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lunes, 26 de septiembre de 2016

La otra Stalingrado

Es un hecho histórico que la llamada batalla de Stalingrado entre el ejército nazi y las tropas soviéticas fue un punto de inflexión en la 2a Guerra Mundial, donde el país atacado, la Unión Soviética y sus tropas, causaron una masiva derrota a las de Hitler. Las pérdidas en vidas humanas se calcula fueron de dos millones de personas, entre civiles y soldados. Hoy observamos, salvando las considerables distancias entre la dimensión de la tragedia de Stalingrad y la de Aleppo en Siria, que está sufriendo las consecuencias de una guerra donde la dimensión del nivel de destrucción se acerca cada vez más a la reducción total  a escombros como lo fue Stalingrado. Y en medio de ellos una población civil que ya hace meses viene soportando los continuos bombardeos  de los  aviones rusos y la artillería siria. Paradójicamente ahora es Rusia la que lleva adelante la ofensiva para desplazar a los grupos de combate del Daesh (Estado Islámico) apoyando a las tropas de Assad.

 También los norteamericanos y países europeos como Francia e Inglaterra colaboran con la alfombra de explosivos tendida a los largo del territorio sirio y sus ciudades donde se ha hecho fuerte el grupo islamista, por lo que la destrucción de este país, que ha sido históricamente un escenario de guerras y conflictos desde la antigüedad por su situación estratégica en Asia Menor, se viene realizando sistemáticamente.
La parte este de la ciudad de Aleppo está todavía en manos del Daesh y junto a ellos una población civil de unos 250 00 habitantes que han sobrevivido hasta ahora milagrosamente, pero ya no hay nada ni nadie que los salve del exterminio si los "aliados", entre ellos mismos, y luego con el Daesh, no  se ponen de acuerdo sobre un plan de evacuación masiva de las familias que han quedado encerradas bajo el cepo islamista. La destrucción de la planta purificadora de agua en días pasados deja a la ciudad sin agua potable, y tampoco nada de la otra, porque Aleppo está rodeada por el desierto.

Que los hombres del Daesh hayan elegido morir a causa de los combates no es de extrañar, al fin y al cabo les espera el paraíso según su credo, así que inmolarse con un cinturón de explosivos, por una explosión de granada o una bala de fusil, es una bendición caída del cielo donde se espera vayan a parar después de la inmolación. Todo este desastre es el resultado por la puja entre las grandes potencias por hacerse del control de estos países pertenecientes a una cultura política donde el estado y sus gobiernos fuertemente nacionalistas, no han aceptado el empuje de la globalización, por lo menos sin su participación y bajo las reglas por ellos mismo creadas. Irak y Libia son dos ejemplos que demuestran hasta donde están dispuestos a llegar USA y sus aliados con tal de hacerse del control de esos territorios . Rusia, viejo aliado de Siria, no quiere perder pie en la región y también está dispuesta ha convertir en polvo a Aleppo y defender a Assad en el poder. Francia, con intereses económicos desde la época colonial tampoco quiere quedarse fuera del reparto. Así ha funcionado la historia de la humanidad desde que la escritura permitió dejar testimonio escrito sobre la ambición de poder de los imperios, político y económico, en su lucha con otros rivales por los territorios ricos en bienes naturales, situación geográfica y sus recursos humanos. No sé si Aleppo será un punto de inflexión como lo fue Stalingrad, per que es una tragedia humana más entre tantas otras, en medio de acusaciones y contraacusaciones de los que predican la paz de los labios para afuera.

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