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martes, 26 de agosto de 2014

El año de las luces

Se acercan las elecciones en Uruguay. Según las encuestas sólo dos fuerzas políticas se disputarían la presidencia, el Frente Amplio que lidera en las encuestas y el Partido Nacional que lo secunda. Esas encuestas muestran que la ventaja del FA sobre el PN (41% contra el 31%) viene reduciéndose aunque no necesariamente cambiaría cuál es el partido que ganará en la primera vuelta, y seguramente en la segunda si hay ballotage, es decir Tabaré Vázquez (FA). Pero lo particular de esta campaña electoral de 2014 es la llegada de un candidato que desde el comienzo de las elecciones partidarias no parecía tener chance de quedar como único candidato del PN, el diputado  Luis Lacalle Pou. Una de las cualidades de este presidenciable y en la cual su equipo de asesores viene insistiendo, es la juventud (40 años) del candidato, incluso con demostraciones de fuerza física, la famosa "bandera" frente al candidato rival Tabaré Vázquez que ya tiene 74 años.

Mas allá de las particularidades de cada candidato, el uno con una larga experiencia política y expresidente de la república, el otro con el cargo de diputado sin ninguna responsabilidad relevante y sin experiencia,  salvo la del parlamento donde se ha hecho frecuentemente la "rabona", es decir sólo concurrió a 28 citaciones de las 66 que recibió, cifras que hablan mucho de la energía de este joven diputado, hijo además del desprestigiado ex-presidente que también se llama Luis Alberto Lacalle (1990-1995), alias el Cuqui, conocido por su gobierno neoliberal, donde los casos de corrupción fueron el pan de cada día junto a la impunidad que gozaron la mayoría de los miembros de su administración, fuera de las políticas represivas contra las protestas de los trabajadores, el vaciamiento de los bancos Comercial y Pan de Azúcar, entre otras muchas más fechorías.

Ahora su hijo es el abanderado de las mismas políticas neoliberales endulzadas con promesas que son las que caracterizan a esta ideología, rebaja de los impuestos, privatización de empresas públicas, transparencia, lucha contra la inseguridad, etc. Una frase sintomática de uno de sus asesores es por ejemplo la siguiente: "bajar el costo del Estado beneficiará a empresarios y trabajadores". Su padre en un desliz lo llamó "aplicar la motosierra" en la campaña electoral de las pasadas elecciones. Y quien se traga de que habrá dos beneficiados cuando sabemos que los patrones son los que financian su campaña?   Otra perla de la colección es la declaración de otro de sus colaboradores que aseguró que se eliminaría el derecho a la jornada de 8 horas para los trabajadores rurales. Lo cómico es que salen corriendo a desmentir cuando ven que los titulares se ponen al rojo vivo. La pregunta que surge es porqué un candidato como Lacalle Pou tiene un apoyo como el que hasta ahora muestran las encuestas. Quiénes desean una política como esa después de una experiencia de gobierno del Frente Amplio con reformas que han posibilitado el crecimiento del salario real, las jubilaciones, el renacimiento de las empresas públicas con nuevas inversiones y nuevas tecnologías al servicio de los consumidores, política de vivienda para los sectores más desposeídos, constante crecimiento del PBI, multiplicación de la inversión productiva en el campo y la industria, y mucho mucho más. También han ocurrido fallos en estos diez años, pero Uruguay muestra el menor índice de pobreza y de corrupción en América Latina. Lo cual no es moco de pavo para los que desean invertir en un país que promete seguridad jurídica.

Entonces, porqué a bajado la intención de voto entre los ciudadanos si las encuestas reflejan el verdadero sentir de los ciudadanos? La respuesta debe estar en los sectores de la clase media que subieron su status y quieren más a partir de las promesas del PN. Es conocido el fenómeno de que cuanto mayor bienestar y consumo, mayor es el individualismo, y se repudia las políticas que alientan una redistribución de la riqueza que se produce en la sociedad. Los mismos que se beneficiaron con las políticas del FA hoy miran ilusionados hacia Luis Alberto Lacalle Pou, que en base a difusas promesas y reformas crea la ilusión de que la sociedad que pinta ante los ojos de los crédulos será dulce como la miel. Sin embargo todo indica que la popularidad de Luisito ya tocó techo, y probablemente deberá prepararse para otros cuatro años más en la oposición, y ojalá que como senador o diputado cumpla con las citaciones a las asambleas, por lo menos para demostrar que se toma en serio la política y se merece el sueldo que recibe, y no continuar siendo un oportunista como ha sido hasta ahora.


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