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Yamandú Orsi y Carolina Cosse en el acto De asunción del nuevo gobierno. |
A diferencia de gobiernos pasados del Frente Amplio (FA) en el Uruguay, el gobierno del presidente Yamandú Orsi, sus ministros y demás funcionarios de esta presente administración, mantienen una exposición mediática y en las redes y los otros medios tradicionales, muchísimo más frecuentes desde el 1 de marzo pasado.
YouTube parece ser la plataforma preferida, donde vemos al presidente Orsi en conferencias de prensa o en ruedas de prensa todos los días, respondiendo a las preguntas de los reporteros, sin mayores límites de tiempo ni restricciones a los temas. Además, el tono de estas instancias mediáticas son siempre de un talante diplomático con la oposición, de mano tendida para los acuerdos, y así, no crear brechas inútiles que perjudiquen la gestión parlamentaria, principalmente en la cámara de diputados donde el FA no tiene mayoría y necesita, por lo menos, dos votos de la oposición.
Esta estrategia de Orsi, se notaba ya en la campaña electoral. La misma fue y es no romper los puentes con la oposición, a pesar de todas las estratagemas sucias de algunos de sus integrantes, que insistían e insisten en querer lanzar misiles contra esos puentes y destruirlos, en sus tácticas de crear conflictos, reacciones del gobierno con el mismo tono agresivo, y titulares en los medios de prensa corporativos, para desprestigiar la nueva administración de centro-izquierda.
Senadores como Sebastián da Silva, Graciela Bianchi y Álvaro Garcia, solo para nombrar tres de la pandilla de la derecha del Partido Nacional (PN), no se cansan de despotricar contra la gestión del gobierno. Esta nueva administración encontró un país económicamente más endeudado, con porcentajes de pobreza de más del 20 por ciento, salarios y jubilaciones deprimidos para los sectores más vulnerables, recortes en la educación y la salud, solo para poner lo más visible de una gestión orientada para beneficiar a la clase privilegiada, donde muchos amigos del expresidente Lacalle anidaban la esperanza de recibir las mordidas que los alimentara que, en algunos casos, fueron jugosas dentelladas, descaradas y sin retorno. Este mediocre abogado, que nunca ejerció, ya apunta a las presidenciales de 2029, porque su ego y aparente liderazgo en el Partido Nacional (PN), parecen respaldarlo, (30% de los votos obtuvo ese partido en las elecciones pasadas), aunque visto esos antecedentes y resultados electorales, no parece tener mayores chances de ser elegido presidente por segunda vez, en caso de que sus oraciones, como buen católico que parece ser, sean escuchadas en el cielo.
No, Orsi y el resto del equipo de gobierno mantienen ese tono de diálogo y buscan acuerdos con los sectores más afines de la oposición, que no es un monolito, ya que sin dudas existen corrientes diferentes en los partidos tradicionales, y el partido Cabildo Abierto abandonó la pasada alianza de gobierno de la que había participado junto a blancos (PN) y colorados PC). De esta forma, se aprobó la llamada rendición de cuentas para el próximo quinquenio, incluso con un aumento del endeudamiento a través de un préstamo de 3000 millones de dólares, necesario para cubrir, por un lado, el agujero negro de la administración pasada de unos dos mil millones de dólares, y en parte, para poder cumplir con ciertos programas asumidos en campaña en esta primera etapa de gobierno. También el buen talante va dirigido a los hipotéticos inversionistas extranjeros, para demostrar el clima de paz y entendimiento político que existe en el país, lo que demostraría la estabilidad institucional de la república y la seguridad jurídica del mismo, algo no muy común en la región.
Muchos militantes de izquierda se muerden los puños ante ese talante de mano tendida del gobierno de Orsi, algo comprensible, porque ven aquella falta de respeto en algunos integrantes de la pasada administración ya mencionada, quienes montan sus espectáculos mediáticos por medio de falacias y bulos desvergonzados, provocaciones aprendidas en la escuela de Donald Trump o de Jair Bolsonaro. La frustración por haber perdido las elecciones pasadas, les convoca, en algunas ocasiones, las agresiones verbales más soeces. Simplemente no pueden admitir que perdieron el gobierno y mucho poder, al ver que en apenas poco más de cuatro meses, la gestión del presidente Orsi y su equipo, comienzan a reflotar la forchela que dejó el gobierno de Lacalle, no la Ferrari con la que alardeaba el arrogante y egocéntrico personaje. La táctica de Orsi es evitar el choque frontal, medir el tono e incluso repartir elogios a sus adversarios políticos. Las críticas a la gestión pasada, está, en cambio, en el secretario de la presidencia Alejandro Sánchez y el presidente del FA, Fernando Pereira y en boca de los ministros en las respectivas carteras. Es a través de las cifras y episodios de sospechada (o verdadera) corrupción de la deficiente administración anterior, lo que hace la diferencia, y deja “pegados” a esos políticos nombrados y a otros, que resumen bilis cuando abren la boca.
Tal vez, sobre todo en la retórica del presidente Orsi, uno desearía que no exagerara tanto el tema de la alternancia en los gobiernos, porque sabemos lo que eso significa para diversos sectores de la sociedad: más beneficios y riqueza para unos pocos y para muchos, hambre para hoy, y para mañana también. Cinco años de herrerismo (PN), basta como botón de muestra.
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