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sábado, 19 de agosto de 2017

Recorriendo Italia. Palermo a la vista (3)



Hace algunas horas que varias ciudades europeas, Barcelona principalmente, se han visto conmocionadas por los ataques terroristas de los islamistas. Escribir sobre  viajes de turismo tal vez parezca inapropiado en estos tiempos que corren. Pero creo que es lo que quieren los terroristas, que nos olvidemos de nuestra vida como ciudadanos del mundo, y solo pensemos en la miseria, fanatismo religioso y maldad en la que ellos desean arrastrarnos y nos escondamos como conejos. Ya en este blog he escrito en varias ocasiones sobre estos atentados, el contexto y las consecuencias. Esta vez no lo voy a hacer, aunque no ignoro cómo los pichones de serpiente empiezan a romper el cascarón allí donde la serpiente madre los puso, y atacan coordinadamente. Es probable que pasemos por nuevas y trágicas experiencias. Nadie puede prevenir los ataques hechos con cuchillos o misiles de cuatro ruedas. Pero tampoco estamos libres de culpa. Occidente ha hecho mucho para que todo esto suceda. Creo personalmente, que todo esto es la recurrente historia de las civilizaciones y la barbarie.


Mi primer impulso cuando planeaba el viaje entre Nápoles y Palermo era hacerlo por tierra o mar. Pero cuando comprobé el tiempo que me llevaría recorrer la distancia arriba del tren frecciarossa, me arrepentí. 10-11 horas de viaje era demasiado aunque esos trenes sean cómodos. Ya había viajado en una ocasión entre Venecia y Florencia en uno de ellos y tienen un buen estándar. Pero ni el precio del billete con respecto al avión era mucho más barato y ni hablar de las horas ahorradas. El avión sólo me llevaría una hora. Lo mismo si elegía viajar en un ferry. Así que desayuné tranquilamente y me despedí de Ana y Carmen, que durante mi estadía habían sido muy simpáticas y serviciales en su trabajo de atención a los huéspedes. Carmen hablaba un poco de español y quería practicarlo mientras yo desayunaba. Me contó que lo aprendió viendo películas habladas en castellano y por la música y las canciones de moda. Ya conocía casi de memoria ”Despacito”.

Partí al aeropuerto Capodichino con bastante tiempo con el bus que hace la conexión desde la Estación Central de Nápoles. Fue una suerte que tomé esa decisión porque la autopista que une Nápoles con el aeropuerto estaba bastante atascada por el tráfico. Para muchos era la hora de comenzar a trabajar así que el bus avanzaba lentamente. 
El caos y el bullicio de la ciudad del Vesubio quedó finalmente atrás, una nueva ciudad por descubrir en la renombrada isla de Sicilia me esperaba. Palermo es su capital y es difícil escapar a los estereotipos que hemos recibido de la industria del cine, Hollywood sobre todo, con películas como El Padrino y las innumerables historias sobre la mafia siciliana. 



El mismo aeropuerto internacional Falcone-Borsellino lleva el nombre de los dos jueces asesinados por la mafia cuando investigaban los crímenes de la Cosa Nostra.  En el siguiente enlace se puede ver el monumento a Giovanni Falcone y a las otras del terrorismo mafioso.
(Copiar y pegar en Google) 

https://images.app.goo.gl/cdt7aAf72mYqFbtBA

Descendí del avión después de un vuelo de apenas una hora. El aeropuerto es moderno y funcional. Después de recoger mi mochila en la terminal de equipajes me dirigí al mostrador del servicio de la compañia del bus que hace el traslado de los pasajeros a la ciudad. Pagué diez euros por el boleto y no tuve que esperar  mucho tiempo para que el bus partiera. La carretera que lleva a la ciudad es una costanera que rodea la cadena de montañas que separa el valle donde se escuentra el aeropuerto y el siguiente valle donde está la propia ciudad de Palermo. En uno de estos lugares fue donde pusieron la bomba que mató al juez Falcone. No sé si hay algún monolito o escultura que recuerde el vil asesinato al costado de la carretera, no pude descubrirlo pero luego me contaron que sí lo hay. A
orillas de esta autopista está todo urbanizado por chalets y plantas empresariales que necesitan generalmente del servicio aéreo para sus negocios. 

Palermo vista desde Monreale. 
La primera impresión que tuve de la ciudad, apenas empezamos a circular por ella, es que es más moderna y mejor urbanizada que Nápoles. Tiene el aspecto de otras ciudades del Mediterráneo que he visitado, con sus partes modernas y sus viejos barrios, pero sin la decadencia y miseria que pude observar en Nápoles. En mis caminatas por sus calles pude ver el intenso tráfico por sus avenidas y la intensa actividad de sus habitantes en los mercados, plazas y parques. Le pregunté al conductor del bus donde me convenía bajarme para estar cerca del hotel Cristal Palace donde iba a alojarme. ”En el Politeama”, me respondió. 
No tenía ni idea en ese momento qué era el  Politeama, pero recurrí al satélite que dirige los millones de destinos que circulan por este planeta, y descubrí que apenas unos trescientos metros separaban mi hotel del Politeama emplazado en la plaza Ruggiero. Y además que el Politeama era uno de los dos teatros más emblemáticos de la ciudad. Al descender del bus y recoger mi equipaje escuché una conversación en español rioplatense.  Era una pareja a la que saludé y les pregunté de qué orilla del Río de la Plata venían.  ”Somos argentinos, pero hace ya muchos años que vivimos en Uruguay” me contestó el hombre. Los dos se habían mudado a Cabo Polonio e incluso habían adoptado la ciudadanía uruguaya. Qué cambios se han producido en esto últimos tiempos, pensé. En las décadas del 60 y 70 eran los uruguayos y uruguayas los que cruzaban el ”charco” para radicarse en Buenos Aires. Francisco era oriundo de Misiones y Diana de Buenos Aires, me dijeron. Eran muy simpáticos, noté que sobre todo Francisco tenía ganas de seguir charlando pero Diana estaba apurada por llegar a su hotel, así que nos despedimos y lamenté después no haberles pedido un número de teléfono o el nombre del hotel donde se iban a alojar para encontrarlos de nuevo y charlar sobre nuestras impresiones de la ciudad.
Concierto nocturno frente al Teatro Politeama

