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sábado, 30 de abril de 2022

A las puertas de la OTAN

  

La invasión de Rusia a Ucrania ha tenido consecuencias inesperadas para los planes de Putin. Otros opinan que era lógico que ocurriera: Finlandia y Suecia discuten las ventajas, riesgos y consecuencias si se suman a la alianza del Atlántico Norte, y todo parece indicar que será así. Y sin un plebiscito donde la ciudadanía responda si lo respalda o no.

Hasta ahora los dos países habían renunciado a integrarse a la alianza aunque desde hace ya  varias décadas iban creándose lazos cada vez más fuertes con tratados de seguridad y militares donde los ejércitos de la OTAN estaban más presentes en los ejercicios y maniobras militares escandinavas, intercambio de información de inteligencia, venta recíproca de armas, vigilancia por mar, aire y tierra en el Báltico y mucho más que ignoramos. 


La Asociación para la Paz fue por ejemplo un tratado firmado en 1996 por Finlandia y Suecia con la OTAN para hacer efectiva la cooperación en seguridad y realizar maniobras militares conjuntas. A medida que pasaron los años Suecia se implicaba cada vez más en las operaciones internacionales lideradas por EEUU como por ejemplo el derrocamiento de Gaddafi en Libia con sus aviones de caza vigilando el espacio aéreo de Libia o en la guerra de Afganistán ( 2002-20121) participando en la International Security Assistance Force (ISAF) con un destacamento que llegó a contar con un máximo de 500 soldados  emplazados en la región de la ciudad de Mazar-e-Sharif en su última misión. Pero formalmente faltaba la frutilla de la torta: firmar la solicitud de entrada a la OTAN por los gobiernos de Suecia y Finlandia. También al integrar la Unión Europea Suecia acordó sumarse a un tratado de autodefensa con los países miembros y con los otros países nórdicos como Noruega, Dinamarca y Finlandia para fortalecer la política de seguridad de estos países.


En un 99,9 % identificamos al género masculino como los promotores o responsables de las guerras,  conquistar nuevos territorios o recuperarlos,  y de las alianzas militares entre países. En Suecia no obstante han sido políticos como Olof Palme, Tage Erlander y otros los que defendieron la No Alineación y rechazaron sumarse a la OTAN, por ejemplo, aún sabiendo que la ”neutralidad” sueca siempre despertó dudas y certezas a medida que pasó el tiempo, porque su identificación política ha estado siempre con las democracias occidentales después de la 2GM,  y colaboró con EEUU en tareas de espionaje contra la URSS durante y después de la Guerra Fría.


Paradójicamente ahora son dos mujeres las que lideran las discusiones sobre si es conveniente la pertenencia a la OTAN: las socialdemócratas Magdalena Andersson, primera ministra sueca y Sanna Marin, primera ministra finlandesa. Y digo paradójicamente porque no eran hasta hace poco tiempo impulsoras de alianzas militares ni belicistas, sino lo contrario como la mayoría en sus partidos. Algo que en Suecia había sido confirmado en el último Congreso de la socialdemocracia en noviembre pasado. Pero la invasión a Ucrania provocó un giro de 180 grados en las direcciones de ambos partidos y en muchos de sus votantes. Tanto Andersson como Marin participan ahora en reuniones junto a comisiones de expertos y políticos de todos los partidos los cuales discuten los pro y los contras de sumarse a la Alianza del Atlántico Norte, algo que podría ocurrir en este mes de mayo si esas discusiones arriban a buen puerto para los que defienden que esta es la oportunidad de sumarse definitivamente a la alianza. Y ambas primeras ministras han demostrado ahora una decidida convicción de que es necesario y este es el momento, aunque por respeto al proceso de debate y a las formas en que se han establecido para la decisión final no den una opinión definitiva a favor de la integración. Sin embargo dejan en claro que Rusia no ha dejado alternativa al poner en peligro toda la política de seguridad de Europa con su guerra en Ucrania a la que por razones de política interior no llama guerra a pesar de los miles de muertos, millones de refugiados y desplazados y la destrucción de ciudades y pueblos en el Donbás. 


