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miércoles, 27 de marzo de 2013

La escuela sueca cae peligrosamente en picada

Alumnas de una escuela de Estocolmo.
Hace unos años la escuela sueca estaba en la cima del reconocimiento mundial como una de las mejores del planeta. Hoy día la calificación de los alumnos. en por ejemplo capacidad de lectura y de matemáticas  se hunde más rápido que en cualquier otro país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OECD).
Estos cambios que sacuden la escuela primaria, secundaria y bachillerato de Suecia tiene origen en reformas que comenzaron a implementarse en la década del 90, cuando la escuela pasó de ser responsabilidad directa del estado a estar bajo la responsabilidad de las comunas se inició un proceso que lleva una década de deterioro, un "experimento con la infancia" como un investigador lo calificó. Así se determinó que las escuelas recibirían una suma de dinero por alumno que compensaría los gastos que las comunas afrontarían. Esta descentralización no contó con el apoyo del sindicato de profesores, pedagogos y políticos. Por el contrario, hubo manifestaciones que advertían sobre los riesgos de una política que le daba demasiadas posibilidades a los gobiernos comunales de usar esos recursos arbitrariamente si así lo querían.

Pero la cosa no terminaría aquí.  La misma sería seguida por una nueva ley que permitía a los emprendedores de distinta clase y capital fundar escuelas privadas beneficiándose al igual que las públicas de los fondos por alumno que les brinda el estado. Así fue como importantes consorcios internacionales vieron la oportunidad de invertir y ganar dinero en lo que hasta entonces había sido una actividad pública. Crear más competencia entre las distintas escuelas llevaría a la enseñanza a mejores niveles y resultados en cuanto a la educación de los alumnos. Así en comunas grandes y pequeñas arribaron los emprendedores locales e internacionales que ocuparon antiguos cuarteles o fábricas abandonadas, las refaccionaron y comenzaron a impartir clases de primaria, secundaria y bachillerato. Algunas pudieron afianzarse y nadie puede negar que algunas han tenido éxito en su misión. Otras han fracasado por una serie de carencias materiales y de personal . Todo esto ocurría en el momento en que la población en edad escolar crecía rápidamente en el país. Cuando en estos dos últimos años esa curva comenzó a descender la corriente de nuevos alumnos fue bajando dramáticamente y el negocio amenazó a convertirse en una dudosa inversión, para pasar a ser una mala inversión en muchas comunas del país este año. Así dentro del sector privado comenzaron a cerrar decenas de escuelas de todos los niveles, algunas se declararon en quiebra, otras fueron cerradas por la Inspección General de Escuelas por insuficiencias pedagógicas, organizativas y de personal competente y otras anuncian que cierran las puertas a partir del próximo semestre. La escuela de bachillerato John Bauer es uno de los mejores ejemplos, en siete comunas cierran sus locales dejando sin empleo a unos 100 profesores y a  unos 1000 alumnos sin clases.

La escuela sueca se convirtió en una institución donde cualquiera que deseara podía iniciar un proyecto, y si le iba mal dar quiebra y dejar en la calle a profesores y alumnos sin ninguna clase de responsabilidad. También hubo escandalosas ventas de locales escolares y material pedagógico, muebles y otros recursos a precios ridículos que levantaron polvareda en los medios, pero pronto fueron olvidados. Ese modelo ultraliberal al que le predecían un funesto futuro cuando se dieran las condiciones se está cumpliendo . Hoy son miles de alumnos que se ven obligados a buscar nuevos centros de enseñanza al estar las comunas obligadas por la ley a reubicarlos inmediatamente. Y también hay cientos de profesores que se ven ante la incertidumbre si podrán conseguir o no trabajo.  Las últimas investigaciones demuestran además que las diferencias entre las distintas escuelas crecen dramáticamente al mismo paso que la segregación social por factores económicos y étnicos. Las clases medias y altas huyen de las escuelas donde los alumnos de distinto origen étnico comienzan a estudiar en ellas. Qué consecuencias tendrá esta segregación ya es tema para los expertos e investigadores. Su conclusión: elitismo, escaso o ningún sentimiento democrático y en el peor de los casos una abierta xenofobia y desprecio por los sectores más desvalidos de la sociedad. O sea, atrasar el reloj de la historia.

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