El hotel Cristal Palace donde iba a alojarme está ubicado sobre Vía Roma, muy transitada porque es una de las vías de salida de la ciudad hacia la costa y localidades vecinas. Ingresé al hotel, me registré y recibé la tarjeta de acceso con el número 709. Comparando esta habitación con la de Ana´s Home, esta era más pequeña y la cama más estrecha. Y Marilyn Monroe no me hacía compañía. El hotel se perfilaba en su anuncio con cuatro estrellas, pero la verdad que estaba más cerca de las tres que de las cuatro. Claro que tenía un mejor servicio de desayuno y también se servía cena para los que tenían pensión completa. Yo prefería siempre la media pensión en los hoteles y descubrir restaurantes a riesgo de salir medio desencantado como ocurrió en Nápoles. 

Hacían unos 33Cº de calor así que esperé hasta el atardecer  para abandonar el hotel. Quería hacer el reconocimiento de la zona en base al mapa que me había dado la chica al ingresar al hotel. Sorpresivamente en la otra vereda de la vía Roma veo que está ubicado en hotel Les Palmes (foto), un hotel emblemático de la ciudad. Y la sorpresa tienen que ver que en ese hotel estuvo alojado el escritor, periodista  y filósofo José Enrique Rodó. Allí se agravó la enfermedad que lo aquejaba, una disfunción renal, y murió el 1o de Mayo de 1917 luego de ser trasladado al hospital San Saverio de Palermo. Rodó tenía la edad de 45 años. Me emocioné al ver la fachada de aquél viejo hotel que conserva mucho de aquélla elegancia de principios del siglo pasado.

Cerca había un borgo vecchio así que hacia allí me dirigí. Era una zona típica de un barrio vecino al puerto que había sobrevivido al empuje de la modernización, pero estaba mejor cuidado que los barrios similares de Nápoles. Había niños jugando al futbol en una plaza, madres sentadas en los bancos conversando con sus bebés en brazos, puestos de pescado, frutas y verduras todavía esperando clientes, y gente sentada alrededor de las mesas que los bares y pizzerías habían colocado en las veredas. Presentí que eran vecinos del lugar, nada de turistas o extraños, solo yo que deambulaba por la zona sin poder simular mi ”extranjería”, aunque mi aspecto no es muy sospechoso hasta que   no abro la boca.

Martes 27 de Junio

A las 9.30 salí del hotel por la Via Roma en dirección de la Estación Central que queda a una distancia de poco más de un kilómetro. Pronto comnencé a darme cuenta de la gran cantidad de iglesias católicas que se han construido aquí en tiempos pasados, unas muy cerca de las otras en plazas y calles del centro de la ciudad. El oro y la plata son metales que han sido usados en algunas de ellas para la decoración. 
Fueron los normandos, los antiguos vikingos que habían arrebatado la costa  noreste de Francia, quienes prosiguieron siglos después su marcha hacia el sur de Europa, quienes construyeron estas iglesias y palacios donde el oro es un elemento importante en el decorado. Los modernos vikingos ya no dominaban los nuevos territorios solo a golpe de espada, sino que aprendieron a gobernar integrando a los distintos grupos étnicos y religiosos que habitaban en los nuevos territorios conquistados, en este caso Sicilia. 
Roger II, el rey normando convertido al cristianismo
Vista parcial de la Catedral de estilo normando
, se preocupó por mantener a los grupos étnicos y religiosos en equilibrio. Incluso en las iglesias construidas por los normandos se ve claramente los estilos 
bizantinos, árabes, griegos y romanos que aportan su arte en la arquitectura y decoración de las iglesias. 

Mucho más tarde serían otros los que contribuirían, ya no con el arte, sino con el dinero y su influencia nefasta a la sociedad siciliana: la Cosa Nostra. Para la mafia era necesario ganar a la iglesia a su favor por la influencia que ésta tenía en la población de la isla. Y la iglesia  necesitaba de la mafia para tener poder económico. Una de las actividades fue el lavado de dinero de la Cosa Nostra en convivencia con el clero. Esto creaba una alianza que   beneficiaba a ambos, por un lado ingresos a la iglesia y por otro "el ingreso espiritual" que la mafia recibía en el ritual que le daba la "salvación" a los capos. 
Además le daba una imagen de personas piadosas a pesar de las crueldades que cometían para conseguir sus propósitos
Capilla de plata dentro de la Catedral

Era, y probablemente todavía es, la ”mafia devota”. Van los domingos a la iglesia, lavan sus pecados, casan a sus hijas e hijos, bautizan a sus nietos y entregan el diezmo. Salen como nuevos y son respetados por la comunidad en general - y en ese contexto religioso comparten la hostia y los bancos de la iglesia con los demás fieles.

