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Luis Lacalle, Presidente de Uruguay |
Con el diario del lunes... otra vez.
Las grabaciones de voces o mensajes de chats en ámbitos del poder político pueden ser fatales para los protagonistas que g opiniones u órdenes a sus subordinados y que quedan registradas. Le sucedió al entonces presidente de EEUU, Richard Nixon, después del escándalo de Watergate. La pregunta que se hacen muchos uruguayos ahora es si le ocurrirá lo mismo al presidente Luis Lacalle ante el escándalo del pasaporto otorgado de forma exprés al narcotraficante Sebastián Marset.
La primera baja en el gobierno es el canciller Francisco Bustillo. Sin embargo al comienzo del escándalo del pasaporte el eslabón aparentemente más débil en la cadena de funcionarios de la cancillería y del ministerio del Interior resultó ser Carolina Ache, exsubsecretaria de RREE, quien debió renunciar por haber mentido ante el parlamento cuando fue interrogada por
las idas y venidas del trámite del pasaporte, aunque aún no estaba dicha la última palabra para ella. Recién se iniciaba el proceso de discernir quienes realmente tienen las responsabilidades en el trámite de ese pasaporte maldito. Ache en realidad no tuvo ninguna en ese asunto, pero fue presionada por su jefe, el entonces canciller Francisco Bustillo, para que ocultara e incluso destruyera información que estaba en su teléfono en forma de audios y chats. Por suerte no lo hizo sino que además lo certificó en un protocolo por consejo de su abogado.
Ayer, al conocerse las declaraciones de Carolina Ache ante la fiscalía y la
de Francisco Bustillo en este escándalo, este decidió renunciar a su cargo, acentuando el descalabro de un gobierno que va cavándose su propia fosa mientras el presidente flota como un corcho, sostenido por una imagen que también se resquebraja. La Pompita, como lo llamó el expresidente Tabaré Vázquez, o el “gorrión de basurero” como también lo bautizó el expresidente José Mujica, ya no zigzaguea por el aire esquivando el terreno minado por los escándalos de un gobierno y funcionarios ¿penetrados por el narco? Porque no hay otra conclusión que pueda extraerse del proceso de expedición de un pasaporte exprés para el narcotraficante Marset, que incluso pudo escapar posteriormente en julio pasado de la policía boliviana porque tenía un soplón de alto rango en esta autoridad. Marset residía clandestinamente con falsa identidad, junto con su familia, en la provincia de Santa Cruz, lo que habla del poder de seducción que probablemente tenían los dólares que repartía para mantener una vida placentera y sin limitaciones.
El presidente Lacalle, que bien se merece ese apellido y es donde debería ir a parar después de los repetidos escándalos que sacuden a su gobierno, y que deterioran aceleradamente la imagen de país “menos corrupto” del continente. No supo hacerse cargo a pesar de todas sus declaraciones de campaña en 2019, fue un pelele de las pésimas decisiones de sus funcionarios más cercanos, algo que intentó disimular con su tono campechano y confianzudo. “Ustedes me conocen” les decía a los periodistas tratando de convencer a quienes miraban a través de las pantallas de la TV de que el presidente aparentemente era un inocentón fuera de toda sospecha. Sin embargo, tratar de esquivar el bulto por décima vez por motivo de un nuevo escándalo será muy difícil. En medio del escándalo Lacalle se encuentra en EEUU invitado a una reunión con un grupo de presidentes latinoamericanos por el presidente Biden. A pesar del escándalo que sacude al país Lacalle no regresará hasta el sábado a su país.
La cuestión es si sacrificará a su asesor en comunicación más cercano, Roberto Lafluf, arquitecto del intento de ocultamiento y destrucción de material grabado y chats. También el al ministro del Interior Alberto Heber, al subsecretario de esa cartera Guillermo Maciel y a otros posibles funcionarios implicados en el pasaporte maldito de Marset, están en la mira a causa del narcotraficante, que tal vez hizo caer por primera vez a un gobierno en Uruguay… bueno, no va ocurrir, ¿porqué? Porque probablemente la oposición del FA no quiere dañar la institucionalidad, según declaran muchos de sus más destacados representantes. Aunque suene un poco hueco en muchos oídos.
De todas formas Lacalle apenas tiene la nariz asomando fuera del agua en un bote agujereado que se hunde.
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Un Uruguay donde nos pone una vez más en la posición que los partidos políticos de derecha nos tienen acostumbrados a relacionar con la corrupcion y la sumisión.
ResponderEliminarNo nos es sorprendente el conocer las idas y venidas de encubrir a seres nefastos (como los protagonistas del narcotrafico) o la sumisión al que estamos acostumbrados del imperio de momento, los EE.UU.
Lamentablemente a pesar de todos los escándalos y la postura de encubrir y justificar los hechos, según las encuestas realizadas es Luis Lacalle todavía una opción para el pueblo uruguayo, con un 45%. Esperemos que esto sea una burbuja manipulada.