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sábado, 18 de diciembre de 2010

La culpa colectiva

Imagen del Corán/Wikipedia
Cuando ocurre un suceso trágico en la sociedad, protagonizado por un extranjero, no es extraño que la gente señale no sólo al individuo u organización responsable del mismo, sino al grupo étnico o religioso al que pertenece. Esto ha ocurrido con el fallido atentado ocurrido hace una semana atrás en Estocolmo, donde perdió la vida Taimor Abdulwahab, por ahora un solitario terrorista.
Este individuo  se habría radicalizado durante su estadía en Inglaterra, y entrenado en Jemen o en Irak según la policía sueca, para inmolarse en finalmente en Estocolmo. Perdió la vida en el intento, y sólo causó heridas leves a dos transeúntes y apenas unos insignificantes daños materiales.

Las consecuencias que tuvo el hecho sobre la colectividad musulmana en el país no se hicieron esperar, y a pesar que el gobierno llamó a la tranquilidad y a no sacar conclusiones equívocas sobre los responsables del fallido atentado, no faltaron quienes azuzaron la opinión pública haciendo responsables a toda la colectividad musulmana, como si el kamikaze islamita representara a los 400 000 musulmanes que hoy viven en el país. Incluso desde la televisión pública, un periodista le preguntó a un importante miembro de esa colectividad, si él tenía alguna responsabilidad por lo que había ocurrido.


La pregunta dirigida a esta persona estaba completamente fuera de lugar. Era como si alguien le hubiese preguntado al alcalde de la ciudad de Malmö, Ilmar Reepalu, si él tenía alguna responsabilidad por los atentados contra inmigrantes que un solitario criminal había realizado durante varios meses, con una víctima mortal y varios heridos como resultado, y que ahora ha sido puesto bajo prisión preventiva. Más lejos han llegado por supuesto algunos miembros de la derecha y los neonazis, que tuvieron la oportunidad de levantar el dedo y decir "Qué les habíamos advertido! Ahora vamos a pagar por la errónea política de inmigración del actual gobierno, y de los pasados!" .

Otro aspecto de este acoso a esa colectividad musulmana ocurrió el viernes en la principal mezquita del país, ubicada en pleno centro de Estocolmo. Allí concurrieron decenas de periodistas y fotógrafos para documentar cuál era el contenido de la oración que el imán iba a decir ante sus 2000 fieles que estaban allí presente. Y posteriormente las repetidas entrevistas buscando algún desliz en las expresiones de los que concurrieron a ese ritual religioso de los días viernes. Ni el imán en su oración, ni la gente que concurrió a la mezquita, justificaron el atentado, al contrario, hubo una clara condena del mismo.

El clima social sigue enrareciéndose en Suecia con este frustrado atentado, y los islamistas que lo reivindicaron le han hecho más daño a la colectividad que dicen representar en nombre de su dios, Alá, que a los "cruzados" e "infieles" que dicen combatir. Claro que en definitiva esa es la intención de todo grupo terrorista del signo que sea, crear una polarización y persecución de sus miembros, para que más gente se radicalice a su favor. Sin dudas con una finalidad política, pero con una fatua esperanza que sólo tiene su lógica en la visión e interpretación distorsionada de un mundo consagrado a un dios y a un sólo libro sagrado, como si la verdad absoluta estuviera sólo en esas páginas y en el pensamiento de un sólo hombre.

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