Esta vez el bumerán de la Casa Blanca va dirigido contra el gobierno de Nicolás Maduro con la excusa de que Venezuela viola los DDHH y es una amenaza para la seguridad nacional del país norteamericano. Un loable motivo si no fuera porque las violaciones a los derechos humanos contra tantos ciudadanos norteamericanos son pan de cada día. Esto debería realmente considerarse como una real amenaza contra la seguridad nacional, ese caballito de batalla tan bien conocido y origen de tantas intervenciones, incluso bélicas, alrededor del mundo con marca registrada. Aparentemente las sanciones contra algunos de los miembros del gobierno de Maduro parece no hacerle mella al poder del presidente venezolano, por el contrario la reacción no se hizo esperar, y nuevas medidas que concentran el poder en el presidente Maduro ponen una losa más pesada en el pecho de la oposición política que EEUU dice querer proteger. Un perfecto bumerán que si golpea a Maduro en alguna parte sensible de su cuerpo es para regresar y romper los cristales de la Casa Blanca.
El talón de Aquiles del gobierno venezolano es la marcha de la economía cuya crisis golpea irremediablemente con más dureza a los sectores sociales que se han beneficiado de las políticas iniciadas por Hugo Chávez, y que pusieron en el centro a los más humildes con una importante redistribución de la riqueza, alfabetización, salud al alcance de las mayorías, etc. Y en el contexto internacional Venezuela adquirió un protagonismo desafiante con su estrategia solidaria en base a un barril barato de petróleo y una militante política anti-norteamericana. Pero el derrumbe del precio del crudo, oh casualidad! hace pensar que en parte ha sido la mejor táctica para perjudicar las economías de dos países que abiertamente vienen desafiando a la Casa Blanca, Rusia y Venezuela.
Es sin dudas una hipótesis conspirativa, por supuesto, sin pruebas ni testimonios que hablen de decisiones tomadas con ese fin por encima de las leyes de la oferta y la demanda que según las reglas del mercado son las que definen el precio de cualquier mercancía.
Cual será el próximo paso del gobierno del presidente Nicolás Maduro es difícil de prever dado su innato reflejo de lanzar también él bumeranes y acusar a diestra y siniestra de conspiraciones a extranjeros y coterráneos, cerrando así la puerta a todo diálogo. Tampoco la oposición muestra una abierta voluntad de plantear soluciones, y empuñando sus propios bumeranes buscan solo el fin adelantado de Maduro. No obstante no nos engañemos, concentrar aún más el poder con el respaldo de las FFAA no le da más legitimidad a un gobierno que está en serias dificultades, también por causa propia. El imperialismo es un factor desestabilizador cuando se compromete con los sectores de la oposición que buscan destruir todo lo alcanzado por los gobiernos de Chávez y Maduro. Pero también es un cuco fácil de agitar ante el público más leal cerrando los ojos a los propios errores y dificultades en el manejo de la economía, una materia que la mayoría de los analistas coincide ha sufrido un importante deterioro. Venezuela necesita más diálogo, más gestos que muestren la voluntad de buscar entendimientos, políticas de estado y transparencia. La alternativa es una mayor polarización y volver probablemente a las dictaduras de los 70, con los uniformados al mando y la Guerra Fría congelando la sabana venezolana. No al bumerán.
El talón de Aquiles del gobierno venezolano es la marcha de la economía cuya crisis golpea irremediablemente con más dureza a los sectores sociales que se han beneficiado de las políticas iniciadas por Hugo Chávez, y que pusieron en el centro a los más humildes con una importante redistribución de la riqueza, alfabetización, salud al alcance de las mayorías, etc. Y en el contexto internacional Venezuela adquirió un protagonismo desafiante con su estrategia solidaria en base a un barril barato de petróleo y una militante política anti-norteamericana. Pero el derrumbe del precio del crudo, oh casualidad! hace pensar que en parte ha sido la mejor táctica para perjudicar las economías de dos países que abiertamente vienen desafiando a la Casa Blanca, Rusia y Venezuela.
Es sin dudas una hipótesis conspirativa, por supuesto, sin pruebas ni testimonios que hablen de decisiones tomadas con ese fin por encima de las leyes de la oferta y la demanda que según las reglas del mercado son las que definen el precio de cualquier mercancía.
Cual será el próximo paso del gobierno del presidente Nicolás Maduro es difícil de prever dado su innato reflejo de lanzar también él bumeranes y acusar a diestra y siniestra de conspiraciones a extranjeros y coterráneos, cerrando así la puerta a todo diálogo. Tampoco la oposición muestra una abierta voluntad de plantear soluciones, y empuñando sus propios bumeranes buscan solo el fin adelantado de Maduro. No obstante no nos engañemos, concentrar aún más el poder con el respaldo de las FFAA no le da más legitimidad a un gobierno que está en serias dificultades, también por causa propia. El imperialismo es un factor desestabilizador cuando se compromete con los sectores de la oposición que buscan destruir todo lo alcanzado por los gobiernos de Chávez y Maduro. Pero también es un cuco fácil de agitar ante el público más leal cerrando los ojos a los propios errores y dificultades en el manejo de la economía, una materia que la mayoría de los analistas coincide ha sufrido un importante deterioro. Venezuela necesita más diálogo, más gestos que muestren la voluntad de buscar entendimientos, políticas de estado y transparencia. La alternativa es una mayor polarización y volver probablemente a las dictaduras de los 70, con los uniformados al mando y la Guerra Fría congelando la sabana venezolana. No al bumerán.
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