 El primer presidente que trató de frenar el avance de la mafia fue Mussolini que persiguió a los mafiosos porque quería arrebartarles el poder económico y político que tenían localmente a pesar de no ser un partido político. La derrota del Duce años más tarde hizo renacer  a la mafia que en aquéllos años recibió ayuda de un gobierno aliado, el de EEUU. La inteligencia militar norteamericana y la CIA utilizaron a Lucky Luciano que estaba preso, él mismo originario de Sicilia, para ayudarlos durante la invasión a la isla en su lucha contra el Eje Alemania-Italia. Finalizada la guerra lo deportaron a Sicilia para que siguiera con sus negocios lejos de EEUU. En las décadas siguientes hubieron golpes aislados contra algunos capo di tutti capi, con políticos, hombres de negocios y mafiosos procesados. Los útimos Papas, pero sobre todo Francisco, han condenado los delitos cometidos por la mafia e intenta sanear las cuentas del Banco del Vaticano mezclado en el pasado en escándalos financieros. Pero el tejido mismo de la Cosa Nostra sigue vivito y coleando en Sicilia. Lo único que ha cambiado es su estrategia. Según me dijeron en Palermo muchos están mudando sus negocios a Alemania, donde está la ”verdadera pasta”. 

Salvatore, un constructor que me encontraría días después en Cefalú, me comentó, cuando le pregunté cómo era la actividad de la mafia alli, que ya no había mucha presencia de la organización criminal. ”Antes ofrecían trabajo a la gente, ahora se dedican a vender drogas  y tráfico de personas en otros lugares de Europa” - dijo, tal vez con cierta nostalgia de las épocas en que algún Capo le habría beneficiado con algún contrato. Porque Salvatore hizo una pequeña fortuna y ahora se mudaba a Bulgaria a proseguir con sus negocios e iniciar una nueva vida, según dijo. Estaba enamorado de una búlgara, confesó.

Yo no soy religioso y no tengo nada en contra de las personas que lo son, pero sí recelo de las instituciones religiosas que se enriquecen y además colaboran con los regímenes totalitarios. Hay que reconocer también, que muchos sacerdotes murieron o fueron encarcelados por seguir la prédica de Jesucristo y no la doctrina oficial de la iglesia. La jerarquía eclesiástica ha dejado muy claro con quienes ha preferido aliarse a lo largo de los siglos de su existencia.
Trabajadores del Metropolitano manifestando

En mi recorrido por las calles de Palermo me dejé llevar por el instinto hasta que desemboqué en una amplia plaza cuya superficie estaba ocupada en una buena parte por una fuente de mármol donde resaltaban esculturas de hombres y mujeres desnudas. No le presté mayor atención en un principio porque junto a uno de los edificios que rodean la plaza, estaba un grupo de trabajadores con banderas y pancartas, al parecer realizando una manifestación de reclamo sindical. 

Me detuve junto al grupo, un poco más de veinte personas, la mayoría con chalecos de colores que simbolizaban sus distintos oficios, y le pregunté a uno de ellos porqué protestaban. ”Hace tres meses que no nos pagan el sueldo” respondió. ”Somos trabajadores del Metropolitano”, dijo otro del grupo. Eran trabajadores del servicio Metropolitano que atiende la línea subterránea entre la Estación Central y el aeropuerto Falcone-Borsellino. Creo que estaban un poco sorprendidos de que alguien les preguntara por la protesta. No  vi ni periodistas ni cámaras filmando alrededor de la plaza. La manifestación la estaban realizando afiliados al sindicato local y a la CGIL, (Confederación General Italiana del Trabajo) frente a la Alcaldía.  Los políticos locales habían firmado al parecer un contrato por obras en una trayecto del sistema de servicio metropolitano con una empresa que estaba en crisis y no pagaba los sueldos. 

Me preguntaron de donde venía, y les dije que vivía en Suecia pero era de origen uruguayo. Se entusiasmaron con este dato, y para mi asombro y me preguntaron por el Pepe Mujica. Les conté que ya no era presidente, sino senador, pero la popularidad internacional de Mujica había llegado hasta la isla. También estaban interesados en saber si había servicio de Metro en Montevideo. Les respondí que no había, y entonces riendo me  dijeron que estaban dispuestos a construir uno si los recibíamos en Uruguay. ”Le voy a avisar al presidente Vázquez de la oferta” retruqué y les deseé buena suerte con su reclamo.

