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sábado, 25 de mayo de 2013

Yo, robot

La era de los robots ya está aquí desde hace bastante tiempo. Se han ido deslizando en nuestras vidas a veces com bombos y platillos y a veces impercetiblemente convivimos con ellos ignorando su condición de máquinas inteligentes. En las fábricas de automóviles pintan y sueldan por ejemplo. En los hogares cortan el césped y aspiran el piso. Los más desarrollados ayudan en las tareas de la casa, donde Japón cuenta con los prototipos más sofisticados. También sirven para hacer la guerra, y los drones, aviones sin pilotos, son los que más se destacan. Matan desde el aire, y las víctimas de esos ataques apenas se enteran de lo que pasó si tienen la mala suerte de que el misil dé en el blanco.

 

Pero cuales son las reglas que deberían definir a un robot? Hace poco me enteré que Isac Asimov, el escritor e ingeniero norteamericano, de origen judío-ruso, había definido los tres principios que debían regir las contrucciones de estas máquinas inteligentes. Asimov es conocido por sus libros de ciencia-ficción, la Saga de la Fundación, conocida también como Trilogía o Ciclo de Trántor. También escribió libros de historia sobre el mundo antiguo, principalmente sobre Roma y su desarrollo como imperio. Pero su profesión menos conocida es que fue bioquímico y también se dedicó a la divulgación científica. Un tipo multifacético que abrazaba las estrellas o se sumergía en el mundo de los seres vivos.

 

No obstante el legado que también dejó fueron las tres leyes de la robótica, principios morales que deberían regir para los robots inteligentes. Estas son las tres leyes:

1.Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por su inacción, permitir que un ser humano sufra daño.

2.Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.

3.Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

Estos principios que hasta hace unos años parecían inamovibles, están siendo vulnerados por la fabricación cada vez avanzada de máquinas de guerra casi autonómicas, donde los drones son unos de ellos. No son Robocop o Terminator, y la última palabra la tienen siempre los humanos que los dirigen, pero sí suficientemente letales como para violar la primera de las leyes de Asimov. Dentro de la categoría robots inteligentes está el SNEAKY, que puede hacer inspecciones en las fronteras, reunir pruebas de audio y video, olfatear bolsas y emitir instrucciones de voz. Otro es el robot de Samsung RSC-1 que tiene la capacidad de tomar muchas decisiones, tanto letales como no letales sobre sus objetivos.

Y esto recién empieza. Pero la tendencia a olvidar las leyes de Isac Asimov son cada vez más evidentes. Lo cual abre caminos para terminar en Robocop o Terminator o algo aún peor.
 

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