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jueves, 21 de febrero de 2019

A sangre fría (II)

                                                                                      Era grafitero y lo mataron a sangre fría de un balazo frente a su tag.
Felipe Cabral tenía 29años y vivía en parte dedicado a la actividad de pintar en los muros que firmaba con su seudónimo PLEF, y también como músico rapero. Los que se dedican al grafitti lo  consideran como arte callejero libre y sin restricciones. Lo que que Felipe Cabral estaba haciendo en esa vivienda aparentemente abandonada está hoy cubierta con pintura blanca según algunos twitteros.
La especulación es si fue una "bala perdida"; una junta de vecinos que está  dispuesta a castigar  según su criterio de pena  máxima a los que vandalizan el barrio; un propietario de un inmueble abandonado que no desea que el precio de la vivienda pierda valor por semejante atentado contra la propiedad.

La policia mientras tanto no ha dado mayores detalles de cómo ocurrió el crimen, solo que aparentemente no fue a corta distancia, lo que requiere la utilización de un arma larga, rifle o fusil. No conocemos  hasta ahora el calibre de la bala, pero sí solo que fue un tiro dirigido con mucha precisión pues debe de haber hecho blanco en la cabeza o en el corazón para dejarlo muerto  instantáneamente.

Fuera de estas especulaciones - que son solo eso en cuanto al motivo del asesinato- está la pregunta de porqué esta violencia desmedida contra una persona que no era violenta. Sin dudas que había muchas formas de disuadirlo para que no siguiera con su actividad allí, si se quería impedir que hiciera el grafitti en el muro u otra parte de la vivienda. Porque lo ocurrido no es homicidio, esto fue planificado al detalle por el autor del crimen ya que Cabral había casi finalizado su actividad y probablemente estaba allí para finalizarla,  y se llama asesinato a sangre fría.

El suceso habla mucho del transtorno mental en que muchas personas se encuentran en Uruguay. Aguijoneados por la prensa amarilla que los primeros titulares de sus informativos los dedica sistemáticamente al crimen, me hacen acordar a aquél periódico, Al Rojo Vivo de los 70', y el sentimiento cada vez más generalizado de que "la policia debe responder con más violencia a la violencia de los criminales; la reforma del sistema judicial es la culpable, el ministerio del Interior no se preocupa, etc.

Los reclamos por  la inseguridad son múltiples y muchas veces justificados. Pero entre los argumentos que se escuchan más asiduamente es  "la necesidad de más represión y la venganza contra los  delincuentes" que cometen asesinatos. Un senador del PN, Jorge Larrañaga, reunió 400 000 firmas para hacer un plebiscito que apruebe una ley que disponga de dos mil soldados del ejército para respaldar a la policía, que jamás durante los gobiernos de los pitidos tradicionales tenían el entrenamiento y armamento que hoy tienen. Y los niveles de salarios que actualmente alcanzan.
La muerte de tres delincuentes  que se tirotearon con la policia en los últimos días ha traído un bálsamo de alivio a los que desean "tolerancia cero" o peor aún, la política del "gatillo fácil" puesto en práctica en varios países, en las vecinas Argentina y Brasil, entre otros. Resultado? La misma ola de crímenes y delitos con más muertos como premio.

Hay sin embargo una mayoría silenciosa que probablemente se debate entre la idea de tener una política más humanitaria hacia el delincuente y otra más dura y represiva. Sin embargo todo esto ocurre en una sociedad que a pesar de su desarrollo material,  confirmado no sólo por el gobierno del Frente Amplio de centro-izquierda, sino por muchos organismos internacionales, y donde está  a la vista el avance material de la sociedad,  ya que ha alcanzado a amplios sectores de la población, pero que todavía tiene políticas carcelarias parcialmente deficitarias, donde no se recupera al delincuente.  Y principalmente, un 5-10% de población marginada que vive de lo que encuentra en la basura o del delito fácil.

Felipe Cabral fue víctima de todo ese clima social, político y psicológico que hoy vive Uruguay y
donde la intolerancia de algunos sectores es manijeado por la estrategia ya repetida hasta el cansancio
en USA, Brasil, Colombia y muchos más. Tal vez lo ocurrido llame a la reflexión y los uruguayos tengamos más tolerancia a pesar de las diferencias, de lo contrario el ojo por ojo y el diente por diente
se volverá la realidad que muchos desean que ocurra. Ellos no temen ser asesinados a sangre fría.

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