Imagen parcial de la Fontana di Piazza Pretoria
Presté atención entonces a la plaza Pretoria y a la fuente que en ese momento estaba siendo objeto de mantenimiento general, pues había gente raspando y quitando del mármol la mugre acumulada en sus esculturas. Me llamó la atención la amplitud de la fuente y me enteré que había sido diseñada por Francisco Camilliani en 1554! De forma circular estaba adornada con esculturas del estilo greco-romano con hombres y mujeres desnudas como había observado. Al otro lado de la calle estaba la iglesia Santa Caterina. Hasta entonces no sabía el nombre de la plaza y le pregunté a una de las mujeres que trabaja allí cómo se llamaba. ”Questa é la piazza de la vergogna” me dijo riendo. Entonces me explicó que justamente la jerarquía eclesiástica había estado horrorizada porque frente a la iglesia estuviera emplazada la fuente con semejantes esculturas, por eso la Plaza Pretoria, era llamada la ”plaza de la vergüenza” por la élite eclesiástica.

Una de las esquinas de Quattro Canti
No es para menos, todos sabemos que la desnudez es algo que rechazan las religiones en general, tanto cristianas, como musulmana y judía. Ahí está una parte del origen del pecado original, es decir cuando Eva muerde la manzana y a Adán se le cae el velo y descubre la belleza del cuerpo de Eva, belleza a la  que él había sido indeferente hasta ese momento y el deseo se despierta. En todo caso la fuente ha sobrevivido a los embates de los clérigos. La calle que pasa por uno de los extremos de la plaza es la via Vittorio Emanuelle, así que me decidí a caminar por ella, ya que la habían convertido en peatonal a partir de Quattro Canti (Cuatro Esquinas), un cruce de calles emblemático con esculturas de reyes adosadas a las paredes de los edificios.

Caminé un par de cuadras por la peatonal que consta de pequeños comercios a lo largo del camino. En medio de la calle descubro de pronto un bulto,  que al acercarme descubrí que era un perro (Foto). Muerto y abandonado a su suerte? Los motociclos pasaban zumbando y nada, el cane seguía inmóvil.  Me acerqué y entonces movió la cola, se paró, bostezó y se desperezó, luego salió caminando tranquilamente hacia una calle transversal. Seguramente en medio del calor había encontrado un poco de aire fresco en el lugar y el tránsito limitado no lo molestaba. Mondo Cane! 

Teatro Massimo
Unas cuadras más adelante me encuentro con el Teatro Massimo, una maravilla de edificio de estilo neoclásico. La historia de este teatro está signada por los acontecimientos  históricos ocurridos después de 1860, cuando Giuseppe Garibaldi y un millar de soldados, los llamados  ”camisas rojas”, desalojaron a los borbones de la isla con la intención de unificar el reino de Italia. Así fue como se puso fin al ya nombradp Reino de las Dos Sicilias. Cuando los Borbones fueron derrotados las nuevas autoridades de Palermo decidieron construir el teatro Massimo y el Politeama. El primero es el más grande de Italia y el tercero en Europa para espectáculos de ópera, danza, y teatro; mientras que el segundo tenía y tiene un perfil más popular. La influencia de la masonería contribuyó a renovar el perfil de la ciudad que estaba inundada de iglesias y santos por todas partes, y darle a la cultura la oportunidad de tener dos escenarios que aún hoy tienen renombre internacional.
   
Escenario del Teatro Massimo
La guía nos contó una anécdota  interesante acerca del palco de los reyes de entonces. La foto del escenario que tomé es desde ese palco. Al rey no le agradaba el lugar así que lo cambiaron más cerca del escenario. Y el palco original se volvió muy atractivo para la gente que deseaba tener una ”vista de rey” desde allí. Y cualquiera que llegara primero a las butacas libres podía comprar los billetes sin ”necesidad de pertener a las clases privilegiadas”, no dijo con una sonrisa cómplice la guía.


Miércoles 28 de Junio

Hoy me decidí a viajar hasta el pueblo de Monreale donde está ubicada la famosa catedral. Podía hacerlo en un bus turístico cuyo costo era de 50€ !! o en uno del servicio urbano de transporte por 1,50€. No tenía como equivocarme, pensé en la  tremenda diferencia y es que el viaje en el turístico abarcaba otros lugares, y sólo hacía una breve parada en Monreale. Para llegar a la parada del bus 839 tenía que caminar hasta la plaza de la Independencia, que estaba a unos 2 kilómetros del hotel. Para seguir con el plan caminata urbana me fui hasta allí caminando. No era dificil encontrar el lugar, aunque la parada del bus no parecía tan fácil de encontrar. Le pregunté a unos veteranos que estaban sentados en un bar y me indicaron el otro extremo de la plaza. Fui hasta allí y como no había ninguna señal de tal parada le pregunté al dueño de una florería. El hombre me indicó un lugar a unos cien metros de allí. Efectivamente allí estaba la parada del 839. Luego me enteraría que la terminal y parada inicial de este bus estaba apenas a 50 metros de donde había preguntado por primera vez por la parada. Sintomático, verdad?


Iglesia de Monreale
Una señora llegó un rato después a la parada y por ella me enteré que el servicio no era muy frecuente, el bus pasaba cada una hora. Más de media hora esperamos los dos a la sombra de un paraíso que por suerte tenía un amplio follaje. Al subir al bus el conductor me dijo sino tenía el ticket que vendían en los kioscos. No lo había hecho, así que me miró con cara de pocos amigos. De todas formas puso en marcha el vehículo que venía con mucha gente sentada y parada, y manejando con la mano derecha empezó a rebuscar en algún lugar el cambio con la mano izquierda porque lamentablemente le había pagado con 5€. Hábilmente fue maniobrando el bus de todas formas entre el denso tráfico hasta que logró darme el cambio. Le pedí disculpas por la ignorancia de no saber que había que comprar el ticket antes. Hizo un gesto con los hombros y tomó el volante con las dos manos y todos respiramos tranquilos. El camino se hace empinado después de salir de la ciudad, ya que Monreale está en una de las colinas que rodean Palermo. 
Decoración interior de la iglesia. Se aprecia
 la influencia árabe en las columnas y el oro
en la decoración.

