En la localidad de Risso, departamento de Soriano, el todavía presidente Luis Lacalle fue a inaugurar una policlínica y aprovechó cámaras y micrófonos que, por supuesto, lo acompañaron sumisamente en su tarea de seguir dándole bombo. Allí se extendió sobre las virtudes de un presidente, todavía en funciones, sobre la necesidad de unir el “ verbo con la acción”. Un tópico que repitió frecuentemente en un tono casi bíblico. En realidad, cuando ocurren sus intervenciones ya tan conocidas, se trata de pura verbo… rrea. En realidad, busca con mucho énfasis justificar porqué estos últimos meses tuvo que salir a cortar cintas en cada tramo carretero que se inauguró, en cada hospital o policlínica reformada o construida, CAIF, escuela o puente terminado.
Es Lacalle en campaña para 2029, aunque parezca increíble y muy lejano. Estadísticamente busca probablemente, registrar un récord de sus logros como presidente en la futura hipotética campaña. Por las obras inauguradas, por más banal que parezca e intrascendente ahora. Su marketing político es constante y busca dejar la impronta de un presidente presente en el territorio… que antes apenas pisaba para enterarse de rebote de las necesidades de los vecinos. Cuando tuvo oportunidad de entregar las llaves de una vivienda, o en un bizarro episodio simular que cambiaba una lámpara en la cocina de una casa recién inaugurada. Servicial, comunicativo, generoso, la entrega de las escasas viviendas terminadas durante su gestión fue seguida siempre por las cámaras y micrófonos de la prensa amiga, a pesar de un fracaso manifiesto, a pesar de las magníficas promesas de campaña. Fue una puesta más en escena. Ese fue uno de los motivos por los que perdió su Partido Nacional, su lista de la 404 dentro del partido que quedó en segundo lugar, y el conjunto de la coalición de partidos sumisos a su liderazgo en estas últimas elecciones.
El Ahora probablemente se sentará en el senado, si se decide a desplazar a la víctima elegida de una de las numerosas listas internas del PN, porque el nombre de Lacalle las lideraba oportunamente, a cada una de esas listas del partido. Así es la rutina entre los autodenominados nacionalistas, sino pregunten a Laura Raffo, dos veces defenestrada.
( Una noticia de última hora informó que Lacalle no accederá a ocupar ese escaño. Lo que no quiere decir que lo haga definitivamente)
Lacalle, a dos meses de despedirse de la silla presidencial, puso toda la carne en el asador para ayudar a su delfín Álvaro Delgado en la carrera presidencial, pero fracasó porque sus mentiras podrán arrancar aplausos entre los más cercanos, pero una gran mayoría sabe leer los labios más allá de sus palabras, y saben que es humo espeso lo que sale de su boca. Los datos son inobjetables, más pobreza infantil, más degradación del salario y jubilaciones para amplios sectores de la población, más corrupción y degradación de la política, recortes a la educación y salud pública, solo beneficios para sus amigotes y amigos de los amigos, todos “malla oro”, resplandeciendo en el horizonte del Nirvana de la Torre Ejecutiva. Allí donde inocentemente “pasaba a saludar”, o “ignorar” quién tramitaba pasaportes falsos y hacía negocios con los que llegaban a pedir favores. Así gobernó quien se arrogó el privilegio de subir o bajar el pulgar, como los césares de Roma, a cada oportunidad que se presentaba, como la entrega del puerto de Montevideo a la empresa belga Katoen Natie, o el proyecto Neptuno de Arazatí, solo para nombrar dos de las proezas de este presidente que será recordado por haber liderado uno de los gobiernos más opacos y verticales de la historia del país.
No sabemos por supuesto qué pasará en 2029, pero que una persona que consiguió atornillarse a un escaño en el parlamento en el año 2000, gracias a su madre Julia Pou, que renunció al cargo de diputada, pues ella era la titular de ese escaño, para dejárselo a Luisito de 26 años, quien era ¡oh, casualidad! su suplente. Muchos se han olvidado de aquella amable y maternal sesión de responsabilidades políticas en favor de un hijo con gran talento y con el flamante título de doctor en abogacía. Un buen comienzo para lograr ir trepando y conformar un aura de ser el elegido con la ayuda del apellido Lacalle. Lo hicieron los Batlle, los Sanguinettis, y otros descendientes de políticos que heredan no solo el apellido familiar, sino también los privilegios que otorga crecer en los círculos de poder, como todavía lo hacen los descendientes de los reyes y nobles en las decadentes monarquías europeas. Por eso, Luis el Impoluto, se pasea por el país cortando cintas, sacándose selfies con los admiradores de sus hazañas que lo rodean, adorándolo y dispuestos, sin dudas, de intentar que regrese como candidato para 2029, más viejo y más sabio.
Como el Uruguay no hay.