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miércoles, 31 de enero de 2024

Un cementerio gigante a orillas del mar Mediterráneo

 

Duele escribir sobre estos temas cuando la dimensión de una tragedia crece por cada día que pasa. La franja de Gaza se ha convertido en una gigantesco cementerio donde los cadávares son sepultados en jardines, patios traseros y cualquier otro terreno libre que pueda excavarse en medio de la destrucción masiva de los edificios y hospitales. Ya se han sepultado a más de 26 500 personas, el 70% mujeres y niños, mientras que los combatientes de Hamas, se cuentan hasta ahora en unos 9 000, según fuentes israelíes.  Es decir, una tercera parte de las víctimas son combatientes, el resto bajas colaterales, como les llaman los señores de la guerra. 

A pesar de haber transcurrido más de dos meses de la invasión a Gaza, no parece que Hamas haya sido derrotada militarmente, y hay serias dudas de que su final político esté cerca. Al contrario, nuevos frentes militares en Medio Oriente se abren, con ataques a militares de EEUU y a barcos mercantes desde Yemen, Irak, Jordania, Líbano, lo que exige represalias y así ¿hasta cuando?

En ese infierno de metralla y balas, la población civil testimonia, impotente, acorralada por fronteras inexpugnables, cómo los 365 kms2 del territorio de Gaza se convierten en ese campo de exterminio en nombre del derecho a defenderse de Israel por los 1200 muertos israelíes y los más de 200 rehenes que tomó Hamas aquel día de octubre. Pero detrás de la decisión de defenderse del terrorismo de Hamas, hay una intención colonialista que cada día queda más clara, la de convertir a los sobrevivientes de esta masacre, que muchos llaman genocidio, en una zona de zombies, viviendo entre los escombros por largo tiempo, sometidos y obedientes a las normas que imponga el gobierno de Israel. Esa es la intención, si lo logran sin causar una guerra aún más extendida en la región, algo que está por verse. El control que Netanyahu y sus aliados de extrema derecha y ortodoxos religiosos creen tener sobre los acontecimientos, se les puede escapar de las manos, y los daños directos e indirectos a la población de Israel, pueden ser aún mayores que la seguridad que creen les brinda esta guerra contra Hamas y los palestinos. El miedo a morir es el sentimiento dominante en ellos hoy, pero el odio de las nuevas generaciones hará aún más profundo en el futuro este conflicto con consecuencias imprevisibles.

 A esto podemos sumarle la hipocresía de algunos países occidentales, entre ellos Suecia, EEUU, Gran Bretaña, Alemania, etc. de suspender la ayuda humanitaria a UNWRA (Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente) ante una denuncia de Israel de que doce de sus funcionarios participaron en el ataque terrorista a Israel de Hamas el 7 de octubre pasado. UNWRA tiene en todo Medio Oriente unos 30 000 funcionarios (1200 en Gaza) que trabajan en varios sectores de la ayuda, educación escolar, salud, alimentación, alojamiento, etc. en los campamentos de refugiados palestinos. Que una buena parte de esa ayuda arriesgue ser paralizada por la acusación a esos doce funcionarios de haber participado del ataque, es pura demagogia y un oportuno golpe para acorralar aún más a los civiles palestinos, con la colaboración de las cacareadas democracias occidentales que, al mismo tiempo le exigen a Netanyahu y a su gobierno, que acepte la solución de los dos estados. Es cierto, no serían excluyentes, pero mientras que esta última es abstracta y sin resultados hasta ahora, la primera arriesga a ser una máquina excavadora más para agrandar ese gigantesco cementerio a orillas del Mediterráneo.

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1 comentario:


  1. La situation de Palestina ya lo hemos visto en otros exterminios con propósitos expansionistas y de acorralar a un pueblo. Las expectativas de una solución del alto del fuego es tan remota como la conquista del espacio. Los propósitos de una guerra es darle legitimidad a un exterminio de un pueblo. Así lo catalogaron los nazis en su conferencia de Wannsee en el
    año 1942.
    Jamás podremos acallar nuestra crítica ante tal masacre.
    Denunciamos y condenamos la ira de Rusia ante Ucrania. Y cuando condenamos a la masacre de Israel al pueblo palestino, nos tachan de antisemitas o que apoyamos al terrorismo. Cuando el verdadero terror está en las intenciones de Israel.

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