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sábado, 12 de febrero de 2011

Adiós Hosni

No resistió la pulseada hasta septiembre. Al final hizo las maletas y puso rumbo al balneario Sharm el Sheij, donde tiene una mansión veraniega a orillas del Mar Rojo. Si permanece allí o ya viajó con otro destino, lo sabremos en las próximas horas. En todo caso la era Mubarak ha pasado a la historia, como otras tantas dictaduras que finalmente se desmoronaron como esos castillos de arena que las olas destruyen de un solo golpe. Ahora está la expectativa si los militares cumplen con lo que prometen o es más de los mismo, esta vez con uniforme.
No hay que olvidar que la importancia de Egipto en su entorno geopolítico se ha volcado a respaldar los intereses que EEUU, la UE e Israel mantienen en la región desde hace ya años, aún a costa del aislamiento del pueblo palestino en la franja e Gaza. Y los militares eran la garantía de ese posicionamiento de Egipto en Medio Oriente. Los palestinos, entre otros pueblos, festejan el alejamiento de Mubarak, pero con la llegada de los militares al poder es difícil predecir si la frontera entre Gaza y Egipto se abrirá otra vez y el aprovisionamiento de la franja comenzará a normalizarse, evitando el transporte por los túneles construidos entre ambas fronteras y que Israel bombardea regularmente.

Mientras la gente festeja en la plaza de la Liberación una febril actividad diplomática tiene lugar a puertas cerradas y a espaldas de la gente. Esa es la forma como se cocina el futuro de Egipto después de esta llamada "revolución". Derrocar a un dictador sin que las mismas estructuras que lo sostenían desaparezcan en realidad es un cambio de escenario pero los pilares del mismo están intactos. Los cambios en la constitución y las garantías de realizar elecciones libres serán la primera muestra de que el proceso continúa en la dirección deseada.

De todas formas hay signos positivos que pueden realmente llevar a los egipcios a crear una sociedad pluralista y democrática. Todo dependerá de lo rápido que se adapten a la nueva realidad las organizaciones que condujeron la masiva movilización del pueblo,  para luego sentarse a negociar el traspaso del poder a la sociedad civil. Si las promesas se cumplen por parte de los militares, Egipto puede comenzar a recorrer un camino que lo lleve a transitar hacia una sociedad con los atributos y cualidades que hoy están en la memoria colectiva de la gente. De lo contrario será como el mito de Sísifo, el pueblo otra vez arrastrará la roca hasta la plaza de la Liberación, y quién dice, a lo mejor con ella aplastará definitivamente los últimos restos de la opresión y del antiguo régimen.

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