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domingo, 24 de diciembre de 2023

Navidades pardas en el mundo

 Como sabemos desde la infancia en el mundo dominado por la herencia cultural y religiosa judeocristiana, estas fechas se relacionan con un aparente sentimiento de paz y felicidad, con la familia como centro de la convivencia de los humanos. Esa es la convención en la que nos hemos educado, y si bien no todas y todos somos religiosos y adoramos la figura de Jesús, como hijo de Dios, respetamos e incluso nos adherimos a la celebración aunque no sea de la manera religiosa. Demás está decir que el la comercialización de esta celebración ha distorsionado y mucho la fiesta navideña. Puede ser tradición repartir de juguetes a los niños o, como en mi infancia,  esperar a los reyes Magos, ya que todas estas celebraciones están unidas por un mismo hilo, salvo la celebración del advenimiento del año Nuevo.  

Sin embargo creo que levantando la mirada un poco más allá de nuestro entorno, si tenemos la suerte de elevarla sin ver drones kamikaze o misiles que surcan el cielo, es difícil no pensar en las tragedias que envuelven a la humanidad tan lejos de esa serenidad a la que nos convocan los villancicos, la música arrulladora y las campanas, que no son otra cosa que un intento de adormecer nuestros profundos sentimientos de frustración y odio, angustia y pesadumbre, ansiedad por la muerte y pesadilla real para quienes estén expuestos directamente en las trincheras o en los campos de refugiados, sean soldados, civiles de todas las edades, principalmente quienes se encuentran en la infancia que, no caben dudas, crecerán si sobreviven con el terror en sus miradas.

Fuera de las situaciones extremas de los conflictos bélicos que no son pocos, florecen también otras circunstancias donde las poblaciones están expuestas a decisiones de gobiernos autoritarios y/o totalitarios que avasallan todos los derechos porque ese modelo liberal y occidental, no comulga con la ideología del partido o de la religión que determinan las normas por las que se rigen esas sociedades. Por eso es una falacia la idea de que en esta Noche Buena, como queremos imaginarla, todo el mundo está en paz. No, en esta tercera década del siglo XXI, que se acerca a la mitad, estamos plagados de todo lo contrario, aunque cerremos los ojos y no queramos verlo. 

También es cierto que en la medida que tengamos ese núcleo familiar y amistades que nos amen, o por lo menos nos aprecien, estaremos con un manto de protección contra aquéllos aplacaremos los sentimientos oscuros y de las tinieblas del odio. Por eso, contra toda lógica pero, con la misma esperanza que brindaba en mi juventud, quiero desearles a quienes lean estas páginas que el año próximo sea de logros (por lo menos) personales, alegrías y bienestar que rompan con las pálidas con que la realidad nos bombardea. SALUD!!

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