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viernes, 15 de mayo de 2015

La ciudad y los perros

La fiebre del can-can no es la del baile que divirtió a los parisinos en épocas pasadas. Ahora se trata de la fiebre del perro, esos pobres canes que con cara triste pasean con su amo por las calles de los centros urbanos con aspecto de condenados. En Alicante como en tantos otros sitios los canes tienen una presencia bien destacada en las veredas alicantinas. Personas mayores, adultos y jóvenes y también niños salen por las mañanas y las tardes a pasear al perro (y a veces dos y tres) y en una alta proporción de los casos, se trata de  perritos de laboratorio, unas frágiles "ratitas" seguidas por unos tipos enormes. Vaya contraste, un gigante paseando un perro pigmeo.

Con el calor y los largos períodos de sequía el olor a orín por las calles se hace insoportable cuando uno sale a pasear para disfrutar de un atardecer y una caída de sol por plazas y parques. Pero los peores amos son los que no recogen los excrementos de sus amadas mascotas. No, estos personajes que en algún momento quisieron tener una compañía juguetona en la soledad del hogar para que les haga compañía o entretener a sus pequeñines,  dejan en las veredas estos recuerdos que hay que ir esquivando como los esquiadores de slalom, y que más de un desprevenido pisa si no está atento a lo que le aguarda en las aceras. Aquí hay que mirar al suelo y no al cielo cuando se camina, evocando la anécdota de Thales de Mileto que cayó en un pozo por mirar a las estrellas. En este caso perruno es más bochornoso ya que es la suela del zapato la que recoge el regalo y lo distribuye por el suelo aumentando el daño ambiental.

Sé amable lector, que este tema puede ser antipático, pero no se trata sólo de un problema estético. Los excrementos caninos pueden ser una verdadera fuente de enfermedades (1) que tarde o temprano podrían afectar a grandes y chicos y a otros animales. Algo que la gente se lo viene tomando con verdadera indiferencia por ignorancia o por inescrupulosos. Los parásitos son una latente amenaza que pueden traer serias consecuencias. Las autoridades deberían establecer normas muy duras para los que simulan olvidarse de recoger las heces de sus amadas mascotas. Por ejemplo multas bien dolorosas para el bolsillo del que infringe las normas y que les duela como una brasa en el bolsillo a los transgresores. Y lo que es peor, los amos de perros que por razones económicas o porque ya no pueden cuidarlos los abandonan, convirtiéndoles en perros callejeros que al final son atrapados por la perrera. Y alojados luego en esos campos de concentración caninos esperan la muerte, hacinados allí para luego ser sacrificados. Una verdadera vida y muerte de perro que no se merece el mejor amigo del hombre.

(1) Mejor respuesta:  Sobre todo parásitos: (Toxocaras, Ancylostoma, Trichuris, etc) capaces de infestar personas. Los huevos microscópicos de dichos parásitos introducidos en nuestro organismo, pueden desarrollarse y producir la misma sintomatología intestinal (diarreas, constipación, obstrucciones, etc) y sistémica (anemias) que cualquier otro parásito con especificidad humana (toenias, ascaris, etc). Pueden inclusive abandonar el intestino e invadir otros órganos (hígado, pulmón, etc), generando así formas clínicas más graves conocidas como síndromes de larva migrans.

Los excrementos de perro son también un reservorio de otro parásito unicelular microscópico llamado giardia dudodenalis, un frecuente agente productor de diarreas en niños y adultos, como de ciertas bacterias enteropatógenas llamadas salmonellas.





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