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martes, 1 de febrero de 2011

La primavera egipcia


Han pasado unos pocos días desde que escribí unos párrafos sobre la crisis en Egipto (ver más abajo). En esos momentos los manifestantes todavía protestaban pacíficamente y la policía había desaparecido de la escena. Los militares vigilaban los edificios públicos y Hosni Mubarak anunciaba su retiro definitivo en septiembre. Pero a partir de allí continuó la protesta entre los que piden,ocupando todavía la plaza de la Liberación (Tahrir) la renuncia inmediata de Mubarak.
Entonces se desató una ofensiva brutal de los sectores que apoyan al presidente egipcio, donde se mezclan al parecer policías vestidos de civil y civiles, todos leales a Mubarak.
No sólo los ocupantes de la plaza están siendo víctimas de unos brutales ataques, sino también los periodistas, nacionales y extranjeros, han sido víctimas de esa violencia. Uno de ellos ha sido el periodista de la televisión sueca, Bert Sundström, quien fue víctima de un intento de homicidio que lo ha dejado gravemente herido. Lo acuchillaron por la espalda y lo golpearon en la cabeza de una forma cobarde como lo hacen las pandillas y patotas que responden al presidente con todos aquéllos que se resisten. Y los militares emplazados en el lugar hacen la vista gorda dejando la tarea sucia a esos grupos que nos recuerdan a las mafias de otros muchos lugares en el mundo, donde los que piden justicia son atropellados, arrestados y en el peor de los casos asesinados.
Con Bert Sundström coincidimos en una misión de Reporteros sin Fronteras , donde fuimos a hacer un relevamiento de la situación de los colegas colombianos amenazados por la violencia política que dejaba cada año decenas de muertos entre ellos. Bert ha sido un valiente reportero que ha cubierto decenas de conflictos en el mundo.  Siempre bien informado y con la sensibilidad para identificar las causas de la injusticias y conflictos, nos ha entregado buenos reportajes sobre la miseria y grandeza humanas.
Deseamos desde este lugar que nuestro colega Bert se recupere rápido y pueda volver otra vez a estar frente a la cámara para contarnos sobre la vida y la muerte, la desgracia y la felicidad.



En enero de 1968 ocurrió un fenómeno que recibió el nombre de la primavera de Praga, una movilización por los derechos civiles y democráticos en la antigua Checoeslovaquia que terminó trágicamente con la invasión de la ex- Unión Soviética y el fin en ese momento de los primeros intentos de romper con la hegemonía del Kremlin.
Ahora el pueblo egipcio, antes lo había hecho el tunecino, se ha levantado y reclaman reformas democráticas, económicas y políticas y el fin de la impunidad después de sufrir durante treinta años la dictadura del presidente Hosni Mubarack. Y esta primavera democrática recorre inesperadamente como un fantasma el norte de Africa y países de Medio Oriente amenazando a los dictadores y reyes de turno que empiezan  a poner las barbas en remojo. Y preocupa a los gobiernos de EEUU, Israel, UE y muchos más que ven peligrar el control que tenían sobre estos países en su afán de frenar el radicalismo islamista.


El status quo en estos países ha sido lo preferido por los gobiernos de occidente donde bastaba que los regímenes de turno combatieran el integrismo islámico y el flujo de inmigrantes ilegales para apoyarles y cerrar filas con ellos.
Ahora el principal baluarte de es política exterior se tambalea y parece tener las horas contadas, si es que las movilizaciones populares y las fuerzas políticas que están detrás logran convencer al otro importante actor, las FFAA egipcias, que tienen un proyecto serio para reemplazar a Mubarak. Porque quien puede dudar que si el caos se apodera del país los uniformados no se quedarán con los brazos cruzados ly finalmente tomen el poder y aplasten toda resistencia. Nadie sabe hoy día a ciencia cierta qué es lo que piensa la cúpula militar egipcia y lo que está dispuesta a hacer en caso que el país se hunda en el caos total. Mubarak dice que continúa hasta septiembre y deja el campo abierto a que las fuerzas políticas diriman entonces qué clase de gobierno tendrá Egipto.

Los Hermanos musulmanes, la organización política que se identifica más con el islamismo fundamentalista, y que asesinó en octubre de 1981 al presidente Anwar Sadat, han estado desde entonces sumergida y esperando su oportunidad. Ahora la tienen y son parte de los que protagonizan las demostraciones y piden cambios. Nadie los subestima aunque la mayoría opina que no tendrían mucho apoyo en una sociedad que de todas formas está secularizada en muchos aspectos de su vida social.
La pulseada parece decidirse a favor de las fuerzas civiles y democráticas que exigen elecciones libres y la retirada de Mubarak padre y el olvido definitivo a que su hijo Gamal aspire a heredar el trono del padre. Aunque muchos comienzan a dudarlo cuando las escenas de violencia y la represión en la plaza de Tahriri muestran que el régimen están dispuesto a acallar las protestas. Si ese Egipto renace como sociedad democrática, pluralista y justa, tal vez los muertos que sacrificaron sus vidas por esa causa no haya sido en vano. Y ese ejemplo sea una inspiración para el resto de la región.




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