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domingo, 23 de enero de 2011

Viejas amistades

Vivimos una época donde comenzamos a recuperar viejas amistades a pesar de las distancias y años acumulados en nuestra contra.
 Internet y en especial Facebook, nos acercan de pronto a aquéllos vínculos que habíamos perdido. La diferencia es que el destino a veces nos hace coincidir en el espacio y en el tiempo cuando menos nos imaginamos.

Me ocurrió recientemente con Ana María, una antigua compañera de liceo y amiga de aquélla alucinante época a fines de los 60 y comienzos de los 70 en nuestra ciudad natal. La militancia política y el descubrir el mundo real, y no el que nos imaginábamos, nos quitaría la inocencia y la ingenuidad con que muchos de nosotros mirábamos al ser humano y su entorno social y político.

Por eso es emocionante contrastar esos destinos dispersos por el mundo, o arraigados todavía en la tierra natal, con aquéllas personalidades de antaño; cómo fueron construyendo, cada uno a su manera, ese espacio donde actuar, amar y luchar por las cosas que más deseamos. Y los primeros destellos los encontramos primero en ese mundo virtual de internet, como nuestro primer contacto con Ana María. Luego nos encontraríamos en Alicante, donde ella reside en forma permanente ( por ahora, subrayó) después de probar suerte en otros lugares de España.

Y no sin cierta nostalgia volvemos a los lugares comunes donde la vida nos sonreía o nos atropellaba, a recordar otras amistades y sus destinos, los hijos que llegaron al mundo y los nietos si los hay, y que comienzan a  llenarnos con nuevas alegrías y preocupaciones. Sin embargo no se ocultan tampoco las rocas que hemos tenido que empujar para abrirnos el camino que cada día tenemos que construir.

Sí, el mundo se comprime gracias a nuestras computadoras, y recuperamos viejos lazos o tejemos nuevas redes, pero generalmente tiene sabor a poco. Lo que verdaderamente sigue siendo sabroso es sentir la calidez del abrazo, una cena compartida, el chocar de las copas y compartir las ganas de seguir adelante con nuevos proyectos que se harán cenizas o saldrán adelante, pero siempre con una sonrisa abierta al mañana, sabiendo que en ese universo digital de 0:s y 1:s emergerán nuevas y viejas amistades, fugaces como meteoritos; o firmes como ese viejo roble que crece en la colina.

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