El bus se detuvo a unos 500 metros de la plaza principal  donde está ubicada la catedral, así que tuvimos que caminar cuesta arriba esa distancia con 35°C de calor. Lo primero que hice al llegar a la plaza fue sentarme en un bar a tomar una botella de agua ya que la que había llevado conmigo estaba vacía. Miré hacia la catedral y vi un grupo de gente vestida elegantemente en actitud de espera. No podía ser otra cosa que la celebración de una boda. Así que después de vaciar la botella de medio litro de agua me fui caminando hasta la entrada principal de la catedral para ver qué pasaba ante tanta  expectativa.

Me senté junto un hombre mayor en un banco de piedra adosado a la iglesia. El hombre miraba sonriente a los turistas que hacían cola para comprar el billete de entrada. No hay que olvidar que en una buena parte de los templos católicos es como entrar al cine. El hombre me preguntó si era italiano, le respondí como a los otros que me habían hecho la misma pregunta, y que estaba haciendo turismo en Sicilia. Cuando le dije que iba a comprar el ticket de entrada me dijo que no lo hiciera. ”Di que vienes solo  y  entras gratis”. Le agradecí a Lorenzo, así se llama el hombre, y eso dije en la portería y me dejaron pasar sin problemas.

La nave principal de la iglesia adornada
para la boda
.
La catedal de Monreale fue construida en 1172 por los normandos después de invadir la isla allá a principios del siglo XI, arrebatándole a los árabes el territorio que habían dominado durante 200 años. La arquitectura es muy distinta de la clásica o neoclásica que acostumbramos ver en las iglesias católicas.Tiene influencia biazantina y árabe. Como dato adicional el rey normando Guillermo I utilizó 2200 kg de oro como parte de la decoración, mosaicos que adornan las paredes y adornos que embellecen el techo. El reino normando reuniría así la Italia Meridional y la isla de Sicilia. Sin embargo en 1266 sería sustituido por el estado Pontificio y más tarde, en 1282, por los barbones y el reino de Aragón de España. 

No había mucha gente admirando la dimensión de la nave principal, el decorado en oro y plata en el altar, en las paredesy en el techo. Todo estaba preparado para la boda con tules blancos y flores a lo largo del recorrido de la novia que entraría del brazo de su padre. Me senté en una silla a esperar, estaba fresco allí dentro  por la  dimensión de la catedral. Una pareja delante mío estaba cubierta extrañamente con una especie de traje blanco de un material liviano. Les pregunté porqué se cubrían así. Debajo tenían ropa de verano que apenas se traslucía. ”Nos obligaron a cubrirnos con estas telas. Tenemos encima ropas muy livianas por el calor. Mucha piel al aire libre y hay que cubrirla en la iglesia ” -dijo sonriendo la chica.
Recordé entonces una visita a una iglesia ortodoxa en Kosovo, una provincia de la antigua Yugoslavia, a la que no nos dejaron entrar porque vestíamos pantalones cortos hasta la rodilla. Aquí eran más flexibles y tenían alternativa. En las mezquitas es igual. No hay que perderle  el respeto a Dios mostrando la tentadora piel de nuestros cuerpos.
La novia acompañada por su padre

 Los novios llegaron al fin, se acomodaron frente al altar donde los esperaba el cura y comenzó la ceremonia. Estuve un corto momento observando la ceremonia y me retiré.
Vi que Lorenzo  todavía estaba sentado en el banco de piedra, así que me acerqué de nuevo a conversar con él. Me dijo que estaba muy preocupado por la inmigración que constantemente llegaba a Italia a través del Mediterráneo. Como una buena parte de los europeos piensa que los africanos, los árabes del norte como los negros del sur del Sahara, no estaban preparados para trabajar como los italianos cuando llegaron a las Américas. Lorenzo hablaba aparentemente sin rencor contra los inmigrantes, expresaba un razonamiento bastante frío sobre las consecuencias que tenía la llegada de tanta gente y la falta de un servicio de acogida más eficaz. Me preguntó como era en Suecia y le dije que la sociedad estaba mejor organizada que la italiana y la recepción de inmigrantes solía ser buena, aunque también había carencias. Sobre todo a partir de 2015 cuando llegaron al país 160 000 refugiados principalmente de Siria, Afghanistán y Somalia, entre otros. Tenían refugio por tres años y después se vería. Muchos refugiados eran menores de 18 años que llegaban solos de Afghanistán. En 2015 llegaron 23 500 menores de edad. Algunos eran devueltos al país de origen a pesar de las protestas por la inseguridad que vive el país asiático.
Le comenté también que la marina italiana y guardacostas habían salvado miles de vidas de los inmigrantes que partían en esas frágiles embarcaciones del norte de África, una labor heroica ante semejante drama humanitario ya que miles de personas habían perdido la vida en los repetidos naufragios.

