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martes, 7 de agosto de 2012

La República Marihuana vs Los Estados Cocaineros

Anoche la Cámara de Diputados de Uruguay votó a favor de legalizar el consumo controlado de marihuana. El Senado lo hará seguramente también. Hace casi exactamente un año escribí esta crónica. El proceso hacia una política más liberal sobre la producción, el consumo y la salud está abierto. Un experimento que está siendo analizado internacionalmente y que pone en el tapete unos de los temas más tabú de los últimos tiempos.

Hace unos días el periódico norteamericano New York Times publicaba un artículo sobre el proyecto de ley del gobierno uruguayo en el cual el estado se convertirá en el productor distribuidor y vendedor en forma controlada de marihuana en caso que el parlamento apruebe el proyecto. El periodista Damien Cave responsable del artículo, denominaba a Uruguay como un país que se convertiría en el "primer estado marihuanero" con los riesgos que ello implica. La intención del periodista era sin dudas la de aclarar el alcance del proyecto del gobierno, y resaltar los comentarios en contra y a favor del mismo. Pero lo importante es ver con imparcialidad lo que puede significar el plan del presidente José Mujica de aprobarse esa ley en Uruguay, y lo que hasta ahora ha dado como resultado en EEUU, el principal consumidor de ellas, la "guerra contra las drogas".

Más de 22 millones de estadounidenses mayores de 12 años —casi el 9% de la población de EEUU— habrían consumido drogas ilegales, de acuerdo con la Encuesta Nacional 2010 sobre el Uso de Drogas y Salud del propio gobierno estadounidense, según CNN.  Drogas como marihuana, cocaína, heroína, alucinógenos, inhalantes y algunos medicamentos, fueron contabilizados en la encuesta. (ver datos al final de la página).
Para algunos gobiernos la represión es el arma número uno para combatir el narcotráfico y el consumo, mientras la guerra entre las mafias se llevan decenas de miles de vidas, y corrompen a los políticos, banqueros, jueces y policías, no sólo en los países  productores, sino también en los consumidores. México y Colombia, sociedades  penetradas por el dinero y el poder de esos grupos son ejemplos de cómo la batalla contra la mafia es como el mito de Sísifo, condenado a empujar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la roca volvería a caer. En una visita a Colombia a mediados de 1993 entrevisté Enrique Gómez Hurtado, senador del partido conservador, quien en esa época predicaba, bastante solo, la legalización de las drogas para quitarle el poder a los cárteles del narcotráfico que luchaban entre sí, contra el estado colombiano y contra la policía antidrogas norteamericana DEA. Desde el poder nadie lo escuchaba. Pablo Escobar era sin duda el capo más conocido en ese entonces, y moriría en un enfrentamiento con la policía poco tiempo más tarde. Incluso años antes,  Ernesto Samper, que luego sería presidente de Colombia (1994-1998) del partido liberal colombiano, había tratado de promover esta estrategia para la marihuana en la década del 70, pero fracasó rotundamente. Actualmente Juan Manuel Corzo, conservador y actual Presidente del Senado de Colombia, impulsa la misma idea de que hay que legalizar las drogas para quitarle el negocio al narcotráfico. A pesar del llamado Plan Colombia instaurado en 1999 en el paìs en acuerdo con presidente Clinton, Corzo considera que a su país lo han dejado solo en la lucha contra el tráfico de estupefacientes y que ha llegado la hora que la comunidad internacional deje su discurso de doble moral frente al tema y asuma su responsabilidad.

Pero esas intenciones de políticos colombianos que también se escuchan en otros países de la región, no se han plasmado hasta ahora en un plan concreto que contemple todos los aspectos que al parecer el plan del gobierno uruguayo abarcaría, no sólo para la marihuana sino para establecer un plan de carácter social y de seguridad que disminuya la delincuencia en el país.  Los principales protagonistas de esa inseguridad son menores de edad dedicados a asaltar comercios o personas por, muchas veces, irrisorias sumas de dinero para poder financiar el consumo de ese oxígeno y veneno de sus existencias: la pasta base, la droga que consumen los sectores más pobres y marginados de la sociedad.
Por causa de esa droga no sólo roban sino que no pocas veces asesinan fríamente, o son víctimas de las balas de esos comerciantes que temerosos por los repetidos asaltos que sufren, se arman y prefieren ellos apretar primero el gatillo antes que los delincuentes, en una tendencia cada vez más peligrosa por el aumento creciente de armas en la sociedad y el número de víctimas mortales.

Cómo producir, distribuir y vender la marihuana es un desafío tremendo para cualquier  estado por los riesgos que la misma actividad implica, entre otros lograr que no se corrompan los  propios protagonistas. Los detalles de los controles y otras partes importantes del proyecto todavía no se conocen, pero nadie parece ignorar los riesgos que se asumen. Los que no se han atrevido a cambiar hasta ahora  la estrategia de represión y más represión, lo único que han conseguido es estimular a los narcotraficantes a diversificar su negocio y sus métodos,  y  explotar al máximo una de las debilidades humanas más conocida: la avaricia. Están en los bancos y empresas financieras que lavan dinero, en las empresas de construcción que blanquean esos narcodólares en las costas más exclusivas de los países receptores y en miles de proyectos más donde lo negro se vuelve blanco como la nieve. Si Uruguay se convierte finalmente en el "primer estado marihuanero"tendrá la mirada puesta de todo el mundo sobre los resultados de esa política: el éxito o el fracaso son vecinos muy cercanos, y el presidente José Mujica pasará a ser, o bien el hazmerreir de todo el planeta, o el héroe que logró en poco tiempo lo que décadas de guerra contra el narcotráfico nunca consiguió. Es decir quitarle poder a la mafia del narcotráfico.


El consumo de marihuana y cocaína en Occidente 2011:


En Estados Unidos y Canadá la prevalencia anual de consumo de marihuana es 13,7% y 12,6%,

respectivamente. Europa reporta una media de 6,7%, variando según los países entre el 0,4% y el 14%.
En tanto, en la región suramericana, Argentina alcanza una prevalencia anual de 7,2% y Chile de 6,7%. De esta forma, Uruguay (8,3%) se ubica levemente sobre el consumo medio de Europa y de Chile, en tanto lo hace por debajo del de Estados Unidos y Canadá**.

En Canadá y Estados Unidos reportan que la prevalencia anual media de cocaína es del 1,4% y 2,4% respectivamente. En Europa la prevalencia anual media de cocaína es de 1,2%, variando entre los países entre 0 y 2,7%.
En tanto,las prevalencias anuales de cocaína alcanzan al 2,4% en Argentina y al 2,6% en Chile y 1,9% en Uruguay.

Fuente: Informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes correspondiente a 2011 y Word Drug Report 2011 - UNODC

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