexta pudo salvar la vida después de haber recibido tres balazos. Esta ola de crímenes o feminicidios como se los llama actualmente, confirma la tendencia de 2016, año en que fueron asesinadas 29 mujeres. Estos tipos que ejercen el poder sobre sus parejas hasta las últimas consecuencias y luego se pegan un tiro, o corren como conejos a la comisaría para entregarse, son el más patético ejemplo del machista cobarde que ante el desafío de la mujer de abandonarlo, no resisten la decisión de la pareja de que no hay futuro juntos, que la relación está terminada.

Amparados muchas veces en la complicidad de otros hombres buscan el momento propicio para cometer el asesinato. Otros aprovechan la ocasión para que todo parezca un homicidio. Con ello consiguen menos años de prisión por el crimen. Como el caso del preso que asesinó a su pareja en el baño de la cárcel o el policía que a pesar de que no tenía derecho de portar el arma de reglamento, nunca fue controlado si cumplía con la orden, y esa arma le sirvió para asesinar cobardemente a la mujer frente a sus dos hijos pequeños. Las denuncias de maltrato no hacen mella en estos individuos y las autoridades cuando intervienen a menudo llegan tarde.

 ¿Puede alguien imaginarse el grado de enfermedad, la clase de virus que corroe el cerebro de estos individuos que han perdido toda capacidad de empatía con sus ex-parejas, sus parejas y sus hijos? Nunca lo sabremos a pesar de los diagnósticos de sicólogos y siquiatras. Siempre estaremos atónitos frente al oscuro pozo de maldad repetida infinitamente, y que cada vez que ocurre nos llena de repudio, rabia y frustración ante tamaña cobardía.




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