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viernes, 3 de enero de 2025

¿Hasta cuándo, Israel?

Esa pregunta se la hacen decenas de miles de palestinos cuando ven a su alrededor, la masacre que las bombas y los misiles producen en los campamentos humanitarios, hospitales y edificios de la Gaza ocupada, o en Cisjordania ya invadida por los colonos desde hace décadas. La misma pregunta nos la hacemos los que no estamos allí, pero vemos en las pantallas de la TV o en las computadoras, los ríos de lágrimas y sangre inocente de niños, mujeres y ancianos, producidos por los ataques indiscriminados, sin discernir quienes son las víctimas colaterales, no importa, solo basta la sospecha o certeza de que hay enemigos escondidos en esos lugares. ¿Los rehenes de aquel 7 de octubre de 2023? Hace tiempo que ya no preocupan a Netanyahu, su gobierno y militares, sino apuraría un acuerdo de tal condición que apurara la entrega de los mismos. Pero apenas estaban las partes cerca de alcanzarlo, cuando una nueva masacre daba lugar a posponerlo, y así hasta que los elegidos de Dios  crean que ya no hay palestinos con los que negociar.

En muchos países se recuerda con distintas ceremonias el genocidio de los judíos en los campos de los nazis alemanes durante la 2aGM en las próximas semanas. Muchos cines proyectarán el documental de nueve horas, “Shoah” (Holocausto) de Claude Lanzmann, de1985. Pienso cuándo se proyectará con el mismo título, pero en árabe, الهولوكوست. el Holocausto de Palestina. Porque somos testigos de lo que muchos llaman el genocidio de  los palestinos, protagonizado por los descendientes de quienes fueron víctimas en el pasado de un tratamiento similar, desplazamientos, hambre, enfermedades, miseria, hacinamiento, precariedad en todos los ámbitos de la vida por esta destrucción sistemática. Esta vez sin las cámaras de gas y los hornos, donde se exterminaban definitivamente los cuerpos de aquellos infelices judíos, gitanos, discapacitados y otros seres humanos, considerados como pertenecientes a razas humanas inferiores, sin valor alguno, por no pertenecer a la llamada raza aria. Probablemente, aunque no lo digan públicamente, los palestinos pertenecen a aquellas categorías, a pesar de pertenecer a la familia de las etnias de idiomas semitas que los emparientan, aunque  no quieran.

Geopolíticamente esta estrategia tiene su significado y finalidad última de dominar, por parte de EEUU, toda la región y poder mantener la hegemonía que tiene el país como pretendido dueño de todo el planeta, ante los desafíos de los  BRICS y especialmente de China, que se avecinan, con Israel como herramienta para tal objetivo en Oriente Medio.

La guerra es el medio que usan para dominar y subyugar a los demás, el terror de ese poderío bélico y las reglas que imponen, sin preguntar a sus víctimas qué les parece, es el método más fácil, porque solo hay, según ellos, una sola “democracia” que ilumina al resto de los continentes. Fuera de ella todo es aberrante e inadmisible. Por lo tanto, hay que someter a quienes se nieguen a admitirlo, si no es por las buenas será por las que duelen, y mucho. Así ha tratado de formar al resto de las sociedades la Casa Blanca, el Pentágono y toda la cola de agencias de inteligencia, sociedades comerciales y financieras, a su imagen y semejanza. La intención es expandirse para lograr hacer negocios “as usual”, cada vez más rentables, pero nunca suficientes. Adónde nos lleva todo este concierto de bombas y misiles a lo largo y ancho de varios continentes, es incierto. 


El peor escenario es el que todos nos imaginamos cuando los miles de ojivas nucleares comienzan a emplazarse aquí o allá, los refugios para la población civil se desempolvan, las instrucciones de qué hacer en caso de guerra caen en el buzón de las cartas y nuestros hijos/hijas, nietos/nietas, se preparan para lo peor en el frente de batalla. Solo pensar en ese terrible escenario a solo ocho décadas de aquella última confrontación bélica, donde  se sacrificaron más de 80 millones de vidas en poco más de cinco años, demuestra el poco apego que tienen a la vida de los demás, quienes tienen y manejan las riendas del poder. Esta vez no tomará tanto tiempo, en una semana no serán muchos los que vivan para contarla. Lo admito, los únicos serán los que apretaron el botón rojo en el búnker.



1 comentario:

  1. Cuando tenemos una opinión contraria a los intereses israelitas somos tachados como antisemitas. Cuando se condenó el holocausto fue siempre dirigido a los judíos y se estimó en unos 6 millones de judíos fueron exterminados por los nazis. Hasta el día de hoy no se sabe a ciencia cierta la cifra. Pero sin cuestionar el número, sí cuestionó las intenciones de los nazis. Hay una cifra de 30 millones de rusos, gitanos, homosexuales, discapacitados que nunca se nombra.
    Por eso condenamos un holocausto no por un grupo. Lo condenamos cuando el propósito es eliminar un grupo étnico o religioso.
    Por eso en este artículo es digno de apoyar su intención de ser críticos ante un holocausto emprendido por quienes sufrieron el mismo. La ley del tailon de diente por diente y ojo por ojo. Ya tomó proporciones las cuales se asesina a, niños, enfermos, periodistas, ayudantes sociales, médicos, enfermeros y todo aquel que pretenda parar este genocidio. En estos días se prohibió la presencia de los periodistas extranjeros que puedan informar sobre la masacre israelita.
    Netanyhau tenía que presenciar en un tribunal y este mismo acusó no poder asistir por un problema de próstata.
    En fin, condenó el holocausto en todos los idiomas y sea de donde sea. Gracias Alberico por darnos la oportunidad de expresar nuestra furia.

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