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lunes, 15 de febrero de 2010

Estamos en guerra o sólo es una operación humanitaria?

Hoy hay muchos suecos que se preguntan si Suecia está en guerra o no contra los talibanes. Oficialmente se afirma que no. Pero la realidad puede estar mostrando que el país está siendo arrastrado hacia un conflicto bélico, aún cuando oficialmente no quiera reconocércelo.

El reino de Suecia accedió a sumarse a la operación de la ONU a comienzos del año 2002 con 45 soldados especialistas en búsqueda e operaciones de inteligencia. Luego accedería a sumarse al proyecto dirigido por la OTAN, denominada International Security Assistance Force ISAF, un operativo conjunto por mandato de la ONU que se inicia en 2006 en Afghanistán. La finalidad de la misión de ISAF es según su programa ayudar al pueblo afghano a reconstruir el país, democratizarlo y eliminar el peligro de que se establezcan redes terroristas en el país, ya sea para ayudar a retornar a los talibanes al poder o para que se entrenen nuevos terroristas para realizar atentados en países aliados a occidente. Comenzó con unos 5000 soldados y hoy ya son más de 65 000. Y muchos miles más se preparan para sumarse a ellos.

La misión sueca en particular ha sido hasta el momento la de proteger a la población civil de los ataques de los talibanes y cumplir así con un objetivo humanitario y de reconstrucción de la región, Provincial Reconstruction Team (PRT) en la región norte de MAzar i Sharif. Sin embargo la propia dinámica de la guerra que lleva EEUU y su aliado más cercano, Gran Bretaña, sumado a la debilidad y corrupción del poder central del presidente Karzai, hace que las tropas suecas, actualmente unos 500 soldados, se tengan que exponer cada vez más a los ataques de los grupos talibanes o de delincuentes comunes.

Esa ola creciente de violencia le ha costado la vida a dos oficiales suecos y a un intèrprete en el último incidente conocido ocurrido a principios de febrero. En total han sido cuatro soldados suecos que han muerto en ese país. Y dos intérpretes afghanos. Pero también los soldados suecos han repelido los ataques causando bajas en los talibanes.

El norte de Afghanistán, en Mazar i Sharif, donde operan conjuntamente los suecos y los finlandeses, ha sido hasta ahora de las regiones más tranquilas a pesar de las escaramuzas que han tenido lugar. Sin embargo ya hay una serie de opiniones e informes que piden acrecentar el número de soldados suecos en Mazar i Sharif.
Primero fue un representante del partido liberal (FP) Allan Widman, que manifestó la necesidad de aumentar el número de soldados en el país asiático.
Luego el propio el servicio de inteligencia militar (Muf) anuncia que la situación en MAzar i Sharif se volverá aún más peligrosa para los soldados suecos, por lo que es necesario reforzar con más soldados las actuales tropas para cumplir con la misión militar.

Se suma a estas voces un investigador sueco, Magnus Norell, que para disminuir la amenaza contra las fuerzas armadas suecas predica que debe duplicarse el numero de soldados, es decir por lo menos mil combatientes.
Desde el gobierno sueco se admite la necesidad de reforzar las tropas, lo cual ya se ha hecho con 110 soldados más y en un futuro cercano otros 100 aumentarán el número de tropas allí.

El aumento de la presencia militar sueca, así como la de los demás países, principalmente los 30 000 prometidos por el presidente Obama, hablan de que la escalada militar que a pesar de los buenos deseos de retirarse, si es que es verdad que los hay, demuestra que a mayor presencia y ofensiva militar de ISAF, mayor es la respuesta de los talibanes y Al Qaeda.

Así ocurrió cuando la Unión Soviética invadió el país y sus fuerzas debieron combatir una creciente resistencia, apoyada en parte por los propios EEUU. Hoy los talibanes cuentan con un apoyo menos visible, pero sin dudas que las armas y el entrenamiento lo obtienen de agentes de países que desean ver a las fuerzas occidentales fuera del país asiático.

Es ingenuo pensar entonces que una mayor presencia militar conllevaría matemáticamente la derrota en el campo de batalla de los talibanes .
EEUU y su actual presidente ya reconocen que es imposible y que hay que buscar una salida política y negociar con los talibanes.

LA idiosincracia de los afghanos es muy compleja debido a las distintas etnias que habitan allí, pero si algo no parecen desear la gran mayoría de ellos es la presencia de tropas extranjeras, a pesar que las mismas, en particular las suecas, realizan una labor humanitaria y de reconstrucción, aunque la realidad imponga que sea cada vez más militar que de reconstrucción.

La estrategia talibán ha sido siempre tomar el poder y establecer un estado teocrático como lo hicieron cuando en el pasado reciente derrotaron a todos sus enemigos y aplastaron toda disidencia política. Tuvieron que abandonar el poder después del atentado del 11 de septiembre cuando EEUU les dió un últimatum para que entregaran a Bin Laden a quien hacían responsable del atentado de las torres gemelas de Nueva York.

Y esa es la gran encrucijada que viven las tropas suecas y el resto de los países que componen ISAF. El gran riesgo es que Afghanistán se convierta como algunos creen, en un nuevo Vietnam, con tropas occidentales empantanadas en el desierto y en las montañas, en una guerra de desgaste donde la finalidad de establecer un gobierno representativo de las etnias y del pueblo afghano sólo sea un tigre de papel sostenido por las tropas extranjeras, como lo ha sido hasta ahora.

Por eso cabe preguntarse si a pesar de los atentados contra las tropas suecas y los combates que se han visto obligados a enfrentar contra los talibanes, todavía es sensato hablar de que el reino de Suecia no está en guerra; y si es válido que la bandera sueca de tres puntas que flamea sobre Skeppholmen, en Estocolmo, el símbolo que dice a sus ciudadanos que el país vive en paz, no debe ser arriada cuando es evidente que los soldados del país mueren y se enfrentan a un enemigo que crece y tiene en sus planes atacar y matar a todo extranjero que se le cruce en el camino. Incluso a los soldados que llevan la bandera azul con la cruz amarilla en sus uniformes.

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