Matar de hambre a los palestinos es más barato que matarlos con bombas y balas. El gasto militar le costó a Israel el 8,8% de su PBI en 2024, es decir 46.500 millones de dólares según el propio Ministerio de Finanzas del país. El más alto después de la Guerra de los Seis Días. Probablemente el hambre ahorra divisas, supongo que ese es el cálculo que ha hecho el gobierno de Netanyahu, cuando inició el bloqueo de alimentos a la franja de Gaza. Decenas y decenas de camiones con miles de toneladas de víveres de todo tipo, combustible, medicamentos, etc. han sido detenidos en la frontera de la franja. Psicológicamente es un golpe bajo, muy bajo, a la población civil que desea expulsar de allí. Limpieza étnica le llaman.
Un pequeño hilo de esas cargas le ha sido permitido pasar para dar la imagen de que el gobierno israelí no es tan cruel ni tan vengativo contra la población que es cómplice indirectamente de que el resto de los rehenes siga en poder de Hamas. Porque en Gaza, según la definición del supremo gobierno de Netanyahu, todos son culpables, por eso deben ser castigados con bombas misiles y la hambruna. Mientras tanto, vemos como la hinchada pro israelí mira para otro lado o se atreven a anunciar por titulares de la prensa, que por favor se permita la entrada de esos alimentos y demás. Se rasgan las vestiduras por los palestinos, Compasión, misericordia, claman las voces cristianas y de otros templos tan sensibles.
Al mismo tiempo se reanudó la famosa ofensiva militar por tierra obligando a desplazarse una vez más a decenas de miles de pobladores de la ciudad de Jan Junis al sur, para hacinarlos en donde quepan, ya sea a la intemperie en las calles, veredas, baldíos o bajo las ruinas de los edificios destruidos. Pero allí tampoco están a salvo. La idea es que si no es por hambre la gente sucumba por el terror, diez o cien veces más letal que el que dicen querer combatir. Esta es la verdadera tragedia del Siglo XXI. Una matanza que, salvo los más fanáticos defensores de Israel y una buena parte de sus habitantes, se niegan a llamar genocidio.
Hay tanta hipocresía de parte de los llamados países occidentales alrededor de los conflictos que hoy ocurren en el mundo, que mientras la EU se esfuerza por rearmarse para fortalecer su defensa contra Rusia y seguir por el camino de la guerra, en lugar de la diplomacia ( la Comisión Europea anunció el otro día una primera partida de 150 000 millones de euros para comprar armas) y de esta manera seguir las directivas de Donald Trump, quien exige ahora a los países del UE un gasto del 5% del PBI ( al principio era el 2%). Adivinen a quien le comprarán una buena parte de esas armas cuando llegue el momento. La guerra es el gran negocio, ocurra donde ocurra. Que los muertos se amontonen no hay que alarmarse, en el planeta somos más de 8200 millones, así que hay material de recambio, según los cálculos de los señores de la guerra.
Escribir sobre este tema duele, duele por la indiferencia ante tantas víctimas, no solo humanas, sino todo lo que sucumbe alrededor de las bombas y demás artefactos que explotan a su alrededor. Quienes son los que dirigen hoy el destino de la humanidad? Psicópatas? Esquizofrénicos? Bipolares?… Nunca lo sabremos, pero sí sabemos que este camino nos lleva cada vez más cerca de un final inevitable e inapelable. Y no habrá eternautas que nos salven.
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Lo peor de esta tragedia es el silencio cómplice de la humanidad. Somos rehenes de un pedazo de la historia la cual los judíos como cristianos, homosexuales, gitanos, asiáticos, fueron masacrados, exterminados. Solamente los Intreses fueron los secuestradores de la tragedia nazi. Hoy día la historia solo habla de un genocidio perpetrado solo para el exterminio de los judíos.
ResponderEliminarAclaro que esto no tiene ningún propósito antisemita o profanar la libertad de religión.
Los otros grupos étnicos, religiosos masacrados no son contados con tanto fervor. Y eso hace que la historia se escribe por quienes la gritan más fuerte.
Hoy se da vuelta la tortilla y el genocidio es perpetrado con toda legitimidad del mundo cómplice por Israel. Sin más palabras. Gracias por permitir dar voz a nuestro lamento.