En ambos países son los Parlamentos los que tienen la decisión final si se acuerda realizar un plebiscito. Hasta ahora solo el Partido de Izquierdas sueco ha exigido que se realice esta consulta al pueblo para dirimir la cuestión, y sigue apoyando la línea de una política libre de alianzas y de No integración a la OTAN, la que según su dirección preservaría mejor la seguridad de Suecia. Formalmente la realización de un plebiscito lo tiene que decidir el parlamento con los dos tercios de los votos a favor. No existe la alternativa de reunir una cierta cantidad de firmas entre los ciudadanos para realizarlo como por ejemplo en Uruguay. 

En definitiva la consulta a los ciudadanos no parece tener futuro ya que la mayoría de los partidos (seis de ocho) se han alineado a favor de integrar la OTAN sin convocar a aquella instancia de consulta a los ciudadanos, aunque dentro de cada partido haya voces en pro y contra de sumarse a la Alianza. 


Tal es el caso de la Socialdemocracia sueca donde la opinión mayoritaria de sus miembros antes de que Rusia invadiera Ucrania era contraria a la OTAN. Incluso el Congreso socialdemócrata de noviembre pasado lo había confirmado con una mayoría aplastante. Pero las actuales circunstancias después del 24 de febrero y la cobertura que los medios de prensa y las redes con un sesgo muy antiruso, muestran con la catástrofe provocada por la guerra, que era inevitable el golpe negativo a la No Alineación. Aún quedan por supuesto opiniones disidentes ante el apuro de sumarse a la OTAN. Entre ellas está por ejemplo la de Pierre Schori, antiguo y prestigioso parlamentario y ministro en los gobiernos de Olof Palme e Ingvar Carlsson, que piden plazos más largos para discutir esta decisión, incluso aplazarla hasta después de las próximas elecciones nacionales del 11 de septiembre próximo, para debatir con todos los argumentos posibles los pro y los contra de lo que significa ser miembro de la OTAN, algo que terminaría de un plumazo como ya lo dijimos con la política de No Alineación que ha sido vigente por más de 200 años en Suecia y que la mantuvieron fuera de los principales conflictos bélicos del continente europeo. 


La campaña de la OTAN para sumar a los dos países escandinavos ha sido intensa aunque no se ha reflejado tan explícitamente en los medios ya que se interpretaría como una abierta manipulación. Han sido más bien los gobiernos de los principales países que sostienen a la OTAN los que abiertamente manifiestan su apoyo, como es el caso de la reciente visita del primer ministro británico Boris Johnson a Suecia.


Según la última encuesta de opinión, un 51% de la población respaldaría la decisión de integración a la OTAN, algo que los políticos a favor de la Alianza destacan con entusiasmo dando un mensaje de que la cuestión parece estar dirimida y que en el último debate ante las cámaras de la TV de todos los líderes de los partidos políticos se confirmó, salvo con la excepción de dos partidos, el de Izquierdas y los Verdes. ¿Pero se puede confiar en las encuestas de opinión? ¿Son esas encuestas un reflejo de un temor infundado por una amenaza que no tiene más asidero que en la retórica de los que están a favor de la Alianza y quieren refugiarse bajo su ”paraguas nuclear”? ¿Quién puede asegurar de que no hay manipulación o las preguntas están dirigidas para obtener respuestas favorables a la integración? La política de "meter miedo" es una de las principales estrategias para conseguir resultados.


El conocimiento de la gente en general sobre los temas internacionales no parece ser muy profundo entre los suecos y de lo que implica sumarse a la OTAN. Se machaca la importancia del artículo 5 del tratado con el principio de los Tres Mosqueteros: Todos para uno y uno para todos en caso de que un país miembro de la OTAN sea atacado por una fuerza extranjera. Pero se ignora (o se asume conscientemente) de que la OTAN no es una democracia, de que EEUU es la voz cantante por ser el país que mayores recursos aporta, que los miembros de la OTAN forman parte del denominado  ”paraguas nuclear” y del que Suecia no será una excepción, aunque hoy su gobierno afirme que no permitirá armas nucleares ni tropas extranjeras en su territorio. Casualmente en estos días cuatro buques de guerra de la OTAN estuvieron atracados en el puerto de Estocolmo. ¿Qué mensaje querían entregar y para quién? 

