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lunes, 12 de diciembre de 2022

La escuela, el jardín de los senderos que se bifurcan


El debate sobre la escuela y la educación es un tema candente en todos los países donde  la deserción escolar, la calidad de la enseñanza y el recorte al presupuesto asignado son pilares fundamentales para que se extienda el fracaso en los resultados del alumnado, se intensifique la criminalidad entre los jóvenes y es el impedimento para que puedan desarrollar sus talentos y cualidades. 

Una escuela mejor preparada, organizada y con recursos disminuye la posibilidad de que los alumnos inicien una carrera delictiva. Estas son algunas de las conclusiones de un nuevo informe de la profesora sueca de Economía de la Universidad de Gotemburgo, Randi Hjalmarsson, publicado por la Asociación de Estudios de Empresa y Sociedad (SNS). Conclusiones que las derechas de todo pelo buscan obviar porque su objetivo es crear una escuela para el enjambre y no para colectivos abiertos, críticos y creativos.

La profesora Hjalmarsson en su investigación constata que una buena escolarización tiende a reducir la oportunidad de delinquir durante la edad de la adolescencia y juventud, y también reduce el potencial crimen futuro en los adultos, según ese estudio.

Hjalmarsson constata que hay un vínculo directo además entre la calidad de la educación escolar dirigida a los grupos sociales más vulnerables donde el porcentaje de alumnos que caen en el delito es más alto que en los grupos sociales de medio y altos ingresos. La educación de calidad es una de las áreas de la política social donde, según el informe, los investigadores están más seguros de que habrá un efecto de reducción de la criminalidad el cual debe complementarse con otras medidas tendientes a la reducción del consumo de alcohol, drogas, la atención a la salud, el empleo y el entorno a la primera infancia. Conclusiones compartidas por anteriores estudios de los efectos que tiene una educación con recursos a todos los niveles.

Sin dudas que estas premisas nos ubican en el debate sobre la reforma educativa en países como Uruguay, por ejemplo, donde el gobierno ha emprendido una campaña para implementar una reforma educativa autoritaria, con cambios cuestionados mayoritariamente por los maestros y profesores de primaria, secundaria y la academia, ya que la misma se ha estado implementando a espaldas de los profesionales de la enseñanza,  ignorando sus aportes que les otorgan años de experiencia y prácticas pedagógicas, quienes estiman de antemano hacia dónde conduce la reforma, es decir qué clase de ciudadanos y ciudadanas pretende formar. No obstante las falencias que se señalan en el proyecto, los organismos que el nuevo gobierno de derechas estableció con su personal de confianza, han improvisando y copiado modelos de otros países sin evaluación alguna, imponiendo además una reducción del presupuesto en miles de millones de pesos, eliminando materias o reagrupándolas, eliminando horas y puestos de trabajo, con la intención de obtener al final del proceso lo que muchos predicen: alumnos con anteojeras para que no miren a los costados, es decir limitados en conocimientos y posibilidades, sensibilidad y empatía.

Es aquí donde se vuelve actual lo que el filósofo italiano Franco Berardi define como el "efecto enjambre",  es en este contexto que se inicia en la misma escuela para muchos analistas (aún sin llamarlo por aquél nombre), un proceso que busca imponerse por los gobiernos de la derecha autoritaria e ideológicamente alineada, que busca acotar a la educación a lo más esencial en la formación de los alumnos,  en un desarrollo que desemboca en una deshumanización y cambio de comportamiento en las personas. El entorno social y económico donde esta escuela se implanta es definido por Franco Berardi como el "absolutismo capitalista" (es decir sin limitación en su expansión en el universo financiero postindustrial sin fronteras),  que afecta subrepticiamente la percepción que tenemos sobre nosotros mismos y de los demás. Busca borrar solidaridad y empatía.

Esto implica una pluralidad de individuos que siguen reglas que ya han sido integradas en sus conciencias y hasta en sus sistemas nerviosos, con reacciones automáticas, las que están blindadas ante posibles disidencias, críticas o iniciativas de individuos o grupos que cuestionen al poder político, o al poder real detrás de este, según Berardi. O sea, la sociedad humana se convierte en una colmena donde los individuos están cada vez más condicionados por las pautas que desde el poder real se han establecido como las normas y conductas a seguir sin chistar. Paralelamente un sistema punitivo con cárceles superpobladas es el destino que les espera a los que son expulsados del sistema por disidentes o criminales, algo que pierde el matiz para el poder. No hay alternativas en esas sociedades. Obediencia o castigo. 

Sin embargo en una sociedad dinámica donde los ciudadanos interactúan a través de redes, organizaciones sociales, sindicales y políticas, la lucha por una educación y escuela democrática se hace necesaria para obtener de los gobiernos, también ellos con aspiración democrática, y las correspondientes autoridades, los recursos para combatir el ausentismo escolar, invertir en un personal más competente, reducir el tamaño de las clases, invertir en la calidad de las escuelas en áreas vulnerables, en sus locales y estimular al personal con mejores salarios y capacitación, entre otras medidas, para que una mayor cantidad de alumnos y alumnas pueden elegir su camino libremente, concluye la profesora Randi Hjalmarsson. 

El gran desafío de las sociedades es qué visión ideológica finalmente se impondrá y establecerá las reglas para crear escuelas y sistemas de educación que busquen establecer una sociedad donde los ciudadanos interactúen libremente pero cooperando, es decir decidiendo  colectivamente las pautas y metas fijadas, desarrollando lo mejor de sus potenciales en esa interacción. O por el contrario se establezca una colmena de seres obedientes y sumisos como en un Mundo Feliz de Aldous Huxley, o en la memorable película Metrópolis de Fritz Lang, obras que a pesar de haber sido creadas en la primera mitad del siglo XX, dominado por el mundo industrial, ya predecían hacia donde podían desembocar las tendencias del desarrollo de sociedades totalitarias y distópicas. 

La escuela es el primer escalón en esa lucha donde se juega el futuro de los ciudadanos, es aquí donde pueden los senderos bifurcarse, y es admirable la resistencia que oponen los colectivos de maestros y profesores, la academia, las organizaciones sociales y políticas por evitar que el absolutismo capitalista en este caso, imponga su modelo, es decir un enjambre bien amaestrado.

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