Me despedí de Lorenzo y me fui a dar una vuelta por el pueblo de Monreale. Tiene un poco más de 35 000 habitantes. Aparte de la catedral, el pueblo tiene para ver el Monasterio Chiostro di Benedittini y la iglesia San Antonio de Padova; los antiguos edificios de apartamentos y algunos comercios, pero no hay mucho más para ver. Así que bajé los 500 metros hasta la parada del bus para regresar a Palermo, sin saber a ciencia cierta cuando pasaría el bus por allí. Habían construido en la vereda una caseta para los pasajeros que daba un poco de sombra, pero extrañamente la parada no estaba ubicada donde el bus se había detenido antes, sino a casi cien metros, en un lugar donde nunca podría detenerse por la sencilla razón que allí donde estaba ubicada la calle tenía una sola dirección y era a contramano. Me gasté las neuronas pensando qué idea tuvieron los que se decidieron a construirla allí, y no pude descifrar el misterio.

Había solo un banco para cuatro personas en la parada, así que la mayoría estábamos de pie bajo aquél techito con 36°C de calor. Los que esperaban al sol estaban peor, cocinándoe a fuego lento. Había pasado más de media hora y el bus no llegaba. En eso se detiene un auto junto a la parada y el conductor dice que puede llevar a cinco personas a 3€ por cabeza. Nadie decía nada, parecían indiferentes o no entendían, o seguramente tenían el ticket ya comprado. Al fin intervine preguntando si realmente no había más interesados en aprovechar la oferta, solo costaba 1,50€ más que el ticket del bus. Al fin una pareja mayor  de italianos que estaban sentados dijeron que sí, y otra pareja de jovencitos franceses se sumaron. Así que dejamos aquél infierno y emprendimos el regreso junto al simpático siciliano que nos llevó hasta la plaza de la Independencia. Aunque estaba cansado regresé caminando al hotel, me duché y me dormí una siesta de dos horas. Buona sera, Italia!

Jueves 29 de Junio

Mi propósito esta mañana es realizar un reconocimiento de la Estación Central, comprar el billete de tren para Cefalú y de paso visitar el Jardín Botánico de la ciudad, que estaba a una distancia de quince minutos caminando. Elegí un horario de partida que me permitiera llegar al hotel a la hora de ingreso que generalmente es a las 14.00 horas. Luego, ya con eso cumplido, me dirigí al Jardín Botánico que queda en las cercanías del puerto. El mismo es un oasis verde en una ciudad que si bien no carece de árboles y plantas, podría ser aún más verde en medio del cemento y asfalto que predomina en extensas zonas.   
A la entrada del Jardín se destaca un edificio de estilo clásico que en realidad es un monumento a Linneo y a los antiguos griegos que se preocuparon por estudiar y clasificar el reino vegetal. El jardín en sí reúne ejemplares de árboles y plantas de diversos continentes como Australia, las Américas, Asia, África y Europa. Palmeras, robles, acacias, gingko-biloba, castaños, magnolias, fikus y miles de otros ejemplares reúnen en este espacio la inmensa variedad que la Naturaleza nos ofrece y que tal mal hemos estado cuidando los humanos.
Este jardín es frecuentado por parejas, viejos, jóvenes, mujeres y hombres que buscan un rato de paz y tranquilidad recorriendo los senderos, informándose sobre las especies destacadas en pequeños carteles que cuentan el origen y las familias a las que pertenecen las  plantas y árboles. Dejé la frescura del jardín y me sumergí de nuevo en el vaivén de las calles palermitanas, esta vez con una tarea muy práctica: buscar un lugar donde lavar mi ropa sucia. A través de internet pude encontrar una lavandería apenas a dos cuadras del hotel. Por 11€ me lavarán la ropa que en el servicio del hotel cuesta casi tres veces más por el kilo y medio de ropa a lavar. Luego me voy a almorzar a mi restaurante preferido, El Mirto y la  Rosa.  Pedí de
entrada el estofado de berenjenas donde se mezclan berenjenas, aceitunas, tomate, ajo, apio y alcaparras que aquí se denomina caponata y  un plato de tagliatelli a la siciliana completó mi almuerzo. Vino blanco Rapitalá para bajar la comida completó el menú. A la noche miré el partido de las sub21 entre Alemania y España y me dormí con el griterío y la música de los coches que circulaban por la avenida. Venían de un concierto en el Puerto que había reunido a unas 
30 000 personas, según me enteraría al otro día. Diecisiete artistas italianos muy populares habían participado. Debe haber sido tremendo espectáculo, y me lo perdí por no haberme informado mejor de lo que pasaba en la ciudad.

Viernes 30 de Junio

Las primeras horas de la mañana muestran que el calor implacable seguirá durante todo el día. No hay signos ni pronósticos que anuncien lluvia. Así que desayuno y regreso a mi habitación con la intención de ponerme al día con este relato. Hace años, muchos, que no escribo textos largos a mano. Solo esquelas, apuntes, pero muy cortos como la lista del supermercado. Y no es broma. Creía al principio que iba a ser algo pesado, pero la verdad que resultó menos  laborioso de lo que había pensado. La letra a veces no es muy legible, debo reconocerlo, así que al momento de escribir en la computadora tengo que hacer en algunas ocasiones una interpretación libre de lo que escribí a mano. En la escuela las maestras/os nos pedían ”más esmero” cuando escribíamos desprolijo, o las palabras descarrilaban de las rayas que debían mantener en línea el texto del dictado.

