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Foto: IMR. |
Medio Oriente y Africa se desangran en conflictos religiosos, políticos y étnicos que alejan cada vez más a esos países de una posibilidad de desarrollar sociedades más democráticas, es decir no solamente en su estructura y forma como las que conocemos en occidente, sino una democracia participativa en lo local y en las gestiones económicas. Pero una sombra más oscurece el panorama de este desarrollo, y es el espionaje masivo por medio de la NSA a sus aliados y enemigos de todo pelo. La Seguridad Nacional ha hecho trizas las bases de convicencia entre los ciudadanos. Aunque no lo creamos las posibilidades de manipularnos por estos medios son mucho más poderosas que hace unas décadas. Salvo que volvamos al lápiz y la goma de borrar seremos siempre objetivo aunque no existan razones para ello.
Adonde nos lleva este proceso de conflictos, espionaje masivo y desconfianza? Los líderes del mundo democrático, y de EEUU en particular, se han metido en un pantano donde cobra vigencia lo que dijo un político francés: "la Casa Blanca solo tiene vasallos y objetivos a eliminar". En vez de más democracia, se refuerzan regímenes autoritarios de todo signo, y los teocráticos como nueva modalidad ganan terreno en los países donde las condiciones de vida de la grandes mayorías es de miseria e ignoracia, aislamiento y opresión.
No olvidemos que también el poder sobre la economía es poder sobre la política y los políticos, que en muchos países ricos mueve los hilos de cómo y cuando se deciden los temas desde los salones más sofisticados de las empresas multinacionales, y van estrechando el sendero por donde el resto de la gente camina. No estamos en guerra, pero la guerra por el consumo también deja sus muertos y heridos que no vemos con tanta claridad. Allí vamos en masa, Ikea, Carrefour, Hipermecados de toda clase y categoría, nos esperan con una sonrisa en los labios y una hamburguesa o albóndiga en la mano, y nos empujan a olvidarnos de nosotros mismos y de los demás. Un tsunami de democracia de muchos colores no vendría mal al planeta, pero la maldición de Lampedusa, entre otras, no augura buenos tiempos para eso. Al contrario, el tsunami es de otra categoría para verguenza de los indiferentes y de los que detentan el poder.