La presión de EEUU y de otros países podría ser decisiva para cambiar esta prohibición en caso de que lo consideren necesario, advierten los que argumentan en contra de la adhesión. Este tema es controversial ya que la estrategia y su implementación in situ la decide el Consejo del Atlántico Norte (North Atlantic Council, NAC), que se reúne al menos una vez por semana en Bruselas y tiene la autoridad de gobierno efectivo y el poder de decisión en la OTAN. A su vez es asesorado por el Comité militar en los temas y decisiones puramente militares, el que está compuesto por los jefes del Estado Mayor de las FFAA de los países miembros. Sus reuniones son más comunes que la del Consejo, probablemente permanentes según las circunstancias.


Por último, si Finlandia y Suecia se integran a la OTAN Rusia les advirtió que su política de emplazamiento de armas nucleares será modificada e instalará misiles con capacidad de transportar ojivas nucleares en las regiones vecinas a los países escandinavos que hasta ahora era considerada como una zona libre de las mismas. ¿Retórica vacía o decisiones con contenido? 

Nada bueno auguran los tiempos presentes ni venideros. ¿Quién puede garantizar de que mañana un presidente de EEUU, igual de agresivo que Putin o cualquier otro no se le ocurra llevar a la OTAN a una guerra en Asía Central u otra región del mundo? ¿O que si  China decide invadir militarmente Taiwán se determine intervenir militarmente para frenar ese reclamo de que la isla le pertenece? ¿Podrá Suecia evitar intervenir a pesar de las promesas de no hacerlo en regiones tan apartadas como Asia si la OTAN lo dispone? Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN afirma que cada país tiene el derecho a decidir si interviene o no. ¿Pero es realmente así en caso de un conflicto global? 


Con el quiebre cada vez más acelerado de las relaciones comerciales y los obstáculos que impone Occidente con las sanciones a Rusia y a otras naciones que desea presionar,  las economías de los países se contraen y los procesos de deterioro a todos los niveles comienzan a dejar profundas huellas de miseria y desesperación en millones de personas en todo el mundo.


 Pienso en mis hijos y nietos que conocerán un mundo mucho más inseguro y amenazante. Lejos quedan los tiempos donde las llamadas grandes potencias podían entenderse e incluso favorecer el desarme. Lejos están las políticas suecas de reducción de sus FFAA para dirigir esos recursos a otros sectores de la sociedad como por ej. la educación y la salud públicas. De un 1,3% del PIB en décadas pasadas se habla de asignar ahora más de un 2% del PIB al presupuesto militar. Pasar de un mundo unipolar que no era justo a otro multipolar rompió de todas formas equilibrios y cierto status quo    --y el caos vuelve a presentarse priorizando el armamentismo y sumando más miedo e inseguridad en los pueblos. 


 Los humanos somos genios para crear las condiciones que no favorecen la futura existencia de la especia humana y de las demás cuando debería ocurrir lo contrario con los avances de la ciencia y el conocimiento en general. Con tantos desafíos como el cambio climático y el medio ambiente que son otras de las realidades inapelables a enfrentar. Sin embargo no parece ser un meteorito como en tiempos de los dinosaurios lo que destruirá nuestra presente civilización. Parece que seremos nosotros mismos los encargados de hacerlo si se cumple el peor escenario que nos podamos imaginar: el de una guerra nuclear.

 

Qué pena, es tan hermosa la vida a pesar de tantas dificultades, dramas y tragedias. Pero los que detentan el poder muchas veces eligen tenerlo todo a cualquier precio sacrificando todo y a todos. Y solo puede terminar en una catástrofe que pagan los más vulnerables. Basta con ver las víctimas del Holocausto, del Gulag, de las guerras de Irak, Siria y Libia, del colonialismo, y una larguísima lista de destrucción bélica a través de la historia comandada por cerebros enfermos de ambición, fanatismo nacionalista y/o religioso, con o sin uniforme.

3 comentarios:

  1. Está muy bueno.Desconocía las andanzas de Suecia en lugares remotos. Cuando recién comenzó esto puse en un twit " comenzó el armagedón" y me ningunearon. Hoy, quisiera recontraaberme equivocado

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  2. Hola, un análisis interesante. Gracias

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