A pesar del calor salí a caminar un par de horas por el puerto de Palermo, pero  desgraciadamente es un coto cerrado y no encontré la forma de entrar en alguna parte que fuera abierto para el público en general. Las medidas de seguridad son muy severas y si no tenía un  motivo concreto para entrar  allí estaba vietato il ingresso.  Así que regresé a la hora del almuerzo al Mirto y la Rosa, comí lo mismo que ayer y me fui al hotel a seguir escribiendo.


A las cinco de la tarde me fui hasta el teatro Politeama (del griego: muchos mirar) para participar de una visita guiada. Eramos siete los visitantes y el guía era un tipo simpático y con una buena carga de humor. Nos llevó por los distintos rincones del teatro nombrando al arquitecto que lo diseñó, Giuseppe Damiani Almeyda (pariente del presidente de Peñarol, un equipo de fútbol de Uruguay?).
Teatro Politeama
Los diversos artistas que participaron en la decoración del teatro, como la cuadriga de bronce: Los caballos de Apolo que adorna el techo a la entrada del teatro, obra de Mario Rutelli y Bendetto Civiletti. Como ya lo mencioné anteriormente con respecto al teatro Massimo, el Politeama fue obra de la influencia masona luego que Garibaldi expulsara a los borbones de la ciudad. La finalidad era construir un teatro con un claro perfil popular, de ahí el nombre con que se lo adoptó. Desgraciadamente lo que pude apreciar también es un cierto deterioro de la decoración del teatro, sobre todo los murales y pinturas que por la humedad están desapareciendo de las paredes. ”Cuesta demasiado repararlas” fue la respuesta que recibí cuando pregunté al guía como era posible que no se hicieran obras de mantenimiento. En el año 2000 se hizo una reparación parcial de aquéllas obras cuando el G8 se reunió en la ciudad, pero posteriormente el resto ha quedado igual. El teatro está emplazado en la Piazza Ruggiero que tiene una intensa vida social donde se reúnen las familias con los hijos que corretean por la amplia superficie, las parejas de enamorados que buscan rincones más tranquilos, grupos de amigos que parlotean e innumerables peatones que pasan por allí. Es un punto de encuentro, una plaza popular con la misma finalidad que el teatro, reunir gente diversa. Garibaldi tenía razón, este teatro y esta plaza era para todos, y no se equivocó.

Sábado 1 de Julio 

La noche del viernes fue también muy movida. Después de la medianoche comenzó la algarabía y bochinche de la gente en las calles que venía o iba a las fiestas que esa noche estaban en curso. Desayuné con mucha gente a mi alrededor a diferencia de otros días. Era gente que había ingresado al hotel el día anterior o se marchaba del hotel, entre ellos españoles y algún que otro rioplatense.  Caminé un rato sin mucho rumbo por la zona del mercado Vucciria, uno de los más visitados por los turistas. Allí se encuentra de todo, como la feria de Tristán Narvaja en Montevideo, con la diferencia que hay restaurantes que sirven  en la calle menús típicos de Sicilia.  

Mercado Vucciria

Después de darme un paseo entre los puestos y no ver nada que me interesara comprar en ese momento en que estaba por viajar a Cefalú, me dirigí de regreso al hotel por una callejuela paralela a la via Roma. De pronto descubro que en otro callejón hay emplazados unos estantes llenos de libros que llegan a una plazoleta, la Piazza Santa Rosalia, donde también hay más estantes con libros usados. Entro en el callejón con marcada curiosidad donde me recibe y me  da la bienvenida un hombre alto, algo calvo pero donde relumbra todavía algo de su cabello rubio. Me da la bienvenida y me dice que se llama PIetro Tramonte. Respondo al saludo y como descubre mi acento castellano sonriendo me dice que a él le dicen Don Pedro. Y me habla en un español correcto contándome que es el dueño de esta ”biblioteca privada itinerante” como la denomina en la tarjeta que me ofrece. Inmediatamente me presenta a su mujer, Teresa, oriunda de Ecuador. Ambos me cuentan que viajan a menudo al país andino a visitar a la familia de Teresa. Don Pedro aprendió ha hablar el español alentado por su mujer y en la práctica dialogando con los ecuatorianos. Hace ya seis años que mantiene esta actividad comercial de venta de libros usados. Mucha gente le entrega los libros usados que ellos, con la ayuda de una chica, clasifican y ordenan en los estantes. Le pregunto si la alcaldía le da permiso para ocupar este lugar público, y sonriendo responde que mejor no preguntarles. Por ahora lo dejan tranquilo y los vecinos que aparcan sus coches allí, al principio estaban molestos, pero se han acostumbrado y ya no se quejan. Sonriende dice en francés: laissez-faire laissez-passer.
La librería itinerante de Don Pedro.

