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miércoles, 6 de febrero de 2019

A sangre fría

Siete balazos recibió en el cuerpo una mujer de más de cincuenta años que enfrentó a tres individuos armados que quisieron robarle el dinero contante que tenia en la caja de su comercio. Quiso detener a los tres delincuentes enfrentándolos a tiros, también ella armada con una pistola. Como mujer corajuda no dudó en enfrentar a los tres delincuentes, cubiertos con cascos de motocicletas para no ser reconocidos, y que no dudaron en dispararle esos siete tiros con saña asesina. Estaban disparándole no a un ser humano, sino a un escollo parlachín que les impedía apoderarse de alguna suma de dinero que había allí para pagarle a los jubilados de Delta del Tigre (Ciudad del Plata), vecina a Montevideo.

Truman Capote recreó en una novela titulada In Cold Blood ( A sangre fría) el asesinato de una familia por dos individuos que estaban bajo libertad condicional,  en la localidad de Holcomb, en Kansas, en 1959. La novela que posteriormente también se convirtió en película, recrea el desarrollo del crimen  con el material que el escritor obtuvo en base a las entrevistas que hizo con los asesinos. Los cuatro miembros de la familia eran Bonnie la madre, Clutter el padre y sus hijos, Nancy de 16 años  y Kenyon de 15 años. Los asesinos de la familia, Richard Hickock y Perry Edward Smith, se llevaron ese día cincuenta miserables dólares. La historia de este delito es una copia de tantos otros homicidios y asesinatos inútiles a los largo de la historia de la humanidad en cualquier tipo de sociedad. Es imposible prever qué  planea un delincuente si no está vigilado y controlado.

El crimen de la comerciante en Delta del Tigre tiene la misma raíz a pesar de que las circunstancias son distintas. Tres desesperados y marginados individuos, en busca de dinero contante, cada vez más escaso en la sociedad por la llamada "inclusión financiera", que permite al consumidor usar tarjetas de débito o crédito, lo que ocasiona que los comercios y servicios de todo tipo en las ciudades tengan cada vez menos dinero en efectivo en sus cajas registradoras. Esto obliga a los delincuentes, que no son de cuello blanco, a buscar ese dinero en forma de papel en los comercios de localidades más pequeñas, menos vigiladas por la policía, y donde la gente todavía paga con dinero en efectivo o cobra sus jubilaciones de la misma forma.

Según el testimonio de la hija de la víctima, las últimas  palabras de su valiente madre antes de morir  fueron para ella, pidiéndole que "no dejaran de pagarse las jubilaciones a los jubilados de la zona", ya que en su comercio también funciona una oficina de RedPagos, la empresa que se dedica a este tipo de servicio. Esos jubilados carecen o no usan una cuenta bancaria donde el Banco de Previsión Social deposite la suma de dinero de su jubilación y puedan retirarla con su tarjeta de débito, o pagar el consumo diario en los comercios, etc. Prefieren el dinero contante y sonante. Y el riesgo aumenta exponencialmente para esos locales, que pagan o cobran por diferentes servicios, sean asaltados por delincuentes desesperados por reunir algún dinero que les permita subsistir y comprar la pasta base,  para seguir robando a gente que trabaja diariamente -y asesinándolas si hacen resistencia. Son producto de generaciones de marginados, familias destrozadas por la miseria, la ignorancia y crueldad de padres que también pasaron probablemente por el mismo cernidor. Sin empatía, sin contemplaciones, con un solo objetivo, unos pocos billetes para seguir viviendo y soportando el infierno diario en el que viven cada día, hasta parar con sus huesos en una celda, o en el peor de los casos, con una bala entre ceja y ceja. También a sangre fría.

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