Para The Economist, Uruguay está "perdiendo su reputación como historia de éxito". Legisladores de la oposición afirman que últimos hechos que involucran al gobierno "nos llevan al desprestigio internacional". Así titula el periódico la diaria de Uruguay un comentario de la influyente publicación británica, que entre otras evaluaciones sobre los países, publica periódicamente sus índices de democracia. La misma es una clasificación hecha por la Unidad de Investigación de The Economist, a través de la cual se pretende determinar el rango de democracia en 167 países, de los cuales 166 son estados soberanos y 165 son estados miembros de las Naciones Unidas.
Uruguay desde que su gobierno está en manos del herrerismo (PN) y sus aliados del Partido Colorado (PC) y Cabildo Abierto (CA) marcha a ritmo acelerado cuesta bajo en el tobogán que mide la calidad democrática de la sociedad en su conjunto, con un punto de inflexión llamado Ley de Urgente Consideración (LUC). Desde que comenzaron a recortarse derechos o empeorarse el clima de convivencia por las consecuencias de la pandemia primero, las apresuradas leyes aprobadas con las mayorías de esta coalición multicolor, que arrastra al país a los peores años postdictadura, con la clara intención de barrer con todas o la mayoría de las reformas progresistas a nivel de DDHH, derechos de los trabajadores y jubilados, protección a las familias y personas en situación de vulnerabilidad, reforma educativa y las que todavía están pendientes como la reforma jubilatoria, la de la tenencia compartida y la ley de medios, solo por nombrar dos, muestran cómo el herrerismo aprieta el acelerador a fondo y busca transformar un país para beneficio de los llamados "malla oro", es decir los que en el deporte del ciclismo lideran la clasificación general, pero a los que personalmente he rebautizado como los "manya oro", por su inagotable apetito de tragar más riqueza sin aportar o aportando lo mínimo al resto de la sociedad, a través de un estado que desean convertir en minimalista: represión e impuestos al trabajo asalariado y poco más, porque hay que desmontar y privatizar al sector público.
La cuestión es si al gobierno de Luis Lacalle le importa realmente caer más bajo en la lista de países con calidad democrática, o si piensan y creen que es el precio que hay que pagar ante los arrogantes países cuyas democracias también se resquebrajan, aunque en realidad la opinión de The Economist no sea la de una institución gubernamental, sino de una privada y liberal. En fin, el plan de la derecha en Uruguay se alinea como la de otros países que siguen esta tendencia, quizás menos brutal por el momento, mientras la otra mitad de la opinión de los ciudadanos representada por el FA, mantenga las reglas del juego en el Parlamento. Tampoco creo que sea preocupación de sus partidarios porque prefieren lo que algunos llaman "liderazgo" a las libertades y derechos universales. Eso sí, se llenan la boca con la palabra LIBERTAD, pero ya sabemos lo que buscan detrás de esa palabra. Menos intervención de las autoridades y que gane el más fuerte.
Si bien en las calles las organizaciones sindicales de trabajadores y de otros diversos sectores como los estudiantes, profesores y maestros, organizaciones feministas, de vecinos, ecologistas y tantas otras abruman la Plaza Independencia de la capital con sus manifestaciones frente a la Torre Ejecutiva, sede del gobierno, como una señal de que "¡aquí no se rinde nadie, carajo!"
En 2022 Uruguay se encontraba en el puesto número 11 de la clasificación de The Economist que puede verse en Wikipedia, donde se publica el material de la publicación británica. Un honroso decimoprimer puesto gracias no al herrerismo y sus aliados, sino a los gobiernos progresistas del FA que mostraron el camino de una sociedad más democrática y con más derechos y justicia social, aún con mucho por hacer, porque no hay sociedad perfecta, no la hubo ni la habrá, salvo en la cabeza de los mitómanos y fanáticos políticos y religiosos (1).
| 11 | Uruguay | 8,91 | 10,00 | 8,93 | 7,78 | 8,13 | 9,71 |
(1)
En las elecciones del 27 de octubre de 2024 conoceremos el resultado de este proceso de deterioro, si es aceptado por una mayoría a pesar de las consecuencias que conlleva, o hay una reacción mayoritaria contra la planificada infamia de un gobierno decidido a dividir a la sociedad entre ganadores y perdedores.
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