En ese instante llega alguien que parece ser amigo o conocido de la pareja. Salvatore se llama el hombre. Cuando se entera que soy uruguayo de nacimiento me cuenta que conoce a todos los países de Amérca del Sur y que visitó Montevideo. Y muy serio me dice que estuvo en el ”culo del mundo”, y si yo sabía donde quedaba.
Un poco confundido por la pregunta y el giro que había tomado la conversación ante la mirada escéptica de Don Pedro, atiné a responder que había visto ”muchos culos del mundo” en mis viajes. Probablemente no se esperaba esta respuesta pero atacó inmediatamente afirmando que el ”culo del mundo” estaba en Ushuaia, al sur de Argentina. ”Y porqué Ushuaia?” le pregunté
Teresa junto a Don Pedro
”Porque está al final del mundo, y su gran cagada es el Antártico”,  dijo largando una sonora carcajada. Antes que le respondiera saludó y se marchó todavía riendo por su ocurrencia.
Don Pedro mostró su mal humor con Salvatore diciendo que no podía liberarse de estos charlatanes porque eran clientes y de vez en cuando compraban libros. Lamentaba que  hubiera visitado el lugar justo cuando yo estaba allí.

Era cerca de mediodía y pensé ir a visitar el Palazzo dei normandi, pero  a pesar de la belleza de este edificio normando también de la época del rey  Guillermo II que había visto en fotos, permití que el cansancio decidiera frente al interés de conocer el lugar. Esta es otra muestra del arte y la artesanía de la época (siglo XII) con influencias árabes y bizantinas así como neoclásicas. El Foro Itálico fue otro lugar que me quedó en el tintero. En fin uno cree que cinco en días puede recorrer y conocer una buena cantidad de lugares, pero la realidad y la disciplina de no dejar que el estrés gane la batalla por abarcar más de lo que uno puede tiene como resultado renunciar a ciertas cosas. Ganó el cansancio, lo reconozco, y me  fui a buscar la ropa que había dejado en la lavandería el día anterior a la mañana. No hice nada en particular, las caminatas de los días anteriores habían hecho su desgaste y me dediqué a leer y escribir.


Domingo 2 de Julio

Ha llegado la hora de dejar Palermo y viajar a Cefelú, allí me encontraré con mi hija Paula, su esposo Markus y mis nietos Sandro y León. Después de desayunar empaco la ropa y los utensilios del baño, los zapatos y chancletas, hago un poco de tiempo en la habitación para bajar y pagar la cuenta. Luego me voy a la parada del bus 101 que queda apenas cien metros del hotel. Había jugado con la idea de irme caminando hasta la estación, ya había hecho ese trayecto, pero ahora tenía que arrastrar la valija y cargar la mochila a mis espaldas. Y el calor cerca del mediodía seguía siendo implacable. ”El cielo está cargado de azufre”, me decía irónicamente un amigo en España cuando la temperatura pasaba los 35°C. 
El billete del tren lo tenía conmigo. Ya lo había comprado en mi visita anterior a la estación, así que me fui a averiguar desde qué andén partía el tren. El cartel electrónico marcaba binario 5. Caminé lentamente hasta allí, todavía faltaba casi media hora para la partida. La mayoría de los asientos en el andén estaban ocupados, solo había lugar entre dos muchachos. Me senté al lado del chico más joven, que estaba ocupado con su computadora portátil, a esperar la llegada del tren. En el banco pegado a nuestras espaldas, mirando hacia el andén 5 estaba sentada un pareja joven. Diez minutos antes de la partida llega un tren al andén 4. Con el chico sentado a mi lado empezamos a intercambiar miradas interrogantes, sospechando que podía haber ocurrido un cambio de andén que no había sido avisado por los altoparlantes. ”Vas a Cefalú?” le pregunté. ”No, viajo a Messina” - respondió. Pero los dos viajaríamos en el mismo tren que a mí me dejaría a mitad de camino en el balneario de la costa norteña de la isla.

El cartel electrónico estaba muy lejos para distinguirlo y poder leerlo. Noté su nerviosismo y no pudo esperar más, se levantó y se dirigió hacia el comienzo del andén donde estaba el cartel. Hasta ese momento la gente ya había descendido del tren en el andén 4 y subían los nuevos pasajeros. Faltaban 7 minutos para la hora de partida. Yo también comencé a inquietarme porque el tren podía estar atrasado, nada raro en Italia, pero como era la estación terminal era menos probable. Entonces veo al chico, al que no había dejado de observar, que me hacía señas con los brazos y me señalaba el tren del andén 4 como el correcto. Faltaban 5 minutos, así que levanto mi equipage y me dispongo a caminar hacia allí cuando veo que la pareja joven está despreocupada mirando un mapa. Les pregunto si viajan a Messina y me dicen que a Cefalú. Les cuento que el tren nos espera en el binario 4 y no en el 5 como creíamos. Así que los tres emprendemos una rápida caminata, casi una carrera para llegar antes de que partiera. El andén era largo y después había que caminar otro trecho por el andén 4 para llegar al último vagón. Subí al tren agitado por el esfuerzo, y me ubiqué en un asiento para cuatro personas después de acomodar la valija y la mochila en el portaequipajes encima del asiento. Estaba solo y me senté aliviado por haber llegado a tiempo. Faltaban dos minutos para la partida. En eso veo que una chica muy joven se sienta frente amí y suben también muy agitados los miembros de una familia francesa que ocupan los asientos restantes. Unos segundos después parte el tren. Nos salvamos por un pelo. Buongiorno Italia.

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