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sábado, 15 de agosto de 2020

Un Hombre y Una Mujer -cincuenta años después.

El cineasta francés Claude Lelouch nos entregó allá por 1966 una película muy romántica titulada Un hombre y una mujer ( Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes y el Óscar a la mejor película extranjera). En estos días, un poco más de medio siglo después, se ha estrenado Los años más bellos de una vida (Les plus belles années d'une vie) donde los dos protagonistas de aquella historia pasional, Anne Gautier (Anouk Aimée) y Jean-Louis Duroc (Jean-Louis Trintignant) se reencuentran luego de décadas de separación, pero en sus memorias sobreviven recuerdos como los rescoldos encendidos bajo aparentes cenizas de aquella pasión inolvidable.

Lelouch nos combina en la película imágenes del pasado en la memoria de los dos protagonistas transcurridas esas cinco décadas, donde ambos, ya viejos, se encuentran en la residencia de ancianos donde Jean-Louis ha sido alojado por Antoine, su hijo, una residencia que goza de prestigio por sus comodidades. ”Lo mejor de lo peor” comenta irónicamente Jean-Louis, que solitario, ensimismado y soñando, va perdiendo la memoria (alzheimer?) sentado frente al amplio parque que domina el lugar, de espaldas al edificio donde se encuentra el resto de sus habitantes. 

Sin embargo en Jean-Louis persiste el recuerdo de Anne, y habla de ella con su hijo Antoine repetidamente y con la enfermera que lo cuida. Antoine ve una luz de esperanza en esos recuerdos de que su padre puede mejorar si encuentra a Anne. Y la contacta en su pequeño negocio en Deauville, Normandía, donde ha vivido los últimos años. Ella responde positivamente, visita a Jean-Louis, y de ahí empiezan a hilvanarse los recuerdos a pesar de que él no la reconoce al comienzo. La encuentra parecida y ciertos gestos con su pelo despeinado por el viento lo estimulan a rememorarla. Y ahí está lo sutil del relato de Lelouch, porque esa historia de amor de la que ambos hablan, se va desenvolviendo paso a paso, episodio tras episodio, la van creando con las preguntas que Jean-Louis y Anne se hacen sobre sus vidas pasadas, sus recuerdos y las esperanzas perdidas pero no muertas. 

”No fui lo suficientemente bueno con ella. Mentía.” Se confiesa él, a quien su fama de piloto le daba oportunidad de cambiar de amantes como de camisa. Pero Anne también siente nostalgia por aquél corto amor y se emociona cuando Jean-Louis también le confiesa que fue la única mujer que amó realmente. Una historia simple con episodios divertidos en el mundo de los ancianos caprichosos, con réplicas filosas y una interpretación magnífica de ambos en sus roles. Trintignant con apenas gestos en un rostro plagado de arrugas pesimistas, pero una mirada vivaz y una sonrisa que rompe esas arrugas, nos convence de que a pesar de su edad (89 años), todavía es capaz de conmovernos con esos gestos medidos. Incluso de simular una falta de memoria que quizás no tiene cuando inesperadamente recita poemas de memoria de Verlaine. Y Aimée , con la belleza de su apacible rostro y gestos mesurados, es el remanso donde finalmente aterrizan los recuerdos compartidos, la sabiduría y la firmeza sentimental de una mujer soñadora. Con una miscelánea de imágenes de la primera versión de Un hombre y una mujer y con las de la segunda versión, Un hombre y una mujer- 20 años después (1986), Lelouch nos transporta en ocasiones por una carretera en el viejo Renault CV2 de Anne o en el Mustang de Jean-Louis con el que competía, donde los sueños del anciano transcurren y terminan a veces con episodios sorprendentemente violentos y divertidos (producto del alzheimer?). La memoria que resplandece por momentos de Jean-Louis y la
ternura de Anne nos hacen ver bajo los rescoldos encendidos una creciente llama de amor
y ternura.


Para los que no vieron la primera versión de este drama romántico Un hombre y una mujer, Jean-Louis era piloto de un Mustang de competencias de rally, viudo y con un hijo, Antoine. A su vez Anne, era secretaria en la industria cinematográfica, madre de una hija, Valéry. Casualmente Anne es también viuda, su esposo Pierre, había fallecido a causa de un accidente en un estudio de cine donde trabajaba como stuntman. ( realizan escenas peligrosas). 
Jean-Louis y Anne se encuentran por casualidad en la guardería donde concurren sus hijos e inician un romance que al comienzo parece imposible por los sentimientos de culpa de Anne al recordar a su difunto esposo. Ambos se separan en el hotel donde se habían alojado, ella decide viajar sola a Paris en tren, mientras que él sin pensarlo demasiado, se lanza en su auto deportivo en una desenfrenada carrera contra el tiempo, y llega primero que Anne a la estación de trenes. Allí hay un reencuentro que los estrecha en un abrazo formidable, pero la relación romántica y apasionada es corta. 

La película Un Hombre y una Mujer, con aquél Tralalá Tralalalá La la la como música de fondo que hizo época, nos va llevando de la mano a través de una magnífica fotografía en primeros planos, por las secuencias románticas y pasionales, con imágenes de felicidad que se superponen con rostros tristes, preocupados o soñadores, a menudo en un viaje a ninguna parte en el Mustang de Jean-Louis por un París melancólico, que anuncia un final que no será feliz. Sin embargo, cincuenta añosas tarde hay esperanza a pesar que como las galaxias, también la memoria tiene sus agujeros negros.


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