Pese a toda la campaña de la derecha de diversos tonos y extremos, la comparsa mediática y los "expertos" en Venezuela, Nicolás Maduro logró la mayoría de los votos (51,20%) frente a su rival opositor Edmundo Gonzalez, designado a dedo por Maria Corina Machado, la verdadera líder de la oposición, que se niega a reconocer, como ya estaba anticipado, el resultado todavía parcial del recuento de votos (falta contar el 20% de los sufragios). Había más de 21 millones de electores habilitados para votar. También en cierto que hay tal vez unos siete millones de venezolanos radicados en otros países, y por razones que desconozco, sólo unos pocos miles fueron autorizados a votar(1).
Que las derechas de todo pelo llevaran una campaña sucia desde el comienzo era de esperarse, porque esa es su estrategia en todos los países donde pierden, y porque se jugaban frente a la opinión publica venezolana e internacional, todo su prestigio después de fracasar en repetidas oportunidades en derrocar a Nicolás Maduro, tanto de forma legal a través de las elecciones presidenciales (2013) como con violencia y participación de grupos armados de exmilitares venezolanos, acompañados de mercenarios, como en 2020 (operación Gedeón) en el estado de la Guaira y otro en el estado de Aragua. Todos estos intentos fueron neutralizados.
Ahora tenían la oportunidad de llegar y derrotar con los votos a Maduro, pero una mayoría, que responde al "chavismo", sigue fiel a los principios y valores que Hugo Chávez logró establecer como la base de convivencia en el país, con miles de dificultades, confrontaciones, violentas a veces, llevando adelante un intento de redistribución de la riqueza con la llamada "revolución bolivariana", al frente de un gobierno que también tuvo sus momentos más oscuros por la corrupción de algunos de sus jerarcas, abusos de autoridad, y limitaciones a derechos y libertades. Sin embargo, con todas esas dificultades, se han realizado 28 actos electorales en treinta años en Venezuela, a nivel nacional, regional y departamental, donde la oposición gobierna en varios de esos estados y municipios, sin que se les obligue a abandonar los gobiernos locales ni se los haya desplazado con violencia. Además hay que agregar que tanto las FFAA, como la policía y los agentes de seguridad han garantizado esos actos electorales dándole a los electores la seguridad que corresponde. Después, como toda reacción de la derecha más violenta y golpista, se desatan las manifestaciones y violencia callejera. Los intentos de esta derecha venezolana han sido recuperar para las oligarquías nacionales y algunas corporaciones internacionales, que están sedientas del petróleo y gas venezolano, entre otros recursos naturales, el poder político. Quién no recuerda a Juan Guaidó erigirse presidente en una plaza, parado en un cajón y en los millones de dólares que el gobierno de Donald Trump le otorgó para que pudiera llevar adelante su campaña. Fracasó él también, no le tocaron un pelo y tampoco fue encarcelado por opositor y agitador autoproclamado “presidente”. Otra frustración de la derecha es que en los últimos años la economía del país ha comenzado a crecer y el nivel de vida del pueblo venezolano a mejorar en muchos aspectos, superando los duros periodos de escasez y pobreza, reanimándose el comercio y el consumo. El propio FMI reconoce que la economía crecerá el 4,3% este año. Todo a pesar de que en EEUU y en Inglaterra hay retenido miles de millones de dólares en depósitos y barras de oro pertenecientes al gobierno venezolano.
En cuanto a María Corina Machado, la inhabilitación de presentarse como candidata fue por su apoyo a las sanciones de Estados Unidos contra el gobierno de Nicolás Maduro, así como su respaldo al ya mencionado Juan Guaidó, en los momentos en que las sanciones económicas, al mejor estilo de los bucaneros del siglo XVII, de EEUU y la Unión Europea, empobrecían aún más a toda la sociedad en ese intento de acabar con el chavismo. El gobierno venezolano no se cayó de "maduro",y en 2030, tendrán los "demócratas" de la oposición otra oportunidad de volver a darle a los oligarcas y a las corporaciones lo que desean recuperar desde hace tres décadas. Quizás, quizás...quizás.
(1) Esto indignó a políticos del gobierno uruguayo donde estarían radicados unos 70 000 venezolanos, y solo unos pocos cientos pudieron votar. Lo hipócrita y oportunista de esa reacción del gobierno de Lacalle Pou, es que son, justamente, los partidos blanco y colorado de ese gobierno, los que niegan constantemente a los uruguayos radicados en el exterior ese derecho al voto cada vez que se presenta un proyecto de ley para otorgar ese derecho.