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jueves, 19 de octubre de 2017

Dos nacionalismos enfrentados en la arena catalana


"Si el Gobierno persiste en impedir el diálogo y continuar la represión, el Parlament podrá votar la declaración formal de independencia que no votó el día 10 de octubre", dice la carta del president de la Generalitat, Carles Puigdemot al presidente del gobierno Mariano Rajoy.
La crisis política española que podría haber sufrido un anticlímax hoy a las10.00 horas, o por lo menos un impasse, le arroja el independentismo una vez más la pelota al gobierno español, desafiándolo además con votar formalmente la independencia unilateral de Cataluña.
Ahora se espera que Rajoy aplique como ha prometido el artículo 155 de la Constitución de España, que le otorga el derecho al gobierno  de disolver  el Govern de Cataluña. Puigdemont y los independentistas tenían una alternativa para que no se aplicara ese artículo, la cual era convocar a elecciones anticipadas regionales, pero no parece estar en los planes de los independentistas, entre otros el partido mayoritario centroderecha Partit Demòcrata Europeu Català (PDeCAT) al que pertenece Puigdemont, pasando por Esquerra Republicana de Cataluya  (ERC), socialdemócrata y de la izquierda radical, Candidatura d´ Unitat Popular (CUP).

La mayoría de los analistas y medios de comunicación se han alineado con Madrid por estar muchos de ellos dirigidos desde la capital, pero también muchos medios internacionales europeos, que a pesar de mantener cierta neutralidad y criticaron la brutal intervención de la Guardia Civil el día del referendo,  critican también la movida secesionista catalana. En muchos países de la EU palpitan corazones nacionalistas en regiones que pueden ver en los intentos catalanes una oportunidad para iniciar ellos mismos una ofensiva independentista. Todavía está fresca la guerra de los Balcanes, aunque paradójicamente aquí fueron varios los países europeos los que colaboraron con el proceso. Un ejemplo más del cinismo que existe en la política cuando se trata de sacar beneficio propio.

El nacionalismo catalán,  que algunos califican de étnico, porque afirman que reivindica lo puramente catalán olvidándose de la otra Cataluña compuesta por millones de trabajadores que llegaron a la Comunidad para afincarse y trabajar, y que se reconocen como andaluces, extremeños, gallegos, etc. pero sus hijos y nietos pertenecen generalmente a las dos culturas, o exclusivamente a la catalana.   Son estos "nuevos catalanes" los que menos interesados están en la independencia según las encuestas, y son mayoría en los cinturones urbanos de Barcelona. Ellos no vivieron o no recibieron la carga emocional de las anteriores generaciones que vivieron la opresión franquista.

Pero a este nacionalismo que promueven  el PDdeC como ERC, reunidos en Juntos Por el Sí, se le enfrenta otro que apenas es mencionado: el nacionalismo españolista , porque desde Madrid lo disfrazan con el velo de la Constitución y las leyes a la que hay que someterse, como si las mismas estuvieran talladas en piedra. Es un nacionalismo uninacional cuya máxima expresión fueron los cuarenta años de dictadura franquista, señala entre otros pocos analistas de la realidad española, el catedrático Vincenc Navarro.

Es innegable que este nacionalismo españolista y monárquico,  que enarbola la bandera de los borbones, del cual el Partido Popular es el representante más interesado en mantener, no puede permitir que su poder se resquebraje, porque a la vuelta de la esquina puede pasar lo mismo en el País Vasco o Galicia. Pero el rechazo a lo español quedó marcado a fuego y aún sigue vivo en muchos catalanes que lucharon bajo la bandera de la República por episodios históricos como la entrada en Cataluña de los soldados de Franco tocando la Marcha Real,  que entonces la usaban como himno nacional. Y tampoco olvidan la prohibición de hablar en público el idioma catalán, a excepción de hablarlo en familia, recuerdan muchos ancianos que vivieron como niños y adultos aquélla opresión.

Sin dudas que la historia de los últimos años muestra otra gran frustración en la sociedad catalana desde que los intentos de un nuevo Estatut, acordado durante el gobierno de Zapatero, fuera torpedeado por el Tribunal Constitucional del Estado, que manipulado por el PP,  anuló los acuerdos que habían sido aprobados por el Parlament catalán, las Cortes Españolas y refrendado por una mayoría del pueblo catalán en 2007. Entonces Cataluña estaba gobernada por el socialista Pasqual Maragall, quien aspiraba a que la sociedad catalana recuperara una autonomía con mucho más contenido que la que habían acordado antes los partidos en Madrid. Esta batalla la ganó el nacionalismo españolista en el Tribunal, imponiéndose a las decisiones democráticas logradas por los políticos.

Por desgracia, además,  el independentismo, que según las encuestas no sería mayoría en Cataluña, logró absorber el concepto de soberanismo con el de independencia, confundiendo a mucha gente que exigía el derecho a decidir, pero no necesariamente quería la independencia de Cataluña, sino un estado plurinacional y con mayores libertades de decisión para la comunidad catalana.
Rajoy ha sumado a su cruzada anticatalana un aliado que creíamos se mantendría por lo menos neutral ante la arremetida de Madrid. Pero el PSOE de Pedro Sánchez ha terminado de escudero del PP en esta crisis. Sánchez ha predicado la necesidad de una reforma constitucional, habla de una estado federal, y apoyando a Rajoy con quien parece haber hecho un acuerdo sobre esa reforma, mantiene ese apoyo táctico. Mientras tanto que Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, trata de influir para que se tomen medidas aún más duras contra Cataluña en su esfuerzo por ganar apoyos y votos a futuro en la sociedad catalana adversa al independentismo.

No son muchos los que se atreven a vaticinar cual será el resultado final de esta confrontación que tal vez se resuelva cuando unas elecciones regionales muestren realmente cuales son los partidos que tienen una mayoría para rechazar o abrazar la independencia. Pero todavía es una incógnita si habrá elecciones anticipadas o no. Por ahora lo que está en juego es el resultado de un plebiscito sin garantías, donde votaron prácticamente solo los independentisas, el que se usa como argumento para refrendar la posición de los que desean una Cataluña fuera de España. Y la aplicación el artículo 155 que probablemente hoy conoceremos cómo lo aplicará el gobierno a partir del sábado, dicen, es decir si en cuotas homeopáticas o como una cura de caballo. Pero diálogo, al parecer, ninguno.











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