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miércoles, 24 de febrero de 2010

Una imagen que se resquiebra?

Suecia como sociedad sigue teniendo el respeto de otros muchos países y pueblos por la calidad de vida material que ha alcanzado esta sociedad. Y sobre todo porque la corrupción que existe, ha sido marginal si se compara con otras sociedades donde la misma está tan arraigada que es parte del sistema y pocos se preocupan por ella.

Sin embargo una de los últimos escándalos que sacuden el ámbito político de esta sociedad es lo acontecido hace pocos días. El partido Moderado (M) un partido de centro derecha y es mayoritario dentro de la alianza que hoy gobierna el país. Este partido debe celebrar elecciones internas en pocos días. De esas elecciones saldrá la lista de candidatos que representarán el partido en el parlamento en las distintas regiones, entre ellas Estocolmo. Los más votados irán primeros en las listas.

Y para conseguir votos algunos de los candidatos de la capital -un puñado de ellos ya ocupan un escaño en el parlamento- no encontraron mejor forma de obtener votos para la interna que reclutando inmigrantes para el partido por medio de pagarles la cuota anual y hacerles prometer que votarían por ellos.

Lo más llamativo del caso es que el grupo somalí, cuyos miembros en general apenas puede identificarse con ese partido, aumentó en un 150% el número de afiliados, lo que despertó las sospechas de que algo raro estaba ocurriendo.

Al final el escándalo empezó a salpicar indirectamente al primer ministro Fredrik Reinfeldt que es el presidente del partido, por lo que se abrió una investigación para aclarar quiénes estaban implicados.
El resultado fue que siete de los candidatos fueron obligados a abandonar la carrera por el escaño en las elecciones dels próximo setiembre.

Esta práctica de clientelismo era ya aplicada en la época de la república romana y desgraciadamente es una tradición en muchos países todavía. Que haya llegado a Suecia, aunque sea de una forma tímida, despierta interrogantes sobre cómo los tiempos cambian, y las sociedades se transforman.

Suecia no es una excepción, y las costumbres de otras latitudes comienzan a introducirse subrepticiamente en el cuerpo de la sociedad. No sólo la economía se internacionaliza, también la acompañan otras formas llamadas espúreas, que desgraciadamente aumentan el escepticismo de la gente sobre los políticos en general, y le hacen un flaco favor a la democracia. Esperemos que este episodio sea un traspié en la segunda fuerza política del país, y no una regla que contagie a otras organizaciones y se incorpore a la cultura política que no creíamos podía afianzarse en esta sociedad.

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