Las cuentas son notoriamente muy ajustadas. Por un lado el partido que más ha sacado provecho de este impasse del sistema sueco con un gobierno transitorio por estos días, es el Partido de Izquierdas (V), cuya lideresa Nooshi Dagostar ha sido la que más ha ganado en apoyo a su figura y partido al mostrarse más firme que nunca en cuanto a las exigencia de no introducir el libre mercado de alquileres en el sistema sueco, y ahora exigir que quiere ser parte activa en la negociación del próximo presupuesto y no votar lo que (S) disponga en acuerdo con (MP) y el (C). Este es un nuevo desafío que sumado a una exigencia también más cerrada del (C) de no permitir que (V) forme parte de las negociaciones hace hipotéticamente casi imposible que Löfven salga airoso de este forcejeo.
A esto hay que agregarle que si lograra armar este rompecabezas todavía existe un voto al que tiene que ganar sí o sí. Parece paradójico pero no lo es. Dentro del (V) hubo una deserción a poco de iniciarse la actividad del parlamento referida a la legisladora Amineh Kakabaveh quien ha puesto sobre la mesa diez puntos a negociar con (S) para votar a favor del PM Löfven. Hoy martes se reuniría con los integrantes de (S) para definir un posible acuerdo que la llevara a votar verde o amarillo.
Todo esta crisis tiene por supuesto un transfondo político y social donde el proyecto de una sociedad de bienestar ha venido deteriorándose a medida que los grupos de interés privado ganan influencia política en el parlamento, quitándole poder de decisión a la izquierda, sobre todo a (S) que se ve obligada a negociar con el centro. Así, a través de los años, las fuerzas del mercado han ido ganando espacio en los lugares más sagrados del parque social y de servicios construido por la socialdemocracia: la salud y la educación. Las privatizaciones durante los gobiernos de derecha pasados, han ido carcomiendo el sistema público de servicios para pasar a crear instancias privadas pero financiadas con dineros del estado. "La libertad de elegir" fue y es el mantra de la derecha, que con los resultados a la vista solo muestra la acumulación en pocas manos de las llamadas "nuevas dinastías" dentro del servicio de salud, educación y cuidados, solo para nombrar tres.
La flexibilidad que muestra (S) para mantenerse en el poder la aleja cada vez más de su electorado que recorre comúnmente dos caminos: un sector que se alínea con Sverigedemokraterna (SD), la ultraderecha y otro con el (V) que levanta las tradicionales banderas del estado progresista. Por ahora el espectro político muestra que ningunos de los dos bloques tiene preponderancia sobre el otro. La pandemia no facilitó tampoco la posibilidad de tener políticas más claras de bienestar porque los recursos fueron canalizados para sostener decenas de miles de trabajadores con sueldos provisionales y a las empresas con fondos que las mantuvieran a flote. Un considerable esfuerzo que hay que reconocer mantuvo a la sociedad flotando mientras muchos sectores económicos como la hotelería, restaurantes y turismo en general, sufrían la peor crisis de los últimos años.
Mañana miércoles sabremos qué deciden los legisladores suecos. O continuación del gobierno (S)+(MP) con apoyo de (C) y (V) o de caerse esta instancia no hay otro camino que elecciones adelantadas. Löfven lo ha expresado sin mayores reparos. Si no se acepta por parte de (C) y (V) el presupuesto que se presentará en el otoño próximo, no hay otro camino que nuevas elecciones.
Un dilema que tienen todos los partidos que obliga a mostrar hasta donde pueden estirar su cintura política.
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